El ejemplo de templanza, serenidad y firmeza demostrado por un padre al que un individuo que tenía que estar en prisión le arrebató la vida de su hija de cinco años permanece intacto en el barrio onubense de El Torrejón en Huelva después de que esta semana se viera implicado presuntamente en un tiroteo.
ABC ha visitado el barrio que esta pasada semana ha vuelto a ser el foco de la actualidad nacional por la presunta participación del padre de Mari Luz Cortés en el tiroteo por una disputa familiar de «honor». Allí están convencidos de que Juan José Cortés también saldrá de ésta.
En la madrugada del pasado miércoles, un tiroteo despertó a los vecinos de esta zona de Huelva en la que conviven un total de 1.500 familias, gran parte de ellas de etnia gitana.
@MULT#IZQ#45968@Una disputa entre los miembros de la familia Cortés por antiguas cuitas personales pendientes, desacuerdos de «honor» y reproches de supuesta cobardía por no haber vengado la muerte de Mari Luz —son las hipótesis que manejan los vecinos del barrio—, acabó con una riña a las puertas de la casa del tío José, con varios disparos de escopeta de caza; uno de los cuales le alcanzó en la cabeza y lo hirió de modo leve. Como consecuencia de ello, la Policía Nacional se llevó a comisaría a varios miembros del clan: a Juan José; a su padre, Juan; a sus hermanos, Diego y Vicente, y a su cuñado. Al día siguiente tendrían que prestar declaración ante el juez por lo sucedido. Fueron veinticuatro interminables horas en las que el padre de Mari Luz estuvo en el mismo calabozo en el que años atrás había estado el pederasta asesino de su hija. Finalmente, el juez decretó la libertad para el clan Cortés, aunque mantuvo su imputación por los delitos de lesiones, amenazas y daños. Por ello, están obligados a presentarse ante el juez cada quince días y no a acercarse a 50 metros del agredido.
Al día siguiente, el barrio onubense de El Torrejón trataba de recuperar la normalidad. El gran revuelo mediático originado por la mañana por la cita de Juan José Cortés con la prensa en plena calle contrastaba con la tranquilidad que reinaba en el barrio por la tarde del asado viernes.
La gente del barrio tiene en gran consideración a los Cortés. El padre de Juan José fue fundador de la asociación gitana del barrio. Él es pastor de la Iglesia evangélica, y en general, su familia goza de buena fama. Sólo el conflicto familiar de esta semana empaña la trayectoria de unas personas trabajadoras que han pasado gran parte de sus vidas en estas calles y plazas. «Él no disparó, eso seguro: Juan José no haría una cosa así»; «la familia ya se ha perdonado y su tío va a retirar la denuncia, por lo que no les pasará nada», son algunas de las conversaciones que se oyen entre los vecinos que rondaban por los alrededores para justificar a Cortés. Allí lo tienen claro.
«SÓLO ANTE EL JUEZ»
El propio Juan José Cortés no quiere ahondar más en el suceso. Lo que tenga que decir será ante el juez cuando corresponda, pero pone en duda la veracidad de lo que se ha contado y anuncia querellas contra los representantes políticos de PSOE e IU que arremetieron contra él por su presunta participación en los hechos.
MANTIENE LA FE, DEJA EL BARRIO
Sus dos pasiones, el fútbol y la fe, siguen ocupando gran parte de su vida. Como deportista, acaba de conseguir el título nacional de entrenador, y
como pastor evangélico, sigue llevando la Palabra en las celebraciones de su comunidad. No arroja la toalla porque «nunca me he tenido que esconder de nada, y ahora tampoco lo voy a hacer». «Daré la cara para bien y para mal».
Algo sí va a cambiar en su vida. Juan José y su familia dejarán su barrio onubense de El Torrejón, en el que han vivido sus mejores y peores momentos. Durante las más de tres horas que Cortés estuvo con ABC en su barrio, no dejó de atender llamadas de personas que querían mostrarle su apoyo y afecto. También, muchos vecinos y desconocidos se acercaron para tratar de disuadirle de la idea de dejar su casa, pero él tiene clara la decisión.
Son muchos recuerdos, asegura un hombre que asume haber muerto también el mismo día en que asesinaron a su hija y que hoy vive, respira, come... Pero
su única ilusión es volver algún día a ver a su hija en la vida eterna, en la que tanto confía. Mientras, vuelve a demostrar una enorme templanza y serenidad al sostener que él no ha hecho nada malo a nadie. Como él mismo argumenta, «el tiempo pondrá a cada uno en su sitio». Al menos —se consuela—, el asesino de su hija ya ha encontrado el suyo en prisión.
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