En primer lugar,
queremos tener un recuerdo para aquellos españoles librepensadores del siglo XVII, defensores de la libertad de conciencia, intelectuales y escritores que apoyaron la idea de una Iglesia reformada siempre en reforma, desde la base de la “Sólo fe, sólo gracia, sólo Escritura”. Nos unimos a ellos en un saludo emocionado a través del tiempo, reconociéndonos herederos y deudores suyos, y queriendo plasmar en esta revista el mismo cristianismo genuino no institucional que ellos defendieron y vivieron sin importarles el precio a pagar, puestos los ojos en el Jesús de los Evangelios.
Ya entrando en el nuevo diario que ahora leen, quizás les parezca un paso lógico, pero en este caso la lógica tiene un trasfondo que muestra la dimensión del esfuerzo y de la ilusión que sustentan esta publicación.
Haciendo memoria, la inquietud y el inicio del camino surgieron hace 15 añosde un pequeño grupo de personas que querían informar a los evangélicos de lo que ocurría dentro y fuera del entorno eclesial, pero especialmente con la meta de mostrar a la sociedad “no protestante” cómo vemos y vivimos la realidad que nos rodea. Sin abandonar la autocrítica cuando ha sido necesaria, pero sacudiéndonos sambenitos ancestrales que contaminan, atan y desvirtúan permanentemente la imagen pública de los protestantes en España y en otros países del mundo.
De aquel inicio, que supuso la creación de
la revista Imagen y Comunicación protestante (con
Juan Antonio Monroy y
Pedro Tarquis al frente,
Juan Simarro y
Manuel de León como primeros articulistas, y
Rafael Gómez Pimpollo como webmaster) el proyecto ha crecido y sumado cada vez más colaboradores. Todos ellos voluntarios, desde el primero hasta el último.
Esta primera etapa finalizó por una “crisis de éxito”, ya que al legalizar el proyecto en 2003 se produjeron diferencias imprevistas e insoslayables entre las entidades fundadoras, que lo habían sostenido hasta entonces (FEREDE y Alianza Evangélica Española -AEE) que hicieron que el equipo casi completo que entonces ya se había formado lo refundase con el nombre que ahora conocen, el de
Protestante Digital ese mismo año 2003, vinculado a la AEE.
El magazine, de carácter semanal, se desarrolló con la misma visión que en el periodo anterior,
potenciando su concepto de representatividad vinculada a las personas más que a las instituciones. No en vano la propia Alianza Evangélica Española está formada por personas. Este concepto es importante, porque significa que las instituciones tienen su cabida, reconocimiento y papel indiscutible, pero la realidad informativa y de la opinión difundida no es un reflejo que fluya sólo “de arriba abajo”, sino también de “abajo a arriba”.
Esto ha supuesto que colaboradores y autores de indudable valía pero institucionalmente marginados u olvidados tengan su lugar. También autores –y especialmente autoras- de enorme calidad pero que no disponían de un balcón acorde a su potencial aportación, sin importar que fuesen o no casi desconocidos/as. No es un favor que Protestante Digital les haya concedido, es aceptar y recibir el regalo de su valor intrínseco –y desaprovechado- como personas, y así recoger “la voz del pueblo” con toda la importancia que esto tiene.
A todo ello se añade
una auténtica vocación de inquietud e interés por todo lo humano, político, cultural, intelectual y de actualidad desde una cosmovisión protestante, que nos ayuda y enseña a aprender cómo saber escuchar y entender a la sociedad que nos rodea, y a tener como cristianos protestantes respuestas, opiniones y dudas razonadas en medio de un tiempo tan complejo como el actual.
Finalmente, y
hablando de nombres poco conocidos, aprovechamos el tirón de este primer Editorial para mencionar y reconocer a algunos que pocas veces leerán porque trabajan o trabajaron desde la sombra.
Israel Martorell, Miguel Ángel Sáez y Natalia Tarquis (en la primera etapa), el perenne
Manuel J. Martínez, Pablo Malagón, Ramón Sánchez, Rosa Gubianas, Alberto Crespo, Paloma Arranz, José Espinosa y Claudenir Martines. Y por supuesto
la Junta Directiva de la Alianza Evangélica Española por su continuo apoyo, confianza, dirección, comprensión y libertad en todos estos años recorridos; ellos son los primeros en comprender que Dios no nombra Comités, sino que se relaciona y actúa a través de personas… como ellos.
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