La sala se llenó de cabezas con pañuelo mientras Abdennur Prado, español converso y organizador del II Congreso de Feminismo Islámico, explicaba su visión del Corán. "No se deben seleccionar fragmentos, sino mirar el texto en su conjunto". Sólo entonces se puede percibir el sentido del texto, sagrado para los musulmanes, respecto a la mujer. Y éste no es otro, asegura, que la más estricta igualdad entre los unos y las otras.
Mientras asienten todas las conferenciantes, interviene Kamila Toby, musulmana, estadounidense de nacimiento, cordobesa en la actualidad. "El islam, por sí sólo, es feminista", lanza contundente mientras se ajusta el pañuelo, naranja y suave, sobre su cabeza. Ella, como la inmensa mayoría de las creyentes que residen en España, está acostumbrada a las preguntas del desconfiado. Y corrobora su teoría con un gráfico ejemplo: "El hombre está obligado a mantener a la mujer, y ella se ve así liberada para poder cuidar a los niños". Quizá para validar su concepción confiesa ser madre de cinco hijos. Y añade que las pertenencias del hombre, según el Corán, son de ambos, pero aquello de la mujer es propiedad suya en exclusiva.
No lo ven así las feministas laicas, que observan una doble represión de la mujer en el ámbito musulmán: religiosa y patriarcal. "Las feministas occidentales siempre han pecado de dar la impresión de que van a salvar a las pobrecitas musulmanas, a abrirles los ojos", señala Ndeye Andújar, catalana y musulmana. "El islam no se contradice con ser feminista, y así lo deben de entender las laicas", precisa.
Entonces alza la voz Codou Bop, senegalesa y conferenciante en las jornadas. Se queja, en el turno de palabras, de la existencia del "viejo" debate. "Llevamos 20 años hablando de las diferencias entre unas y otras", dice para preguntarse inmediatamente: "¿Y qué hemos hecho hasta ahora?". Su intervención fue, de largo, una de las más aplaudidas en la sesión de ayer.
Pasan los años y muchos conceptos se relativizan. Incluido el papel del pañuelo, símbolo del islam femenino. Y es que, entre las decenas de pañuelos de colores sobresalen, igualmente islámicas, algunas cabezas desnudas. Ndeye tampoco vio nunca la necesidad de cubrirse con un pañuelo para expresar su fe, e incluso cree que el problema se agrava cuanto más se habla de ello. "La ley francesa [que prohíbe tapar la cabeza en las escuelas] ha sido contraproducente", dice con conocimiento en tanto que vive en París. "Ahora que se ha aprobado, se usa más el velo, ya que ilegalizar su uso llevó a un enfrentamiento político". Pero, ¿por qué decide una joven usar el pañuelo? "Las respuestas son tantas como mujeres existen", argumenta Ndeye, porque ningún versículo del Corán habla de ello. "Tan sólo dice que la mujer debe ocultar su atractivo humildemente", pero no explicita cómo.
De ahí la importancia de la visión con la que se lee el texto sagrado. "Hoy", zanja Ndeye, "debemos utilizar los ojos del siglo XXI". Probablemente ha sido la actividad de "supuestos" sabios, , lo que ha deformado el significado del Corán. "Sólo los estúpidos creen en las injusticias", indica.
Pero el patriarcado es un tema espinoso, asegura Escudero, presidente de la Junta Islámica de España, ya que en Afganistán las mujeres aún hoy portan burka, que cubre el cuerpo entero de la cabeza a los pies con una rejilla para los ojos. "Y se invadió el país pensando en liberarlas", recrimina. En la antigüedad, la mujer islámica llevaba velo para diferenciarse de las esclavas, recuerda Ndeye.
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