La desigualdad laboral acompaña a las mujeres desde que tienen edad para incorporarse al mercado de trabajo hasta que lo abandonan. En este escenario, la crisis, la reforma laboral y las políticas de recortes sólo han contribuido —según los sindicatos— a ensanchar aún más esta brecha.
A pesar de que, al principio, la destrucción de empleo fue más notable entre los hombres, ellas continúan teniendo mayores tasas de paro, menores tasas de ocupación y de actividad y condiciones laborales más precarias. Coincidiendo con la conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, Público desgrana en ocho etapas la perpetua discriminación de las mujeres en su vida laboral.
1. DESEMPLEO E INACTIVIDAD JUVENIL
La vida laboral de hombres y mujeres empieza, debido a la crisis, con cierta equidad. La tasa de paro juvenil en hombres es del 55% y el de mujeres, del 54,2%, según la última Encuesta de Población Activa (EPA).
Aún así,
la tasa de inactividad —población en edad de trabajar que no se incorpora a la población activa— de jóvenes entre 19 y 29 años ya indica la primera desigualdad. En el último cuatrimestre de 2013 hay algo más de 1.240.000 de chicos que se declaran inactivos, mientras que las chicas inactivas llegan a cerca de 1.500.000, según el informe El deterioro laboral de las mujeres como efecto de la crisis, de la Fundación 1 de Mayo de Comisiones Obreras (CCOO). Su autora, la socióloga Amaia Otaegui, señala que para las mujeres "el empeoramiento de las condiciones laborales y salariales unido a los recortes y al deterioro general del mercado de trabajo, hace aumentar el riesgo de que se desanimen y tiren la toalla en el terreno laboral, incluso antes o justamente cuando han empezado a intentarlo".
2. CONTRATACIÓN PRECARIA Y A TIEMPO PARCIAL
Superada la fase de inactividad, llega la contratación, que subió un 8,1% en los dos últimos años, pero lo hizo de manera desigual para hombres y mujeres: "
Ellas concentran poco más del 40% de la contratación y ellos superan el 50%", según el informe Las mujeres en el mundo del trabajo y la economía elaborado por la Unión General de Trabajadores (UGT). Además, "la mayor parte de la contratación de mujeres se agrupa en contratos por obra o servicio (38,19%) y contratos eventuales (36,48%). "Entre estas dos modalidades precarias por su temporalidad se concentra el 74,68% de la contratación de mujeres", señala el sindicato.
Además,
el empleo a tiempo parcial —que ha aumentado por la crisis y especialmente en ocupaciones predominantemente femeninas— sigue siendo superior en el caso de las mujeres.
A finales de 2013, había cerca de dos millones de mujeres en esta situación (un 26%) frente a 718.100 hombres (un 7,9%), según la EPA del cuarto trimestre.
Y otra discriminación añadida que señala el sindicato: "Las mujeres con trabajo a tiempo parcial perciben 719 euros al mes, mientras los hombres superan los 804 euros mensuales". Lo preocupante, además, es que la mayoría de los hombres y mujeres con este tipo de jornada no la desean: "El 66% de las mujeres y el 69% de los hombres declara que tienen un trabajo a tiempo parcial porque no han encontrado un empleo a jornada completa", apunta Oategui.
3. DESIGUALDAD SALARIAL
"Una mujer trabaja 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre". Eso es lo que se encuentran las mujeres cuando se incorporan al mercado laboral o, dicho de otra forma, el tamaño de la brecha salarial entre hombres y mujeres (casi del 23%), según un estudio de UGT. Entre 2008 y 2011 los hombres han ganado de promedio 5.900 euros más que las mujeres. Una diferencia que indica que el salario de ellas supone el 77,5% del de ellos o que el salario masculino equivale al 130% del salario femenino, según un informe de CCOO basado en datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
4. DIFICULTADES EN LA CONCILIACIÓN
Una vez trabajando, las mujeres se enfrentan a la odisea de conciliar. El recorte del gasto público complica lograr ese objetivo porque provoca la disminución de los servicios públicos de cuidado a personas dependientes y dificulta el fomento de la corresponsabilidad.
Con la edad de acceso a la maternidad creciendo sin parar (ahora en los 32 años), desde 2012 las prestaciones por maternidad han caído un 11,22% y las de paternidad, un 12,04%, según UGT. Una de cada cuatro mujeres redujo su jornada laboral para cuidar de sus hijos (frente a un 3,5% en el caso de los hombres) y un 38,2% de mujeres ocupadas (frente a un 7,4% de hombres) han dejado el trabajo durante más de un año para atender a un menor de ocho años.
5. MÁS PARO FEMENINO
El desempleo que ha provocado la crisis también azota con más fuerza a las mujeres. Según un estudio de Adecco publicado esta misma semana, entre 2008 y 2013 —los años centrales de la crisis— se han destruido casi un millón de puestos de trabajo femeninos (902.800). CCOO insiste en que en los últimos dos años, de las 660.000 personas asalariadas menos que hay en España, 304.000 son mujeres (el 47%). La mayoría de ellas (dos de cada tres) han perdido un empleo indefinido y el grupo de edad más afectado es el comprendido entre los 30 y los 39 años.
Además, la destrucción de empleo femenino se concentra en el sector público, donde el 72% del empleo perdido desde la aprobación de la reforma laboral ha sido femenino. Esto indica, según la Fundación 1 de Mayo, que
los recortes de personal en la administración pública no son uniformes. Por ejemplo, en Educación, un sector históricamente feminizado, entre el primer trimestre de 2012 y el mismo período de 2013, "la ocupación en educación pública y privada pierde un total de 39.000 efectivos, de los cuales, 27.400 son mujeres". Y lo mismo ocurre en Sanidad, donde en dicho espacio temporal, de 107.000 empleos destruidos, 73.000 estaban ocupados por mujeres.
6. ELLAS TARDAN MÁS EN CONSEGUIR OTRO EMPLEO
Después de perder el empleo, las mujeres tienen más dificultades que los hombres para encontrar otro trabajo y se convierten en paradas de larga duración en mayor medida que ellos en actividades como "técnicos y profesionales científicos e intelectuales", "empleados contables administrativos y otros empleados de oficina" o "trabajadores de los servicios de restauración, personales, protección y vendedores", según UGT. De hecho, el año pasado encontraron empleo 13.200 mujeres menos que hombres. La cifra de hombres que encontraron trabajo en 2013 aumentó en 1.300 con respecto a 2012, mientras que la de mujeres descendió en 3.500. UGT responsabiliza de estas cifras al Gobierno y a su "aprobación de medidas de fomento de la contratación femenina precaria".
El resultado de estas políticas sitúa a España en la parte baja de los países de la OCDE en materia de integración de la mujer en el mundo laboral. Concretamente, ocupa la 23ª posición de 27 en una clasificación liderada por los países nórdicos (Noruega, Dinamarca y Suecia) y solamente supera a Japón, Italia, Grecia y Corea, según el índice PwC Women in Work.
7. DESIGUALDAD EN LAS PRESTACIONES POR DESEMPLEO
La brecha en los salarios se reproduce, años más tarde, en las prestaciones por desempleo. La Fundación 1 de Mayo sostiene que una mujer parada de larga duración tiene un 77% de probabilidades de no ser perceptora de prestaciones. A ello hay que añadir que las prestaciones contributivas por desempleo de las mujeres (25,16 euros al día) son más bajas que las de los hombres (29,62%), apunta UGT.
Y por si esto fuera poco, el número de mujeres que no perciben ningún tipo de prestación ha crecido en 552.500 entre 2011 y 2013. De los más de tres millones y medio de personas paradas de larga duración —que suponen el 60% de todas las mujeres en situación de desempleo— solamente un millón (el 28%) recibe alguna prestación.
8. ELLAS SON MÁS POBRES
El resultado de estos siete elementos hasta ahora mencionados es el empobrecimiento de las mujeres asalariadas. "Las mujeres suponen el 68% de la población asalariada con ingresos inferiores al salario mínimo interprofesional —641 euros mensuales— y el 23% de las personas que lo perciben en más de ocho veces.
En este apartado, los hombres representan el 76,57%", señala la Fundación 1 de Mayo. Sin embargo, estos sueldos bajos son los que sustentan al 90% de los hogares con un adulto e hijos que, al depender de mujeres, afrontan un mayor riesgo de pobreza.
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