“Es un mensaje tóxico”. Este es uno de los argumentos que se ha escuchado de boca de estudiantes secularistas para justificar la presión contra grupos cristianos en varias Universidades españolas. Consideran que las temáticas relacionadas con la fe deberían quedar excluidas del debate de las ideas que se da en la Universidad. ¿Cuál debería ser la respuesta de los cristianos evangélicos ante esta situación? ¿A dónde lleva este debate sobre la libertad religiosa en las universidades?
La presencia de capillas católicas en algunas universidades y su uso exclusivo para celebrar misas han levantado polémica y ocupado espacio en los medios de comunicación. Las protestas empezaron en la Facultad de Economía de la Universitat de Barcelona a finales de 2010 y se extendieron a otros campus. Las manifestaciones y actos de boicot se han repetido en universidades como la de Alicante y la Universidad Complutense de Madrid. En esta última, las protestas han llevado incluso a detenciones por parte de la Policía.
Las protestas contra los “privilegios de la Iglesia Católica” se han impulsado principalmente desde
grupos secularistas y ateos, colectivos de gays y lesbianas, asociaciones de izquierda radical y juventudes de algunos partidos de izquierda. Gracias a la repercusión que han tenido en los medios de comunicación, han conseguido abrir un debate sobre qué presencia deberían tener las confesiones religiosas en las universidades.
Sin embargo, la participación de estudiantes en los actos de boicot (como impedir el acceso a las celebraciones de misa), nunca implicaron a un porcentaje significativo de la comunidad universitaria, y han recibido por regla general el rechazo de las autoridades universitarias.
EL PROBLEMA DE LOS PRIVILEGIOS CATÓLICOS
¿Cuál debería ser la postura de los cristianos evangélicos o protestantes, ante estos sucesos? Hemos preguntado a
Francisco Mira, secretario general de los Grupos Bíblicos Unidos (GBU), entidad que une a los 500 universitarios cristianos españoles que forman parte de las asociaciones locales de GBU en Universidades de toda España.
“Creo que como estudiantes evangélicos, deberíamos ser muy rigurosos y no alinearnos en defensa de los privilegios de la Iglesia Católica Romana en la Universidad, ni en otros ámbitos”, opina. Lo justo sería que “todas las asociaciones estudiantiles reciban el mismo trato y oportunidades en un Estado Aconfesional como es el nuestro”.
Jaume Llenas, secretario general de la Alianza Evangélica Española, ha tratado el tema de libertad de expresión y libertad religiosa en muchos ámbitos. Coincide en que una de las “fuentes” de las reacciones violentas de los últimos meses han sido “los abusos de otros tiempos”, en referencia a momentos históricos en los que el Catolicismo ha tenido cuotas de poder muy amplias en la sociedad.
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN ES INTOCABLE
Ahora bien, la denuncia de los privilegios no justificables de la Iglesia Católica nunca se puede expresar desde posiciones violentas. En este sentido,
Llenas recuerda que en “la historia del secularismo hay una carga de intolerancia tan potente como la que ha habido en algunas confesiones religiosas. Sólo en el siglo XX podemos citar los casos de los regímenes comunistas en Europa, el nazismo, etc.”.
“Cuando se le ponen límites a las libertades siempre hay que preguntarse quién decide a quién se le concede y a quién no”. Los derechos fundamentales, que incluyen la libertad de expresión, “son para todos los seres humanos por el simple hecho de serlo”, recuerda Llenas. Están recogidos tanto en la Declaración Universal de los Derecho Humanos como en la Constitución Española, así que no hay argumentaciones que las puedan poner en duda. Pese a este cinturón de seguridad, hay que ser conscientes que “las libertades públicas son frágiles y hay que preservarlas para todos”.
“Todos” incluye a los creyentes católicos, cree el secretario general de la AEE.“De la misma forma que Pablo se mantuvo firme en la defensa de sus derechos, cuando fue tratado injustamente en Filipos, porque la defensa de sus derechos afectaba a los derechos de los demás hermanos, nosotros debemos mantenernos firmes en la universidad porque eso afectaría al derecho de la Iglesia de expresarse”, propone. “Si sólo me afecta personalmente puedo renunciar a esa defensa, pero cuando la defensa de mis derechos se vincula a los derechos de los demás, estoy obligado a posicionarme”.
Francisco Mira cree, además, que los planteamientos de los que han atacado a grupos católicos van más allá de lo que parece.
“Si se confirma que el grueso de ese movimiento es parte de ese ‘Laicismo agresivo’ fruto extremo de la Ilustración, entonces probablemente su radio de acción iría más allá de la Iglesia Católica Romana”. “Incluiría toda expresión religiosa, pues hay en él una raíz de convicción infundada hacia todo lo religioso como negativo y pernicioso para la sociedad, llegando a negar la libertad religiosa en aras de un bien mayor: la eliminación de todo vestigio religioso”. Y en esta situación, “aunque los evangélicos no nos consideremos religiosos, ellos sí que nos incluirían en esa categoría”.
FRENAR LA SIMPLIFICACIÓN DE ‘LO RELIGIOSO’
Ante este secularismo agresivo, muy cerca de los planteamientos del Nuevo Ateísmo, es importante contraponer, cree Mira, las aportaciones que el Cristianismo ha hecho para llegar a las libertades sociales de nuestra sociedad actual.
“El evangelio y la fe cristiana, han aportado mucho y bueno, en el campo de las ciencias, de la investigación, en la transformación de la sociedad”. Han traído avances en áreas como la
“desaparición de la esclavitud, el sindicalismo y la justicia social, la ética del trabajo, el campo de la educación, etc.”. Las alternativas que ofrece la fe cristiana “han sido y serán beneficiosas porque descansan en la verdad, y solo esta nos conduce a la libertad”.
EFECTO DOMINÓ EN EL RESTO DE LA SOCIEDAD
Visto lo visto, ¿tendrá este debate sobre el espacio de la fe en la universidad un impacto sobre el espacio de la fe en el conjunto de la sociedad? Y en caso que sí, ¿qué se juegan los cristianos evangélicos?
“Definitivamente, lo que ocurre en la Universidad tiene una repercusión inmediata en la sociedad”, opina Llenas. Y añade que
“nuestros estudiantes tienen que entender que de la misma forma que la reina Esther había llegado a ese lugar para la defensa de las vidas de los judíos amenazados de muerte, ahora los que están en la Universidad tienen una responsabilidad personal”.
Francisco Mira cree que habrá que observar la evolución de este tipo de movimientos anti libertad religiosa. “Si fuese un movimiento sólido y creciente, creo que deberemos saber posicionarnos y contrarrestar sus argumentos, nuestra defensa no es la defensa de lo ‘religioso’ pero sí del ‘Evangelio y de la Verdad’”. Y coincide con Llenas en que
“nos estaríamos jugando la libertad religiosa y de conciencia”.
LAS AUTORIDADES Y SU PAPEL DECISIVO
Ante el debate, y el intento de algunos grupos de convertirse en jueces de lo políticamente correcto en el espacio universitario, las autoridades de las propias universidades tienen que tomar una posición clara. En el caso de la Universitat de Barcelona y la Universidad Complutense de Madrid ya lo han hecho, se han mostrado partidarias de la tolerancia y la libertad de expresión y de ideas.
Pero la presión sobre rectores y decanos sigue siendo muy fuerte, por parte de colectivos que intentan empujar a los órganos de gobierno de sus facultades a prohibir las expresiones de los estudiantes que quieren expresar públicamente su confesión religiosa.
Habrá autoridades “con más criterio y rigor”, que
“sabrán diferenciar y ver que este tipo de laicismo agresivo, es otra forma velada de intolerancia”, opina el secretario general de los GBU. Pero “otros con menos criterio, pueden plegarse a la presión de estos grupos”. No es algo exclusivo de las universidades, ya que “esto lo estamos viendo con otros asuntos de tipo moral que apoyados por grupos de presión consiguen imponer sus criterios, consiguiendo que lo inmoral pueda ser considerado legal”.
Jaume Llenas también cree que la presión de los secularistas radicales sobre las propias universidades les lleve a suprimir derechos elementales.
“Temo que los órganos directivos puedan estar tentados a ceder”, expresa Llenas. “Espero de su integridad y de su inteligencia, pero temo que esta tendencia ha encontrado un nicho en nuestra sociedad”. Añade, además, que esto puede llevar a tener que “enfrentar situaciones de supresión de derechos e incluso de persecución en el futuro”.
ENTONCES… ¿CUÁL DEBE SER LA RESPUESTA?
Ante este momento histórico, en el que ya “algunos han sido encarcelados en Europa por cuestiones de libertad de expresión, tenemos que asumir que hay una advertencia en la Escritura que no es evitable: todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos”, concluye Llenas.
Esto no quita que “debemos estar atentos, velando y preparados para cualquier eventualidad”, añade Mira. “La idea de que la religión es para el área intima y privada y nunca para el espacio público, gana más y más adeptos y fuerza en nuestra sociedad”.
¿Cómo reaccionar?“ No sería la primera vez en la historia que esto se produce, debemos aprender de los primeros cristianos, su reacción natural fue: ‘¿A quién obedeceremos antes, a Dios o a los hombres?’”. “La convicción profunda de que la verdad de Dios es una realidad objetiva, externa y superior a nosotros y por tanto digna de ser mantenida” debe llevar a los cristianos a mantenerse seguros ante “todo tipo de intolerancia, por muy sutil que sea y por más revestida de laicismo, humanismo, racionalismo o cualquier ‘ismo’ con que aparezca”.
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