El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Tras 55 años de obra, la pandemia ha agravado una crisis ya previa en el ministerio. El impacto de Internet y la secularización del contexto europeo amenazan a todo el sector.
Cumpliendo su 55º aniversario en España, el ministerio Centro de Literatura Cristiana (CLC) anunciaba a finales del pasado noviembre el cierre “de todas sus operaciones” en el país. Una noticia tanto triste como histórica, ya que la obra comenzó en 1966, según recuerda el escritor y teólogo, colaborador de Protestante Digital, José de Segovia, cuyos padres fueron los responsables de crear en suelo español una delegación de la misión fundada en 1941 en Inglaterra. “En ese contexto mis padres pensaron que el nombre internacional de ‘Cruzada’, que tenía CLC desde su origen, era totalmente inapropiado en España porque era así como Franco llamaba el alzamiento militar que inició la Guerra Civil. Así que cambiaron el nombre por ‘Centro’, conservando las siglas y el logo de la misión, que tenía un propósito totalmente evangelístico”, explica.
“Todavía no existía ni la ley franquista de Libertad Religiosa de 1967. De hecho, mi padre consiguió un permiso para poner una mesa de libros en unos grandes almacenes que había entonces en Callao, pero el secretario de la Comisión de Defensa Evangélica le rogó que no lo hiciera para no poner en peligro la legislación que estaba en marcha”, sigue recordando De Segovia.
Cinco décadas después, las crisis económicas, el impacto de Internet, la creciente secularización del contexto europeo, en general, y, por último, el efecto de la pandemia de la Covid-19 han conducido al cierre de CLC en España. “Desde 2008 nos ha costado mucho recuperarnos de la crisis financiera que golpeó muy fuerte al mundo, pero especialmente a España”, asegura el director regional de CLC Internacional, Gary Chamberlin. “Después de cerrar nuestras tiendas de Málaga y Murcia, teníamos la esperanza de poder superar las dificultades. Aquí y allá vimos señales esperanzadoras y eso nos dio el suficiente ánimo para continuar. Finalmente, con la llegada del coronavirus nos dimos cuenta de que no podíamos continuar. Al igual que la mayoría de negocios en España, tuvimos que cerrar nuestras tiendas durante muchas semanas y vimos una gran reducción en el número de clientes. Desgraciadamente, no podemos continuar durante esta crisis”, añade. Un cierre que también lleva a replantear la resiliencia del concepto de librería como ministerio cristiano ante los diferentes retos que plantea un contexto como el nuestro.
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Fundada durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, CLC es una organización que hoy trabaja en 46 países diferentes. “El ministerio sigue siendo muy fuerte en la mayoría de los 46 países donde CLC ejerce su labor en el mundo”, señala Chamberlin. “Es cierto que casi todos los países han tenido dificultades. Sin embargo, vemos a nuestro personal mundial muy comprometido con la distribución de literatura cristiana y biblias para que la gente pueda llegar a la fe y a la madurez en Jesucristo”, añade, al mismo tiempo que remarca que han visto “un crecimiento sustancial especialmente en América Latina e India”.
Cuando llegó a España, el ministerio se instaló primero en un “depósito de libros en el Camino Viejo de Leganés”, y luego pasó a una “oficina que funcionaba como librería clandestina en el número 66 de Gran Vía”. “Entonces era la Avenida de José Antonio”, recuerda De Segovia en referencia a los tiempos de dictadura franquista que persistían en España en el momento de la llegada de CLC al país. “Mi padre llevaba los libros todo el año en estands por ferias de muestras que había en muchas capitales de provincia. Todo eso sin coche, ni furgoneta. ¡No sabía siquiera conducir! Cargaba cajas por correos y trenes todo el tiempo”, dice.
[photo_footer]Imagen de José de Segovia, de niño, junto a sus padres, que comenzaron el ministerio de CLC en España en 1966. / Facebook José de Segovia[/photo_footer]
En aquel momento, apunta De Segovia, el concepto de librería cristiana era también el de un espacio de reunión para una población evangélica que apenas contaba con libertades. “Las librerías que abrieron de ese modo en Madrid y Valencia eran un punto de encuentro para los evangélicos de la ciudad, que pasaban por allí para charlar y comprar algún libro. La visión de mis padres era siempre aprovechar fiestas como el Día del Libro, las Fallas o la Feria del Libro para poner biblias y literatura cristiana en la calle. Lo último en que se pensaba entonces era en las ventas”, subraya.
En la década de 1970, recuerda De Segovia, CLC “vivió una gran expansión con la llegada de nuevos misioneros, como Margarita Nicholson en Madrid, la implicación de más personas, como Amparo Cerveró en Valencia, y una librería nueva en Sevilla”. El director regional de CLC Internacional, Gary Chamberlin, expresa que “ha sido una alegría y un honor servir a nuestros maravillosos clientes durante los últimos 55 años”. “Nos sentimos bendecidos de que el Señor nos haya dado esta oportunidad. Oramos para que Dios bendiga a la Iglesia en España y para que muchos conozcan el amor de Dios y del Señor vivo”, añade.
Con el paso de los años, los retos del concepto de librería como ministerio cristiano han ido evolucionando, sobre todo en paralelo a la aparición de las nuevas tecnologías. “Hasta este siglo había todavía algunos buenos lectores en las iglesias. La llegada de Internet lo cambió todo, empezando por el ‘pirateo’ sistemático de libros evangélicos, que han retraído a las editoriales durante un tiempo de publicar libros electrónicos por el constante intercambio en las redes, donde se puede leer ya casi cualquier libro de forma ilegal. Como en el caso de la música, la literatura recibió un ‘golpe mortal’ con el ‘todo gratis’ de Internet. La calidad bajó espectacularmente. Y los que resisten son ya casi todos conglomerados de propiedad secular que vienen de Estados Unidos. Hay excepciones de buenas editoriales en España y Latinoamérica que merecen todo nuestro apoyo, porque creo que están publicando algunos de los mejores libros que hay ahora en nuestro idioma”, opina De Segovia.
Pero el tecnológico no es el único factor que ha impactado en el sector. “Los factores económicos y sociales han sido el elemento decisivo en la decisión de cerrar. Desde la crisis financiera que comenzó en 2008, CLC España ha tenido problemas de diversa índole. Muchos españoles, incluidos los cristianos, han abandonado el país para encontrar trabajo en otros lugares. El desempleo alcanzó un porcentaje muy elevado en el país. Esto afectó mucho a nuestro ministerio. La llegada del coronavirus no ha hecho sino agravar un entorno ya difícil para nuestras librerías”, señala Chamberlin.
Desde la organización aseguran haber tratado de “mantener este importante ministerio con todas las fuerzas y mucho sacrificio, especialmente en los doce últimos años”, y se muestran “tristes” por “todo el personal que pronto quedará desempleado”. “Oramos para que Dios los sostenga y abra nuevas oportunidades para cada uno”, dicen.
[photo_footer]Dos clientes visitando una de las librerías de CLC en España durante los meses de pandemia, que ha agravado las dificultades del ministerio. / Facebook CLC España[/photo_footer]
“Esperamos sinceramente que las librerías que quedan en España puedan florecer y crecer durante los próximos años. Con el cierre de las tres tiendas y el almacén de CLC, esperamos que el resto de las tiendas se beneficien y puedan ser más estables en un entorno difícil”, afirma Chamberlin. El director regional de CLC Internacional asegura que observan con “tristeza” el hecho de que “hay varias ciudades en España que no tienen una librería cristiana”.
En este sentido, el contexto general no augura grandes oportunidades para el sector de la literatura cristiana que, como apunta José de Segovia, “a diferencia de Estados Unidos, en Europa no se puede conseguir en cualquier librería”. “El contexto es diferente. Y esto se observa en las traducciones. La literatura norteamericana no entiende la secularización europea. Sus conceptos sociales y políticos están influenciados por la ‘guerra de culturas’ que hay ahora en Estados Unidos. Y lo malo es que han trasplantado sus preocupaciones al mundo latino, donde se utilizan ya las mismas expresiones, incluso por los supuestos opositores de la globalización”, considera el escritor y teólogo.
Por eso, desde la dirección actual de CLC recuerdan que “es realmente importante que los pastores y las iglesias españolas apoyen y promuevan su librería local en la medida de sus posibilidades”. “Si no, se corre el riesgo de que en los próximos años cierren aún más librerías cristianas. Este es un escenario alarmante teniendo en cuenta que más del 50% de los cristianos señala que la lectura de libros cristianos fue un factor decisivo en su conversión”, remarca Chamberlin.
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La visión corresponde a la de la librería cristiana ya no solo como punto de encuentro ni como contenedor de literatura especializada, sino como una reivindicación ministerial que da lugar a una expresión del mensaje del evangelio culturalmente contextualizada. “La visión que compartía mi padre”, recuerda De Segovia, “con hombres como José Grau en Ediciones Evangélicas Europeas, o René Padilla y Samuel Escobar en Certeza, ha sido sustituida por el aparato promocional de una infinidad de predicadores estadounidenses de moda, que cuentan ahora con acérrimos seguidores en las redes sociales por todo el mundo”. “En ese sentido somos ya un subproducto de la cultura evangélica norteamericana”, lamenta.
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