Es decir, mejor que haya una ceremonia religiosa católica oficial o de Estado –“al fin y al cabo cristiana”- que una “civil pagana” o una mezcla en un acto con muchas confesiones `no cristianas´, dicen muchos lectores católicos.
Ya la separación Iglesia-Estado aconseja que para la buena salud de ambas instituciones no exista un matrimonio entre trono y altar. Y esto lo decimos para cualquier poder religioso, no sólo el católico. A esto
se añade la cuestión práctica de que los representantes del Estado no pueden estar en todas las ceremonias religiosas de un funeral con gran cantidad de víctimas como los del 11M o Barajas (¿se imaginan a representantes de la Casa Real asistiendo uno tras otro a funerales católico, protestante, ortodoxo, judío, islámico, budista, hindú… ). Y por si fuera poco, los fallecidos sin creencia alguna también merecen un acto de Estado, lo que obligaría a un funeral civil de Estado si queremos ser respetuosos y justos. Ya sólo por estos motivos, nuestra defensa de un acto civil -preferiblemente con, o sin- participación de representantes religiosos de los fallecidos.
Pero al margen de estos razonamientos, volvemos a la pregunta inicial. ¿Nos sentimos los protestantes identificados con el cristianismo católico?
Tener la figura de Jesús en común no es un aval de tener al mismo Jesús. No ya sólo el
islam, que incluye a Jesús entre los grandes profetas del Corán, siendo evidente que no significa que sea el Jesús cristiano. Incluso los
Testigos de Jehová, con una Biblia “casi” idéntica a la del cristianismo desvirtúan la figura de Jesús de forma que ni católicos, ni ortodoxos, ni protestantes aceptan a este Cristo de los TJ.
Pero
¿y el Jesús católico-romano? El Nuevo Testamento es el mismo para católicos y evangélicos. Pero
con respecto al cristianismo protestante la figura de Jesús en cuanto a la interpretación y aplicación de su vida y mensaje, son muy distintas. Tanto que, por ejemplo, un cristiano protestante considera una profunda herejía y traición al mismísimo Jesús de Nazareth rezar por los muertos, o siquiera pensar que “la” Iglesia deba añadir algún mérito o sacramento para agilizar la posible llegada al cielo del fallecido. Y esto ocurre en un funeral católico. Esto debería bastar –habría muchas razones más- para entender que
jamás un cristiano evangélico o protestante aceptaría voluntariamente un funeral católico por su persona. Es más, lo rechazaría como contrario a su conciencia y convicciones más íntimas y sagradas.
Y es grave que la Iglesia católico-romana imponga una ceremonia oficial a los no-católicos. No nos importa a los protestantes lo que hagan o dejen de hacer los católicos para sus fieles, ya que es su legítima opción. Pero este acto institucional católico que incluye a víctimas protestantes (una o muchas, igual da) es una profunda falta de respeto a la identidad de los cristianos protestantes. De la misma forma que da más o menos igual ir sentado o de pie en los autobuses, salvo que se obligue a los negros a ir de pie para que los blancos puedan viajar cómodamente sentados. Los derechos de los ciudadanos no son cuantitativos, sino cualitativos.
Y sobre todo,
para un evangélico consentir un funeral católico para su persona o un familiar fallecido es aceptar públicamente lo contrario a lo que estamos defendiendo, como si el catolicismo fuese una religión similar a la fe cristiana que defiende el protestantismo. Es simplemente nuestro punto de vista, del que estamos convencidos de la misma forma que los católicos pueden pensar a la inversa.
Sólo que nosotros estamos habituados a ser llamados heterodoxos españoles, y los católicos no. Y ya es hora de que se acostumbren, aunque sea un poco.
CARTA DE LA VIUDA DE RUBÉN SANTANA A ROUCO VARELA
Como muestra de lo expresado en este Editorial, basta leer la
carta que firma Mari Carmen Hernández (viuda de Rubén Santana, el evangélico fallecido en la tragedia de Barajas) dirigida a Rouco-Varela, Presidente de la Conferencia Episcopal católica española.
En ella se expone -entre otras cosas- que ella y su familia, "considerarían una humillación y una ofensa el que se celebrara un funeral común, o actos, que incluyan un ritual a favor del alma del fallecido que, además de innecesario, choca con los principios más elementales de la fe evangélica que profesan, confiados en la total suficiencia del sacrificio vicario de Cristo para su salvación eterna, sin necesidad de otro sacrificio, ni ritual, ni intermediación sacerdotal alguna".
Por tal motivo -sigue la carta- se le pide "el mayor respeto por la voluntad de la familia y allegados (…), que no desean ser incluidos ni por activa ni por pasiva entre los destinatarios de una Misa a favor de su alma (…) que durante la celebración del funeral religioso se eviten las generalizaciones en cuanto a los destinatarios de dicha celebración y se aclare expresamente que, entre las víctimas, había personas de otras confesiones que están celebrando sus propios actos litúrgicos, conforme a su fe religiosa".
Si quieres comentar o