2007, llamado a la esperanza

En este sentido les invitamos a LEER u OIR (audio, 5 Mb) las reflexiones de Jaume Llenas, Secretario general de la Alianza Evangélica Española, en su análisis del futuro más inmediato. Realista sin alarmismos, optimista con fundamento.

Porque siendo realistas estamos ante un momento distinto al de cualquier otra época. No sólo porque los problemas del terrorismo, ecológicos y de inmigración han alcanzado el rojo vivo como nunca, sino especialmente porque la globalización hace que estos problemas sean universales; con lo que su extensión y su solución provocan encrucijadas casi irresolubles.

A esto añadiríamos una pérdida de valores que es como un cáncer. Y no hablamos ya de valores cristianos. Aspectos básicos de los cimientos de la sociedad se diluyen como castillos de arena: el esfuerzo, la fidelidad, la amistad, la honradez, la confianza en la palabra del otro, el respeto… son todos ellos especies en vías de extinción.

Y los cristianos no escapamos a esta influencia, aunque dejaremos de lado la autocrítica, recordando no obstante que deberíamos ser el mejor ejemplo práctico de que es posible la utopía cristiana en esta Tierra. Y no lo conseguimos.

Entonces, dirán ustedes, ¿dónde está la esperanza? Pues ni en la sociedad ni en la Iglesia: la esperanza está en Jesús. Más que nunca son válidas las palabras del joven rabí de Galilea a los religiosos de su tiempo: “Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí”.

La esperanza está en una persona. En un niño cuyo nacimiento recordamos (cada vez más diluido entre compras y fiestas) la primera semana de enero.

Y Jesús confió, a pesar de todo en el ser humano, hasta el punto de dar su vida por cada uno de ellos (de nosotros). Jesús también confió en quienes creyeron en él y le siguen, constituyendo la Iglesia (no una institución jerárquica, ni con etiquetas de nombres, sino una Iglesia viva, con arrugas y manchas pero llena de potencial porque su cabeza es Jesús mismo).

Por ello, seguimos confiando y apostando desde estas líneas por el ser humano, creyente y no creyente. Seguimos creyendo en el poder de quienes aman a Jesús para aportar su sal y su levadura al mundo que le rodea. Y seguimos confiando en el futuro, porque el futuro (lo decimos junto con Jaume Llenas) siempre es mejor para quien cree y confía en Jesús de Nazareth.

Comienza 2007, y hacemos con todas nuestras fuerzas y nuestra ilusión un llamado a la esperanza. Que Dios nos ayude y nos guíe a recorrer este año sabiendo que la esperanza no es la meta: la esperanza es el camino.