Seguir al pie de la letra, de la forma más literal posible, las enseñanzas y normas establecidas en el Corán y los hadices (dichos y acciones de Mahoma) e imitar el modo de vida de los salaf (ancestros, en árabe), aquellos que acompañaron al profeta en la primera etapa del islam. Ese es el alma del salafismo, una doctrina ultraortodoxa que en los últimos años ha multiplicado su número de seguidores en Catalunya.
La evolución de la cifra de oratorios salafistas en Catalunya así lo atestigua. En cuatro años han doblado su presencia. Así, si en el 2004 contaban con una quincena de oratorios, concentrados en su mayor parte en Tarragona, ahora controlan ya entre 27 y 30 mezquitas y su área de influencia se ha extendido a Lleida y a Girona, según las cifras que manejan las autoridades. En Barcelona, su presencia es marginal.
MÉTODO SIMPLE
Para expandirse, los salafistas crean mezquitas nuevas o se hacen con el poder en oratorios ya existentes. Su método es simple. Primero, intentan convencer al imán de que les deje organizar actividades como lecturas o conferencias sobre el islam. Si se muestra reticente, le desacreditan ante el resto de musulmanes acusándole de no conocer correctamente la doctrina islámica. Al resto de los fieles les dicen que el Corán establece la obligatoriedad de cambiar al imán cuando no es el adecuado, ya que si no se hace así el rezo queda invalidado.
Los propios salafistas señalan que la cifra de 30 mezquitas se queda corta. "Hay más de 50 oratorios salafistas en Catalunya", explica Said Hamduni, coordinador de la mezquita de Reus y uno de los líderes más activos de esta corriente en Catalunya. "Soy salafista", reconoce Hamduni con orgullo e insiste en que "el salafismo es el verdadero islam". "Nosotros seguimos al pie de la letra las enseñanzas de Mahoma. Si algo no está escrito en el Corán o los hadices, no lo consideramos válido", explica Hamduni, cuya biografía es la de un inmigrante de éxito.
Llegado a Catalunya en 1993 tras licenciarse en Filosofía y Letras en Marruecos, Hamduni trabajó duro hasta convertirse en empresario. Ahora tiene una empresa de construcción. "Aquí trabajo, aquí tengo a mi familia, mi empresa y pago mis impuestos. Que me diga alguien que yo no me he integrado", desafía.
COMERCIANTES DE ÉXITO
Muchos de los líderes del colectivo salafista en Catalunya responden a un perfil similar. Se trata de emigrantes marroquís --aunque hay algunos argelinos-- que llegaron en los 90 y que han tenido éxito en sus comercios o con sus empresas. Para ellos la promoción de la actividad religiosa ha servido para obtener el reconocimiento social en su comunidad. Muchos tuvieron una juventud disipada y vivieron un proceso de renacimiento religioso.
Un experto consultado por este diario confirma "la expansión del salafismo en Catalunya". Pero precisa que no es un movimiento organizado: "Es una doctrina a la que se está sumando cada vez más gente. No tiene una jerarquía ni liderazgo claro".
¿Por qué una doctrina tan rigorista tiene éxito entre los musulmanes que viven en occidente? "Porque el salafismo fascina", resume este experto, que detalla: "Ofrece respuestas sencillas y literales --basta con ir a ver qué dice el Corán-- a preguntas muy complejas. Al basarse en los textos, es fácil de seguir. Y el hecho que de se den unas pautas morales tan claras, que haya incluso un cambio en el modo de vestir... todo hace que sea un subidón de identidad".
Igual que en grupos ultraortodoxos cristianos (los amish, por ejemplo, con sus sombreros y tirantes) o judíos (los hachidín, con sus tirabuzones), los salafistas visten de un modo concreto. Para emular a los compañeros del profeta, cambian su aspecto y sus ropas. Se dejan crecer la barba y se visten con chilaba o camisas de faldones con pantalones cuya pernera no debe bajar del tobillo. En algunos casos, los imanes impiden entrar en el oratorio con tejanos y han presionado a los barberos para que no afeiten a sus clientes.
El cambio de la vestimenta también afecta a las mujeres. "No deben vestir ropas que marquen su cuerpo. Eso es lo que dice el Corán. Deben ir tapadas, excepto la cara y las manos", señala Hamduni. Pero la expansión salafista ha llevado consigo la aparición en Catalunya del niqab, que cubre de arriba abajo, salvo una pequeña abertura para los ojos.
Esos cambios se enmarcan en la intención de los salafistas de marcar diferencias con la sociedad catalana. De hecho, las fuerzas de seguridad alertan ya de procesos en que estos grupos religiosos intentan blindar a la comunidad musulmana de las localidades donde residen. En algunas zonas, los imanes han pedido a los files que reduzcan su relación con los no musulmanes al mínimo. Hamduni lo niega: "No queremos apartarnos de la sociedad. Solo queremos vivir de acuerdo a nuestra religión".
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