El coordinador de la delegación que representó a España en Ciudad del Cabo 2011, Jaume Llenas, espera que el impacto de la Llamada a la Acción final del congreso sea “muy importante”. Por ello, anima especialmente a “leer esta conclusión final”, que pese a ser “extensa” tiene un contenido “en el que podríamos reflexionar meses”.
El documento se dirige a todos los cristianos, estén donde estén, al integrar visiones diversas y tratar sobre temáticas muy variadas.
Jaume Llenas resalta que el documento final de Ciudad del Cabo está basado en un esfuerzo importante en buscar la interactividad, la participación de muchas personas. Esto se hizo con la “Global Conversation” previa al Congreso, para que Lausanne III no fuera “simplemente un evento”. Ya antes de 2010 se empezaron a exponer muchos contenidos que se publicaban en forma de artículos, escritos por personas que después participarían en Ciudad del Cabo. Este
énfasis en la participación también fue claro a través del uso de páginas web, redes sociales y los debates en grupos pequeños, en Sudáfrica. El documento final, por tanto, sale de una “trabajo de recopilación, de sensibilidad”, que ha llevado “no a una declaración más” sino a “un llamamiento a la acción”.
Esto muestra, según Llenas, que Lausanne no es sólo un movimiento de reflexión, ya que
desde las primeras expresiones en 1966 ya se puntualiza en dos factores muy importantes, “la reflexión teológica y la acción”. En esta línea, explica hubieron “dos personas claves”: John Stott en la reflexión y Billy Graham en el aspecto de la acción. Ambos enfoques y ambas personas “marcan el movimiento de Lausanne” también ahora en el siglo XXI.
TONO DE ARREPENTIMIENTO
La Llamada a la Acción explica de forma concisa cómo se aplicará la visión común de Ciudad del Cabo. Todo ello, en “un tono de arrepentimiento”, porque
es necesario que la iglesia reconozca que “ha habido cosas en las que hemos fallado, que no hemos hecho bien”, cree Llenas. Pero claro está, también hay “propuestas acerca de cómo debemos movernos hacia adelante, con equilibrio y el deseo de hacer las cosas bien, de llevar el testimonio de Jesús hasta todos los lugares de la Tierra, no sólo donde no ha sido escuchado, sino también donde ya ha sido escuchado y donde incluso ha sido olvidado”.
La declaración tiene nuevos enfoques para un mundo contemporáneo, situado en un momento concreto de la historia, pero se centra en dos aspectos del mensaje bíblico que son inamovibles y que deberían definir toda la acción: “hacer discípulos y amarse los unos a los otros”. Estos dos puntos aparecen al final del documento, a modo de resumen de las 6 secciones de la declaración. Son dos ideas “obvias, sencillas”, pero son “lo básico a lo que hay que regresar una y otra vez en cada generación, como iglesia”.
Es clave que la iglesia sea auténtica. Debemos “ser discípulos de Jesús, reflejarle a él” y sólo “entonces podemos hacer discípulos nosotros mismos”, enfatiza Llenas. En referencia a la unidad, es importante ver que en varias partes del Nuevo Testamento se insiste en que “la gente sólo verá que somos sus discípulos en la medida en la que nosotros nos amemos los unos a los otros”. Estas dos bases que resumen la declaración de Ciudad del Cabo sólo tienen sentido en una “iglesia misional, no una iglesia estática sino una iglesia en misión”.
HABLAR DE LA VERDAD EN UN MUNDO SIN VERDAD
“Jesucristo es la verdad del universo”. Esta frase abre una de las secciones del documento. Llenas reconoce que la afirmación es “políticamente incorrecta de una forma total”, ya que hoy en día “nuestro mundo no admite que existan verdades absolutas”, algo que además lleva a un “tipo de ‘tolerancia’ que destruye todo tipo de reflexión, todo tipo de capacidad de afirmar ideas o de tener creencias”.
Por ello, es importante que se defienda que el derecho de cada persona a afirmar su fe. Los cristianos, además, deberían ser claros en decir sin reparos que “Jesús es la verdad última del universo”. Esto no debe confundirse con obligar a nadie a creer nada, “no es imponer nuestra realidad, sino simplemente proponer una realidad que además se ve correspondida con la eficacia del evangelio en salvar y cambiar vidas”.
ACTUAR PARA RECONSTRUIR RELACIONES
Otro aspecto que a Llenas le destaca del documento es la centralidad de la reconciliación,
“una reconciliación transversal” que no se limita a aciertas áreas o personas. Por ejemplo, “una reconciliación hombre-mujer: los dos tienen su papel complementario en la proclamación del evangelio, en la iglesia, en todos los entornos”, pero también otros tipos de reconciliación, en las áreas de lo étnico o lo social. “Cuando el ser humano rompe su relación con Dios, también rompe su relación el uno con el otro”, así que “el evangelio no sólo es reconciliación entre el ser humano y Dios sino que es reconciliador de las relación entre seres humanos”.
Esto es algo que la iglesia no ha sabido comunicar, muchas veces, en situaciones de “ruptura” como el odio racial, en las que incluso se ha sido “cómplices por hablar o por callar, por acción o por omisión, como por ejemplo con el Apartheid”, un tema que estuvo muy presente en Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Y no vale, cree Llenas, que esta reconciliación se exprese sólo en la reflexión, debe ser “una realidad en nuestras iglesias”.
PROSELITISMO HUMANO VS. GLORIA DE DIOS
Dado que el movimiento Lausanne se ha centrado desde el inicio en la misión y la evangelización, la declaración quiere remarcar públicamente que
compartir el Evangelio de una forma bíblica no es igual a hacer proselitismo. “Hay una distinción clara”, dice Llenas, porque el “proselitismo busca edificar su propio reino, el proselitista busca captar para atraer hacia sí, tomar adeptos: el éxito es mi éxito personal, para lo que todo vale”. Como contraposición a este modelo, el secretario general de la Alianza Evangélica Española explica que el congreso ha buscado hacer un “llamamiento a la humildad, la integridad y a la simplicidad”.
La evangelización, pues, “no trata de buscar éxito personal sino que busca en primer lugar la gloria de Dios”, que es “el único ser en todo el universo que se la merece”. En primer lugar se comparte el evangelio para “buscar nuevos adoradores, porque el Padre busca nuevos adoradores”. Pero el explicar a otros sobre las buenas noticias también viene motivado por “el amor a las otras personas”, porque “la gente se pierde sin Cristo”. En conclusión, hay una clara distinción entre el proselitismo, que busca “construir su propio imperio” y la evangelización, que “está centrada en la gloria de Dios y en el amor hacia los otros”.
“INTOLERABLE” QUE TANTOS NO SEPAN DE JESÚS
Llenas cree que para la iglesia debería ser “intolerable” que en el mundo haya “cientos de millones de personas que ni siquiera han oído de Jesucristo”. Aunque la misión suele centrarse en los pueblos que no han tenido aun noticias del cristianismo bíblico, es importante darse cuenta, cree, que también
hay sociedades que “viven en el post-cristianismo, como lo son las sociedades occidentales, especialmente en Europa”, un contexto donde “hoy en día hay muchísimos jóvenes que con 12, 13, 14 años casi jamás han escuchado de la persona de Jesucristo, que en Navidad no saben qué se celebra”.
Que haya este desconocimiento muestra en parte que la iglesia en occidente se ha convertido en comunidades “ensimismadas, preocupadas en sus propios negocios, preocupadas por repetir el culto del domingo pasado, por pasarlo bien espiritualmente”, lo cual es según Llenas “un alejamiento total del evangelio de Jesucristo”.
Aún así, hay el otro lado de la balanza, y es bueno darse cuenta que “jamás ha habido tantos cristianos en el mundo” y que “no hay ningún movimiento espiritual en el día de hoy que crezca tanto como el cristianismo”. “Las dos realidades son ciertas: existen los pueblos no alcanzados pero hoy en día Dios se está moviendo de una forma en la que jamás lo había hecho en el mundo”.
VOLVER A “UN ESTILO DE VIDA SIMPLE”
En la Llamada a la Acción se habla de un cambio drástico en “el estilo de vida” en el que viven los cristianos. “El texto está lleno de reconocimiento de los errores de la propia iglesia”, observa Llenas, algo positivo porque sería un error caer en el “triunfalismo” a la hora de analizar la situación actual de la iglesia en el mundo. La iglesia está formada por “pecadores, de gente que se ha equivocado, que ha perdido el rumbo” y una de las realidades que hay que reconocer es que “hay idolatría dentro de la iglesia, que muchas veces no es tanto la adoración de otros dioses sino que en muchos casos es la adoración de nosotros mismos”.
El dejar de tener a Dios en el centro destroza el sentido por el que existen las comunidades cristianas, y “el éxito en términos humanos mata a la iglesia”. Por tanto, “las cosas no se pueden hacer de cualquier manera” para conseguir unos resultados aceptables humanamente hablando, sino que hay que buscar actuar “a la manera de Dios”, preguntándose “¿cómo lo haría Jesús? ¿cómo lo hizo Jesús cuando estuvo aquí?”.
Esto en parte llevará a la iglesia a “volver a un estilo de vida simple”, un objetivo presente desde hace años en el movimiento Lausanne. “Jesús no fue rico, debemos reafirmarlo, no andaba rodeado de riquezas como muestra de que eso era la bendición de Dios”. Por tanto, el añadir al cristianismo una áurea de materialismo o bienestar económico, como se da en el caso del llamado ‘evangelio de la prosperidad’, es una “mentira” que no se encuentra en el evangelio.
Ciudad del Cabo aboga, pues, por volver a un estilo de vida simple, “no centrado en el éxito o la riqueza, sino centrado en Dios”.
LA UNIDAD BIEN ENTENDIDA
Uno de los últimos aspectos que la declaración recuerda es que “
una iglesia dividida no tiene ningún mensaje que ofrecer a un mundo dividido”. Pero la unidad no debe malinterpretarse. “Esta unidad no es la unidad en la que a veces pensamos, una unidad institucional con una gran estructura”. Hay que “entender que Dios nos hizo diversos, y el reconocimiento de la diversidad es muy importante incluso para la existencia de la iglesia”.
“Si algo se vio en Ciudad del Cabo es lo diversa que la iglesia es, veíamos no sólo un montón de caras diferentes, de formas de vestir diferentes sino incluso de formas diferentes de entender la espiritualidad, la iglesia es diversa en todas sus maneras”. Lo que trae unidad a la iglesia no son las formas o las organizaciones, sino “Dios, que es el mismo, un Dios trino. Es en la unidad de las tres personas de la trinidad donde tiene sentido la iglesia”. Así que debemos “preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”, algo que “no siempre hemos conseguido visibilizar”, pese a que ya estaba ahí y fue creada por Dios mismo.
“A veces hemos creado grandes movidas, grandes instituciones, que al final no son el propósito de Dios”. Son erróneos, pues, los modelos en los que hay una gran organización “con un gran líder central que es la voz de todos”. Tampoco son bíblicas aquellas iglesias en el otro extremo, las que no colaboran con otras. Estos dos peligros desgraciadamente siguen estando presentes y por eso es básico buscar el sentido bíblico de la unidad, porque “cuando seamos uno, el mundo sabrá que el Padre ha enviado al Hijo”. Si la iglesia es capaz de reflejar esa unidad que es espiritual, “sintiéndonos parte de algo que nosotros no hemos creado pero a los que sí pertenecemos”, entonces “la gente creerá”.
MÁS INFORMACIÓN
Puede escuchar aquí la
entrevista completa de Esperanza Suárez a Jaume Llenas sobre la Declaración final de CT2010.
También puede
leer el artículo que resume las ideas centrales del Llamado a la Acción de Ciudad del Cabo. Por último, puede descargarse
la declaración completa en la página web de Cape Town 2010
Si quieres comentar o