El paro y la precariedad laboral rebajan las expectativas de una juventud que ha estado años formándose y no tiene oportunidades. "En mis primeras prácticas en tercero de carrera cobraba más. Es humillante", asegura una doble licenciada de 29 años que cobra 400 euros. "Mucha gente está emigrando para encontrar en su destino la misma precariedad de la que está huyendo", afirma un activista de la Oficina Precaria.
¿Cómo es posible que un término antes degradado −mileurista− sea hoy la máxima aspiración de muchos jóvenes?
La 'becarización' del mercado de trabajo, el paro y la precariedad rebajan las expectativas de quienes se han formado toda su vida para encontrar un lugar en el mundo.
Helena tiene 29 años, dos licenciaturas, un máster, varios idiomas y más de tres años de experiencia como periodista. Después de casi un año de prácticas mal remuneradas en una empresa, ha conseguido un contrato de media jornada y ahora recibe 400 euros al mes. "En mis primeras prácticas en tercero de carrera cobraba más. Apenas llego a fin de mes. Es humillante", lamenta.
"Paro y precariedad son las dos caras de la misma moneda. Los jóvenes aceptan casi cualquier cosa ante la amenaza del desempleo", argumenta Ángela Mora. Esta activista de la organización Oficina Precaria cree que cuantas más personas compiten por un mismo puesto, más dispuestas están a perder sus derechos para conseguirlo.
La crisis económica ha quebrado el "proyecto de vida" de los más ansiosos por encontrar un trabajo acorde a su formación, algo que no siempre ocurre. Así lo afirma Alejandro Néstor García, investigador del Instituto de Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra.
La oportunidad que no llega "suscita una importante frustración y puede generar emociones como el desánimo y la tristeza si la situación se prolonga", señala el sociólogo.
ETERNOS BECARIOS PRECARIOS
La espera resulta especialmente larga para los "eternos becarios precarios" como Carlos, de 25 años. Tras 12 meses trabajando gratis para una empresa, tuvo que prolongar su vida de estudiante para poder seguir allí. "Cuando terminé mi máster, me obligaron a pagar un curso de 300 euros para que pudieran hacerme un convenio. Sigo sin cobrar un duro y sin perspectiva de que me contraten", relata.
Según Silvia Sazatornil, responsable de Juventud de UGT, no son pocos los jóvenes que deciden continuar matriculados en su carrera −a pesar de haberla terminado− para poder optar a cierto tipo de becas. "Algunos no habían cotizado ni un euro después de siete años de prácticas", añade.
Las propias universidades y las empresas no tienen ningún interés en que los becarios coticen. Ahora es obligatorio regularizar la situación de los becarios que no estén cotizando, aunque según Tania Pérez, secretaria de Juventud de CCOO, "las propias universidades y empresas no tienen ningún interés en hacerlo. Muchas se resisten".
No es el único agravio para este colectivo. Raquel, de 22 años, hace prácticas sin remunerar en el sector de la moda, donde, según ella, "está de moda que más del 60% de los puestos esté cubierto por becarios que sustituyen a trabajadores".
En efecto, los becarios salen muy baratos y con frecuencia se usan para reemplazar a los veteranos, con la consecuente pérdida de rendimiento y calidad de la producción. Las prácticas están orientadas a la formación... en teoría.A Pedro le dieron una beca para cubrir una baja por maternidad, algo que sobre papel no está permitido: "No tuve ningún tipo de ayuda ni tutor. Eso sí, antes de marcharme fui yo quien tenía que formar al nuevo becario".
Los jóvenes no renuncian a este tipo de oportunidades por considerarlas una puerta abierta al mercado laboral. El becario aguanta lo que le echen con la esperanza de lograr un contrato, pero casi siempre termina siendo sustituido por otro.
¿Es mejor un joven precario que un joven parado? Seguramente sí, pero... "Esa máxima es peligrosa", subraya Pérez. Estamos obsesionados con el empleo sin fijarnos en su calidad.
Y ante la falta de oportunidades... Camino de salida "La única salida está en Barajas". ¿O no? "Mucha gente está emigrando para encontrar en su destino la misma precariedad de la que está huyendo", advierte Mora. "Sé lo que hay en países anglosajones: si no tienes un inglés perfecto, vas a trabajar fregando platos", opina Helena.
Aunque quizá no tiene el empleo con el que siempre soñó, esta joven no pierde la sonrisa: "las malas experiencias también te hacen madurar, no todo tiene que ser tan negativo. Tengo la esperanza de que las cosas mejoren". Para el investigador García, la juventud "atribuye el paro y la precariedad a causas externas" y confía en que este "paso por el desierto" sea solo eso: un viaje pasajero.
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