Dicen que un atleta nunca se dejaría ganar y que esas cosas sólo ocurren en una novela o una película. Sin embargo, Iván Fernández Anaya, atleta vitoriano de 24 años, se dejó ganar el pasado 2 de diciembre, en un gesto valiente y dignificante. “Un gesto de honradez”, como el mismo lo definió, que en lugar de considerase natural ha pasado a ser algo extraordinario.
El joven atleta se negó a ganar el cross de Burlada, en Navarra
. “No merecía ganarlo. Hice lo que tenía que hacer”, dice con sencillez. Iba segundo, bastante distanciado del primero, en la última recta de la carrera, cuando observó cómo el seguro ganador, el keniano Abel Mutai (un muy buen atleta: medallista de bronce en los 3.000 metros obstáculos de los Juegos de Londres) se equivocaba de línea de meta y se paraba una decena de metros antes de la pancarta. Fernández Anaya le alcanzó con rapidez, pero en vez de aprovechar la situación para acelerar y ganar, se quedó a su espalda y con gestos y casi empujándole le llevó hasta la meta, dejándole pasar por delante.
“Él era el justo vencedor. Me sacaba una distancia que ya no podía haber superado si no se equivoca. Desde que vi que se paraba sabía que no iba a pasarle”, explica.
Su entrenador, Martín Fiz, el famoso vitoriano que sumó kilómetros y kilómetros para llegar a proclamarse campeón de Europa y del mundo de maratón, admite: que él “no lo habría hecho”. A su criterio, la actuación de su pupilo lo honra, pero no lo hace mejor atleta. “El gesto le ha hecho ser mejor persona pero no mejor atleta. Ha desaprovechado una ocasión. Ganar te hace siempre más atleta. Se sale siempre a ganar. Hay que salir a ganar”, enfatiza.
DIFERENTE ENFOQUE
Fiz recuerda cómo en el Mundial del 97 en Atenas él fue tirando todo el maratón y no pudo despegar a Abel Antón, quien en los últimos metros le atacó y le ganó con facilidad después de haberse aprovechado de su trabajo. “Y yo sabía que iba a pasar eso. Sabía que a menos que se le subiera un gemelo o le pasara un percance, Antón me ganaría. Pero la competición es así. No habría sido lógico que Antón me dejara ganar”.
Ahora, ante la actuación de Iván Fernández, destaca que
el suyo fue “un gesto de los que ya no se hacen. Mejor dicho, un gesto de los que nunca se han hecho. Un gesto que yo mismo no habría tenido. Yo sí que me habría aprovechado para ganar”.
LA NECESARIA HONRADEZ
“En los tiempos que corren, vienen bien gestos de honradez”, dice Iván Fernández, quien estudia un módulo de FP pues no piensa que en el futuro se pueda vivir del atletismo.
“En el cross de Burlada apenas había nada en juego, ni tampoco mucho dinero, aparte del poder decir que había ganado a un medallista olímpico”, dice Fernández Anaya. “Pero aunque me hubieran dicho que ganando tenía plaza en la selección española para el Europeo, tampoco lo habría hecho. Otra cosa, claro, sería si en juego hubieran estado una medalla en el Mundial o en el Europeo. Entonces, creo que sí, que me habría aprovechado para ganar…
Pero también creo que ha dado más nombre haber hecho lo que hice que si hubiera ganado. Y eso es muy importante, porque hoy en día, tal como están las cosas en todos los ambientes, en el fútbol, en la sociedad, en la política, donde parece que todo vale, un gesto de honradez viene muy bien”.
El joven se entrena en el Prado todos los días y cuando se lo permiten los estudios, unos tres días a la semana, en sesión doble. Los técnicos dicen que está a un paso de la elite española del cross, y ya figura entre los que mejor marca tienen en 5.000 metros. Dicen que no le falta nada para llegar al menos a la selección española para el Mundial de cross, que es su objetivo esta temporada, aunque, según su propio entrenador, le puede la presión. “En las grandes competiciones se atenaza”, dice Fiz. “Le falta saber superar la presión, que es lo que diferencia a los campeones. Si no, habría estado en el reciente Europeo”.
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