El juego en España está regulado por ley y todo premio tributa a Hacienda. Sin embargo, no deja de sorprendernos las cantidades que mueve el gran negocio de la suerte. La Lotería de Navidad es un reparto de dinero, al fin y al cabo, que todos aquellos que juegan deciden dejar al azar.
Para ponerlo en perspectiva, podríamos compararlo con los presupuestos que maneja el Estado para el 2014 en algunas categorías:
- Para fomento de empleo, se destinarán algo más de cuatro mil millones de euros.
- Para la Investigación y desarrollo (I+D+I) en materia civil se invertirán 5.633 millones.
- En Sanidad, la cantidad presupuestada es de algo más de 3.800 millones.
- En Educación, la cifra asciende a 2.150 millones de euros.
- El presupuesto en políticas de acceso a la vivienda y fomento de la edificación suma 800 millones, una cifra superior a la destinada a Cultura, que se queda en 716 millones.
Es decir, que
el dinero que los habitantes de este país gastamos únicamente en la Lotería de Navidad supera al presupuesto que destinamos -a través de los impuestos- a Educación.
Pero, ¿saben cuánto dinero gastamos en juegos de azar, sumando todo el gasto -desde las tragaperras a los sorteos privados (ONCE) así como los distintos sorteos estatales- en un año?
Según el informe del Gobierno, en el año 2011 la cantidad fue de 26.585 millones de euros. Es decir, siete veces más que el gasto en Sanidad pública.
¿Será la crisis capaz de despertar en la población la noción de que algo falla en este modelo? Después de cinco años en recesión, la respuesta es no.
Y la cuestión parece no preocupar demasiado a nadie. Desde los grandes a los pequeños medios de comunicación han seguido al detalle el sorteo de hoy, y repetirán la jugada en dos semanas para el “sorteo del niño”. Este domingo todos los informativos de televisión comenzaron su espacio hablando del Gordo. Se buscan las historias tiernas, de aquellas familias necesitadas a las que les “ha tocado”. Otros buscarán ahora consuelo en las historias que vienen después: la de todos aquellos ganadores de Lotería de años anteriores a los que el dinero no les ha solucionado nada.
Nuestra reflexión es doble. Por una parte,
lamentamos que las personas caigamos en buscar la ilusión en un sorteo, que las esperanzas de tanta gente en este país descansen en hacerse rico de inmediato. Como
decía la psicóloga Lidia Martín: “Observamos con estupor alrededor nuestro cómo muchas personas se gastan cantidades de dinero ingentes (que prácticamente no tienen) para conseguir algo que la lotería nunca podrá darles. No sólo por lo ínfimas que son sus posibilidades de ganar, sino porque en muchas ocasiones un alud de dinero en la vida de uno lo único que hace es estropearla”.
Pero además
queremos enfatizar la escasa sensibilidad que hay en nuestra sociedad hacia el problema del juego. El Gobierno –a través de Loterías y apuestas del Estado- no sólo lo tolera, sino que lo promueve. Entidades privadas asocian ese germen pecaminoso del amor al dinero con la solidaridad. La mayoría de los medios de comunicación entran en la misma rueda, aprovechando la rentabilidad que supone promocionar la venta de lotería y otros juegos en crecimiento -como el póker online- para sus decaídos ingresos publicitarios.
En medio de la crisis económica que atravesamos, con recortes en Sanidad o Educación que nos afectan a todos, resulta difícil de admitirlo, pero los números así lo dicen: preferimos la Lotería. “No soñamos el bien para otros, no soñamos con el contentamiento respecto a lo que tenemos -dice Lidia Martin-. Aspiramos a más, pero no aspiramos a mejor. Y en ese sentido no avanzamos, porque por más años que pasen, da igual cuántas veces se nos enseñe la misma lección, seguimos sin aprenderla”.
Porque lo mejor no está en las riquezas, ni siquiera en la ilusión falsa que generan este tipo de sorteos, sino en la seguridad que da aquel que nacía en pobreza y dejó un mensaje bien claro: “No podéis servir a Dios y a las riquezas”.
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