Se han quedado literalmente sin paredes, ni techo, como colofón al tortuoso camino que han obligado a emprender a esta comunidad. Nada de esto imaginaban cuando decidieron abrir una iglesia, hace tres años y medio, en la nave número seis del polígono industrial de Icaria, en Perillo.
Para estos seguidores de Jesús que preconizan ejercer su fe cristiana sin corsés, ni jerarquías, el derecho constitucional a la libertad de culto religioso ha sido conculcado. Hablan de persecución. "No sabemos si por motivos religiosos o políticos, pero nos sentimos perseguidos", afirma el pastor, Roberto Reed.
Están teniendo que celebrar sus dos reuniones semanales al aire libre, ante la puerta precintada de su templo. Y los niños recibieron su escuela dominical en los bancos de una zona ajardinada.
Desde el principio del conflicto, todo fueron trabas por parte de las autoridades municipales, que no dejaron de alargar la lista de requisitos y trámites para conceder la licencia que pidieron sin ser necesaria por tratarse de una actividad religiosa, "que ni es clandestina, ni sectaria", subraya su pastor Roberto Reed.
El principal pecado de estos protestantes, a tenor del escrito remitido por el ayuntamiento, es el de hacer demasiado ruido. Ya hace unos meses que, por temor al cierre, habían reducido a dos guitarras acústicas, sin amplificadores, el acompañamiento a sus cantos durante los oficios religiosos, en una zona industrial rodeada de naves y oficinas por lo general cerradas ese día. También "rectificaron", según Reed, el excesivo ruido de sus encuentros para jóvenes que celebran cada viernes por la noche. "Es verdad que la participación de un grupo de músicos en esas reuniones era alguna vez demasiado ruidosa, pero hace más de un año que ya no es así", explica el pastor.
De nada valieron el informe de medición acústica que realizaron con una empresa homologada y sugerida por el ayuntamiento, ni las obras para cumplir con "requisitos sanitarios" como el de dotar de ventana y rejas a la nave que les sirve de templo. Los residentes de la zona no corroboran las molestias y "denuncias vecinales" que esgrimen las autoridades locales para precintar la nave. Según Reed, sólo hay un vecino, dueño de un estudio de grabación cercano, que se ha quejado de las actividades de estos evangélicos. "No queremos estar peleados con nadie", afirma el pastor, "y estamos dispuestos a rectificar todo lo que sea necesario para solucionar este problema". Pero la queja de un vecino, que sólo convive con la iglesia en horas laborales ha sido la razón para que el Ayuntamiento precinte el local.
El pasado jueves, Reed se reunión –junto con David Zapata, el otro pastor de la iglesia, y David Rego, Secretario general del Consello Evanxélico Galego) con la concejala de Urbanismo, María de los Ángeles de la Fuente, quien "ya había mostrado la mejor de las voluntades" el viernes, antes de que la Policía Local precintase la nave y las oficinas del templo.
"Hay mucho reparo a aceptar los evangélicos. Nos cierran iglesias y, a diario, nos señalan", afirma el secretario del Consello Evanxélico de Galicia, David Rego. Hace poco más de un año, en Lugo, se cerró un templo de evangélicos de etnia gitana bajo el argumento de que la normativa municipal establecía que una iglesia tenía que albergarse en un edificio independiente. "Es anacrónico a estas alturas que se conculque así la libertad de culto", lamenta Rego, "pero estamos acostumbrados".
«Un católico puede ir a otra iglesia, pero nosotros no» dice Marta, que es miembro de la iglesia evangélica. Lo es de toda la vida. «Mis padres lo son también», explica. El cierre de la nave del polígono de Icaria no le ha sorprendido porque, según dice, «el Ayuntamiento de Oleiros es un poco especial y conocíamos que el vecino de al lado había puesto una denuncia por ruido».
Lo que le disgusta es no tener un templo en el que celebrar los actos religiosos correspondientes a su fe. «Nos fueron pidiendo informes y fuimos haciendo todas las reformas que nos pedían, por eso no se entiende que hayan precintado la nave», comenta.
OPCIONES
En este sentido, explica que el caso al que se enfrenta su comunidad es como si a un cura católico le cierran la iglesia en la que da misa los domingos. «La diferencia -destaca- es que en el caso de los católicos en España, los fieles pueden ir a otra iglesia. Nosotros eso no podemos hacerlo porque no hay».
Lo único que les queda a los miembros de esta comunidad de unos 150 miembros es reunirse en las casas o al aire libre, justo delante del templo. «El problema es que la oración de la noche no se puede hacer fuera, sobre todo por los niños», dice.
MULTIMEDIA
Pueden escuchar aquí una entrevista de Esperanza Suárez a
Roberto Reed, pastor de la iglesia (audio, 5 Mb)
Y aquí otra de Daniel Oval a
David Rego, Secretario general del Consello Evangélico Gallego (audio, 3 Mb) en apoyo de la iglesia de Oleiros.
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