Esta semana se reúne la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) para estudiar y, probablemente, aprobar un plan para hacer frente a esa crisis. Ha sido elaborado por la Comisión de Misiones con el nombre de "misión ad gentes en España".
La recesión afecta al nuevo sistema de financiación del Estado a los obispos. Los prelados inician su asamblea el lunes y trabajarán hasta el viernes. Los preside el cardenal Antonio María Rouco, que pronunciará mañana un largo discurso, el primero desde que en marzo pasado volvió a asumir el liderazgo de la CEE.
En España, apenas un 4% de quienes se dicen católicos son practicantes activos, es decir, van a misa habitualmente, creen en las verdades de su confesión y adaptan las grandes decisiones de la vida a la prédica de sus jerarcas. Son sobre todo mujeres y personas mayores, sin que los obispos encuentren la forma de atraer a los jóvenes. Del resto de quienes se dicen católicos, la inmensa mayoría lo es de manera ocasional. No van nunca a misa o lo hacen por compromiso social: entierros o bodas, en procesiones de Semana Santa, etcétera. Son lo que el sociólogo Juan González Anleo llama "católicos ocasionales" y "católicos festivos". Este catedrático de la Universidad Pontificia de Salamanca sostiene, sin embargo, que "la minoría activa de católicos comprometidos suma un millón de personas, más que ningún partido o sindicato". "Hay que romper el estereotipo. España sigue siendo católica. Negarlo es mala fe", proclama.
Lo que más preocupa a los obispos es "la sordera" de los jóvenes ante el mensaje eclesiástico. ¿A dónde van quienes se alejan de la iglesia en que fueron bautizados? Una pequeña parte termina siendo atea, algunos se refugian en iglesias protestantes y la mayoría engrosa lo que González Anleo llama "los poscatólicos". "No rechazan la Iglesia, pero la encuentran desfasada y anticuada", dice.
¿Será capaz la jerarquía católica de parar ese retroceso? El cardenal Rouco regresó en marzo pasado a la presidencia de los obispos con esa misión, después de un mandato de tres años del obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez. Rouco ya lideró la CEE entre 1999 a 2005 y es, junto a los cardenales Antonio Cañizares (primado de Toledo) y Agustín García-Gasco (Valencia), la punta de lanza de una ofensiva que ve en los socialistas a sus principales enemigos. La posible reforma de la ley de Libertad Religiosa, la anunciada ampliación de la llamada ley del aborto y la implantación este curso de la asignatura de Educación para la Ciudadanía son los puntos de mayor fricción. Pero Gobierno y episcopado llevan meses sin enfrentarse con la acritud con que lo hicieron en los tres años pasados. En todo caso, la mayoría de los obispos sigue pensando que el Gobierno socialista les es hostil porque promueve un "laicismo fundamentalista" que busca arrinconar lo religioso en las sacristías.
CRISIS ECONÓMICA
Otro punto de preocupación del episcopado es la crisis económica. Varias diócesis reconocen ya un descenso "muy grave" de sus ingresos por el cepillo y donaciones de fieles. Además, la recesión estalla en el primer ejercicio presupuestario del nuevo sistema de asignación tributaria acordado en 2006. El Gobierno incrementó entonces un 34% el porcentaje que el Estado da a la Iglesia católica para su "sostenimiento" mediante la cuota del IRPF de los contribuyentes que expresen ese deseo. El pacto causó gran disgusto en el sector laicista del PSOE y del Gobierno.
El nuevo sistema tiene "carácter indefinido", es decir, el Ejecutivo socialista renunció a exigir a la Iglesia católica su compromiso de autofinanciarse, asumido solemnemente en los acuerdos suscritos con la Santa Sede en 1979. En 2009 Hacienda ingresará cada mes en una cuenta de la Conferencia Episcopal algo más de 13 millones de euros por ese concepto. Antes del próximo 30 de noviembre deberá efectuarse la liquidación provisional. Hacienda y los obispos guardan celosamente el resultado del nuevo sistema en su primera experiencia.
En España hay 69 diócesis católicas, más el arzobispado castrense. En la asamblea que empieza mañana tienen derecho a voto 77 prelados.
CAÑIZARES SE VA A ROMA
Si el peso de las iglesias locales se midiese por la presencia en Roma, la española sufre una grave recesión. Benedicto XVI lo remedia ahora en parte llamando a su lado al cardenal Cañizares. Será el nuevo prefecto de la Congregación de Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, uno de los departamentos de la curia. Con Juan Pablo II llegó a haber hasta tres ministros españoles: los cardenales Martínez Somalo, Julián Herranz y Antonio María Javierre. Los dos primeros están jubilados y Javierre falleció hace un año.
Primado de España desde 2002, Cañizares tiene 63 años y ya trabajó con Benedicto XVI cuando el entonces cardenal Ratzinger presidía la Congregación para la Doctrina de la Fe y Cañizares dirigía su sucursal en Madrid. Fue entonces cuando amigó con el futuro Papa hasta el punto de que se le conoce cariñosamente como "el pequeño Ratzinger". Doctrina de la Fe es como se llama ahora el temible Santo Oficio de la Inquisición. Su actual viceministro es el jesuita Luis Ladaria, hasta ahora el más alto cargo español en el Vaticano.
Con la marcha de Cañizares, el Gobierno socialista se libra de uno de los críticos más agrios, aunque sus informes sobre España tendrán ahora un peso mayor en Roma.
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