En una completa
entrevista, Manuel Suárez, que ejerce su profesión de médico y además es político en activo, repasó la presentación de Zapatero así como las motivaciones que le pudieron llevar a participar en un acto evangélico, siendo un agnóstico declarado.
Suárez reconoce que estaba muy «expectante» por ver la actuación de Zapatero ya que es un defensor del laicismo. Un laicismo «dogmático», para el que «no hay una posible convivencia entre las religiones y la laicidad». Según este concepto, explica Suárez, «o bien se somete la libertad a la religión, o bien la religión desaparece y se encona en la vida privada para desaparecer del espacio público». Una visión excluyente que no se corresponde con la defensa de la laicidad del Estado que surge de países de mayoría protestante, como es el caso de los Estados Unidos.
«Los fundamentos democráticos de la sociedad americana se asientan en valores bíblicos», afirma Suárez. Algo que «el laicismo español no puede entender, y por eso no pueden entender que un presidente laico como Obama se exponga a cerrar sus ojos para orar en público». «El Gobierno laicista -explica Suárez- no ha renunciado a promulgar sus criterios éticos a la sociedad» algo que no tiene nada que ver con la verdadera libertad que se sustenta en valores bíblicos.
Para Suárez, el problema de la política de Zapatero está en que «amenaza los fundamentos de la democracia, no es igualitaria, ya que prohíbe a los creyentes mostrar públicamente su fe». De esta forma «se imponen criterios éticos a creyentes y no creyentes (...) decidiendo lo que es ortodoxo y lo que es herejía». Por eso los creyentes «van notando de forma fatalista este arrinconamiento» que los lleva a una retirada de la escena pública.
EL DESAYUNO DE ORACIÓN
El vicepresidente de la AEE valoró la participación de Zapatero en el desayuno como un acto «de oportunismo, para conseguir beneficio político». «Para Zapatero, Washington bien vale un desayuno de oración», afirmó irónico Suárez. Pero aparte de la renta política, la valoración de su actuación «para quienes sabemos qué es un desayuno de oración, podemos reconocer que no ha sabido estar». Suárez considera que el presidente «no ha dudado en atravesar el Atlántico y meter un texto de la Biblia para ganar rentabilidad política en un acto protestante ante los protestantes americanos, pero no ha sido capaz de abrir la Moncloa para sin desplazarse un metro, recibir a los protestantes españoles». Por lo tanto, «su actuación le ha mermado credibilidad».
Suárez considera que Zapatero acudió al acto mal asesorado, ya que demostró que no sabía como comportarse en este acto de oración. «Si hubiese recibido a los protestantes aquí antes hubiera tenido una mejor actuación», afirma en referencia al hecho de que, por ejemplo, no cerrase los ojos para orar.
En cuanto al discurso, Suárez lo encuentra descolocado. «Debería saber que allí se va a orar por los líderes políticos siguiendo el mandato de 1 Timoteo 2.2, y que debe presentar allí motivos de oración (...) Que no es soltar el discurso de su programa político», lo que finalmente se concluye del discurso.
El presidente citó la Biblia, un pasaje del libro de Deuteronomio. Pero Suárez tampoco salva este gesto, ya que «hizo como los malos teólogos: primero diseñó su discurso, que le pareció que debía manifestar, y luego metió algo de la Biblia para meter que dé soporte a lo que proponen». Además «metió las tijeras a la razón que este texto da, que es ´para que no clame contra tí y sea en ti pecado´. El agnosticismo le impedía citar palabras como Dios o pecado», reflexiona Suárez.
En cuanto al discurso, claramente abogó por «la libertad moral como un relativismo a defender sin fundamentalismos ni superioridades morales. Otro error de Zapatero que erró en su cometido, ya que «si fue a predicarles laicismo y convencerlos de sus posturas, desde luego sobraba la cita bíblica y la reseña al pueblo americano como precursor por las libertades de la democracia. Porque esa lucha la llevaron adelante los puritanos fundamentalistas, aquellos convencidos de la superioridad moral de sus convicciones espirituales, la superioridad moral de los principios bíblicos», afirma con contundencia.
«Zapatero debería saber que la libertad religiosa en los Estados Unidos no se estableció desde el relativismo moral, sino desde firmes principios bíblicos y profundas convicciones religiosas. Sus asesores deberían haberle contado la historia», insiste Suárez. «El relativismo moral no es compatible con ese pueblo americano».
Por último, Suárez invitó a Zapatero a «que se prepare mejor» y a que «escuche a los protestantes de su país», que tienen mucho que decir. Y también invitó «a la sociedad a que conozca a los protestantes», para que «conozcan la forma de orar, de cantar, de abrir la Biblia. Eso enriquecerá a la sociedad de este país». También recordó a los protestantes que se convenzan «de que tenemos mucho que aportar a nuestra sociedad».
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