Este lunes a las 16.00 se abrían las puertas del Tanatorio de Ronda de Dalt (Barcelona) para que la familia Ghaferieh Bogossian recibiera el consuelo y el abrazo de decenas de familiares, amigos y hermanos de fe ante tan enorme pérdida. María Ghaferieh Bogossian daba su último suspiro en presencia de sus familiares a las 05.00 de la madrugada en una habitación de la séptima planta del Hospital La Vall d’Hebron de Barcelona.
La mañana del día anterior a su muerte, su petición de socorro cambió por un ruego totalmente altruista de cuidado y bendición por aquellos que más amaba: “Orad por mi familia”. Esta fue la frase de alguien que no simplemente intuía que se iba sino que conocía bien a dónde se dirigía. Y este es el mayor consuelo que ha podido transmitir a todos los que la rodeaban. María se entregó en fe a Jesús en el año 2004. “Ella era muy rebelde a todo lo que tuviera que ver con Cristo pero un día se arrepintió y cambió radicalmente” –dice uno de sus familiares. Este cambio es el que le ha permitido que muchos quedaran impactados por su plena entereza ante su dramática situación.
Estos son días de recuerdo en su honor, días de tregua en una cotidianidad esclavizada por la falta de tiempo por el ocio de las vacaciones, que impide que las personas consideren la fugacidad de la vida. Tiempo para la reflexión. Tiempo para el recuerdo. “Ella siempre era la que traía alegría” –decía uno. Fuerte, alegre, entrañable y con mucha fe, son algunos de los atributos que se podían escuchar cuando la nombraban en el tanatorio y que nosotros diríamos como se dijo de Jesús mirad como la amaban.
A María se le había diagnosticado una leucemia avanzada hacía más de un año y desde entonces no ha parado de luchar contra esa enfermedad, sin embargo, no ha estado sola en ningún momento, su esposo, Rubén Pérez, y sus dos hijos de 4 y 7 años, Aarón y Axel, han estado a su lado en todo momento mostrándole un amor sin condiciones y un consuelo que ha cobrado vida de las palabras a las miradas pasando por gestos y abrazos, y terminando en un adiós que no durará para siempre.
En los últimos días de su vida María buscó sin pausa un donante compatible que pudiera aportar una solución a su enfermedad. No lo encontró. Pero pocas personas hubieran logrado que ella hizo: movilizar a toda una masa de personas de todo el país que, identificándose o no con su fe, entendieron que la solución podía estar una vez más en la sangre, y cómo ella declaró, aunque su vida no se salvara puede que muchas otras personas se salvaran gracias al movimiento que ella creó ¿a caso no es esto un ejemplo de dar la vida por los otros? Aprendió bien de su Maestro.
NOTA DE LA REDACCIÓN
Informaciones que duelen. Los medios de comunicación no son un ente frío y calculador que simplemente se dedica que sacar noticias e información que pueda interesar al consumidor o al mismo medio. Es una entidad formada por una estructura que está compuesta por personas. Es por eso que un medio no siempre se complace en las informaciones que da, y este es el caso.
Nos duele tener que informar de muchos sucesos pero sobre todo nos duele tener que informar de sucesos tristes que tienen que ver con personas cercanas. Y en este caso no sólo personas que comparten un mismo territorio, una misma "filosofía de vida", un mismo sistema social, unos mismos sentimientos, sino personas con las que compartimos una misma fe, un mismo destino, una misma forma de amar y una misma esperanza. Entre estas está María Ghaferieh Bogossian. Una luchadora experta en el arte de la fuerza, el amor y la convicción de una fe que ha movido más que montañas, porque movió corazones.
Algunos dicen que estas experiencias son las que te hacen perder la fe. Otros pensamos que estas experiencias son las que pueden reafirmar que sólo se puede tener fe en una sola persona, la única que dijo: "Yo soy la resurrección y la vida el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá".
Estamos contigo María.
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