Nos resulta curioso que de vez en cuando algún lector escriba diciendo que “no entiende” cómo tratamos determinadas noticias o temas en este diario, por el hecho de definirse como protestante; como si sólo lo religioso, o como mucho la moral sexual, fuesen de incumbencia y cabida en nuestro contenido.
Dado que estas cartas no las publicamos, por ocasionales (y a nuestro juicio sin fundamento alguno), pero a la vez pensando que representan a otros lectores que no llegan a escribir, queremos dejar expuesto de forma clara nuestro derecho y deber a incluir cualquier contenido social, político, científico, curioso o religioso que consideramos de interés.
Como decimos en
"¿Quiénes somos?”, Protestante Digital surge
“con el fin de ofrecer una imagen correcta y representativa del protestantismo español e internacional, así como su visión de la sociedad y del hecho religioso”.
Sería un tema apasionante hablar de qué significa “ofrecer una imagen correcta y representativa del protestantismo español e internacional”; pero
para el tema que nos ocupa la cuestión central es ofrecer nuestra “visión de la sociedad y del hecho religioso”.
Hay personas que tocan la guitarra de los diez mandamientos, el arpa de las Bienaventuranzas y las parábolas, con unas pocas cuerdas, las que tienen que ver con la moral sexual y los principios puramente religiosos. Pero si entendemos que Jesús trajo un Reino, un mensaje integral, y una visión esférica para el ser humano y la sociedad, debemos asumir que su mensaje involucra a todo el conjunto de la sociedad y la persona.
El problema de la vida humana no es sólo el aborto. También lo es el abuso infantil y de la mujer, del trabajador y del discapacitado, del inmigrante y del socialmente desprotegido, de las niñas del Madrid Arena y de los enfermos que son atendidos en la sanidad pública y privada.
La defensa de la familia no es sólo atacar el divorcio express. También lo es fomentar el amor y el respeto a la mujer, la lucha contra el desempleo y el abuso de las hipotecas del domicilio familiar, la ayuda a familias con mayores y con hijos discapacitados, la ayuda en el estudio a quienes quieren y no pueden, la reconciliación de la vida familiar y laboral, las pensiones justas.
Y la libertad religiosa no es sólo “mi libertad”, sino la de todos, incluso la de quienes creemos que están profundamente equivocados (seguramente “ellos” pensarán lo mismo de “nosotros”). Tener la razón moral a nuestro juicio no es tener un monopolio moral que se impone a los demás (salvo que aceptemos que hagan esto con nosotros quienes son mayoría). Por ello debemos pensar en entender (que no compartir) otras ideas, puntos de vista o creencias, saber de cómo ven y viven la vida quienes nos resultan diferentes, quienes forman parte de la vida social y quienes están excluidos de ella.
Y finalmente, lo festivo, curioso, anecdótico, simpático, notorio o humorístico también forma parte de la sociedad y de nuestra vivencia. Pareciese que los religiosos hubiesen dividido la vida entre lo serio/religioso y lo profano. Recordamos que Jesús hizo su primer milagro en una fiesta (llamada boda) a la que animó añadiendo vino de una buena bodega, de la misma forma que el Cantar de los Cantares es una exaltación de la pasión erótica –eso sí, dentro del compromiso y vínculo del matrimonio, pero pasión y erotismo al fin y al cabo-.
En definitiva, creemos, afirmamos y reivindicamos nuestro deber, derecho y vocación de experimentar, disfrutar, sufrir y exponer todas las facetas de la vida en este diario. Nada de lo que es humano nos es ajeno.
Tenemos pasión por vivir y contar la vida, por supuesto desde nuestra perspectiva cristiana como evangélicos o protestantes.
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