El empresario vendedor pedía por los 1200 documentos unos 60.000 euros; un precio que según C. Vidal se quedaba muy corto. El escritor cuenta su reacción: «Lo primero que hice fue avisar a la Guardia Civil. Pero si llegan a dar con alguien sin escrúpulos habría comprado el material y se habría hecho de oro», afirma. «Una editorial grande nos habría dado, fácil, fácil, el doble o el triple de lo que nos pedían sólo como anticipo. Y un coleccionista privado o una universidad americana nos habrían dado diez veces su precio».
LA REALIDAD IGUALA A LA IMAGINACIÓN
Estos documentos, de gran valor histórico y que se estimaban perdidos, estaban en posesión de un empresario valenciano. Hace unas semanas éste contactó con Vidal enviando un correo electrónico a su secretaria. Sólo tres palabras: «vendo», «memorias» y «Alcalá-Zamora». Un segundo mensaje llegó después con las pruebas solicitadas por el periodista: fotografías caseras de algunos documentos escritos, de su puño y letra, por el ex presidente de la República.
César Vidal, al recibir el correo electrónico con la información, consulta con Fernández-Coppel, que acude a sus conocimientos de grafología para contrastar el texto del ex jefe del Estado que le envían por correo con los documentos que tiene en casa. Al comprobar la veracidad de los mismos, Vidal comunica al vendedor que acepta reunirse con él, pero le dice que en su lugar enviará a un colaborador suyo, sin mencionarle que es Fernández-Coppel, versado en la Segunda República. Con él irá un agente de la Guardia Civil de paisano para preparar el terreno. El resultado deja estupefacto a Coppel.
«Ni la maleta de José Antonio ni los cuadernos de Azaña -sentencia Vidal-. Creo que no se ha encontrado una documentación más valiosa que ésta». La cita definitiva se produce en la cafetería Rodrigo de Valencia, un acogedor local a unos 200 metros del Ayuntamiento. A la salida del bar, los agentes de la Benemérita detienen al vendedor y se incautan del material.
Con esta acción, el Grupo de Patrimonio Histórico de la Guardia Civil ha recuperado 1.200 documentos del ex jefe del Estado Niceto Alcalá-Zamora robados en 1937, entre los que se encuentran desde sus memorias manuscritas -que después tuvo que reescribir en el exilio- hasta su dietario y cientos de cartas e informes, pasando incluso por algunos de los pedazos más dolorosos de su intimidad, como la factura que le cobró la Funeraria de la calle Desengaño de Madrid por el entierro de su esposa, así como la carta de pésame que le envió Unamuno.
Así hasta hoy, aunque la familia que poseía los documentos no cesó en la reclamación de su titularidad. Un juzgado llegó a declarar prescrito el robo, lo que ha permitido ahora la operación de dación por impuestos.
UN ROBO CÉLEBRE
Los antecedentes de esta historia nos llevan al año 1937, cuando un grupo de incontrolados desvalija las cajas de seguridad de la oficina del banco Credit Lyonnais de Madrid y se lleva los recuerdos personales del ya ex presidente Alcalá-Zamora, de exilio voluntario de España.
Los materiales jamás se supo, ni tampoco el peregrinar de un maletín que parecía habérselo tragado la tierra. Pero tenía dueño, un arquitecto por aquel entonces veinteañero que se llevó a la tumba el secreto de cómo lo consiguió.
Es precisamente su muerte, a finales de los años setenta y en accidente de tráfico, lo que devuelve a la vida los papeles perdidos de Alcalá-Zamora. La maleta de cuero queda incluida en el reparto de la herencia y le cae en suerte a uno de los hijos, el empresario de esta historia, sin que ni siquiera -según su testimonio- sepa cuál es su contenido.
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