Un artículo de la popular web ‘Buzzfeed’ ha llamado la atención de muchos lectores en los últimos días: “Por qué echo de menos ser una cristiana nacida de nuevo”. Jessica Misener, redactora de la web especializada en contenidos virales, explica cómo pese a haber rechazado el cristianismo, añora los años en los que tenía una fe que le daba respuestas.
En el momento de escribir esta noticia, el artículo de Misener sumaba
217.000 visitas y 259 comentarios en Facebok. La reacción más votada por los lectores en el sistema de respuesta rápida de Buzzfeed era un corazón de “me gusta”.
En su escrito, la autora empieza llevándose al lector a un pabellón deportivo de un instituto de Florida, donde ella asistía a la reunión semanal del grupo de jóvenes de una iglesia evangélica, un encuentro en el que había música a todo volumen y mucho sudor.
“Tenía 16 años, y estaba aprendiendo a desear. Mi deseo entonces era por Jesús”. Proveniente de una familia no creyente, Misener confió totalmente en ese Jesús, explica, desde los 17 a los 23 años, “algo que hora a menudo me da vergüenza admitir, aquí en Nueva York”, dice.
Sus padres habían reaccionado al Catolicismo estricto de su entorno
educándola sin ningún tipo de fe y aunque su madre decidió volver a la fe en Dios tras asistir a una “creciente mega iglesia de los bautistas del sur”, su padre siempre se mantuvo escéptico.
Su propia experiencia de empezar a asistir a una iglesia, cree Misener, sólo fue “una ‘Jesus-phase’” por la que “muchas personas de todo tipo han pasado, yendo a
viajes misioneros y sabiéndose de memoria la letra de ‘Lord I lift your name on high’”, opina.
DE UNA FE APASIONADA, A LA TEOLOGÍA DE YALE
Misener habla de su tiempo como creyente: “Una vez, en una fiesta universitaria, intenté convencer a la gente de que no bebieran, pidiéndoles que pensaran profundamente sobre cuál era la razón por la que estaban bebiendo (algo que vale la pena reflexionar, probablemente, pero que ningún estudiante está muriéndose por meditar entre una cerveza y otra). Me presenté para ser
capellana de mi hermandad universitaria porque así podría hacer proselitismo, secretamente. En 2004, voté a George W. Bush”, relata.
El artículo de Misener mezcla el humor habitual de los contenidos de Buzzfeed con reflexiones muy sinceras: “Después de la universidad, fui a Connnecticut para
estudiar Religión en Yale. Mi fe me llevó a interesarme más en la Biblia, pero también quería estudiarla desde un punto de vista académico. Cualquiera puede ser un estudiantes secular de religión, examinando la Biblia como una obra de literatura histórica de la misma forma en la que uno analizaría Shakespeare o Eutifrón de Platón”. Fueron esos años de estudio en una
facultad de teología abiertamente liberal y escéptica con la Biblia que la llevarían a rechazar la fe que había experimentado, reconoce.
Así llegaría a la conclusión de que la fe cristiana no era más que un mito. “Más y más”, dice la autora, “me di cuenta de que
la Biblia contenía errores, era desordenada y profundamente humana, y que al tratarla como una guía irreprochable para el siglo XXI, muchos cristianos conservadores estaban basando su cosmovisión entera en un texto que, en mi opinión, no era muy diferente de cualquier otra colección histórica de cartas e historias”.
NOSTALGIA POR UNA LUZ INTERIOR QUE YA NO ESTÁ
Pero “aunque mucha gente considere que es una buena cosa darle una patada al ‘opio del pueblo’” y llegar a la conclusión de que “no había sido Dios quien me había llevado a través de los malos tiempos, sino yo a mí misma”, la autor acaba reconociendo:
“Echo de menos la persona que yo era entonces”.
“Me despertaba cada día determinada a conquistar mi ‘naturaleza pecaminosa’, mi tendencia a pensar sólo en mi misma;
estaba determinada en poner a otros en primer lugar. Era más altruista. Entonces era una amiga que cuidaba más y era más dada a otros, escuchaba profundamente, en lugar de esperar a mi turno para poder hablar. Oraba por las personas y hacía paquetes, escribía cartas y servía como voluntaria. Con una toma de corriente divina que me animaba a enfocarme en otras cosas que no fueran mi propia auto-preservación,
me sentía libre de la prisión de mi propio ego”, explica.
La autora pasa entonces a preguntarse si es posible mantener esa esencia habiendo perdido la fe. “No digo que no pueda hacer lo mismo ahora. Ahora puedo ir a conciertos preciosos e inspiradores en lugar de ir a un culto de alabanza. Puedo encontrar una comunidad participando en un club literario semanal, en lugar de ir al estudio bíblico. Sigo pudiendo ser voluntaria en los mismos refugios para gente sin techo y hacer esos mismos paquetes de ayuda.
Quiero creer, desesperadamente e intelectualmente, que es posible sentir esos sentimientos altruistas y ser una persona centrada en otros aun con una mente secular y en un entorno secular. Pero la luz omnipresente en mi interior o lo que sea que fuera, como lo define Jesús en Lucas, el ‘negarme a mí misma cada día’, hace tiempo que se apagó”, reconoce.
“ECHO DE MENOS CREER QUE EL CRISTIANISMO ES REAL”
Hacia el final del artículo, la bloguera explica su visión espiritual actual. “‘Agnosticismo’ sería una palabra demasiado clínica para describir mis creencias,
‘apática’ probablemente sea una definición más acertada”.
“Sé -creo- que el Cristianismo no es real pero echo de menos creer que era real”, dice Misener. “Cuando tuve un tiempo de confusión en mi carrera, o una relación me hería, otros cristianos me aseguraban que todo era parte de un plan de Dios para llevarme al llamado adecuado o a la persona correcta, algo que me calmaba y me hacía más dispuesta a tomar riesgos. Ahora cuando las cosas no van como quiero que vayan, me arropo a un vago sentimiento de ‘todo sucede por alguna razón’ o confronto la realidad de que
a lo mejor la vida realmente no tiene sentido”.
“Algunos días me levanto en mi habitación en Brooklyn y simplemente no quiero hacerlo, en un sentido existencial. El cristianismo me daba algo que hacer. Una razón importante por la que
me convertí a la fe como adolescente era porque sentía un extraño vacío en mi vida, como que echaba en falta algo que ninguna relación, cantidad de dinero o una carrera envidiable podrían llenar. El mensaje cristiano estaba empaquetado y me fue vendido como la única cosa que podía llenar mi vacío”.
Misener concluye su confesión reconociendo que
no quiere volver al cristianismo, y que ahora es ella la que pasa de largo cuando ve a un grupo de jóvenes que hablan de su fe en las calles en el centro de la ciudad, como ella lo había hecho en el pasado.
“Socialmente, a veces echo de menos el cristianismo. Intelectualmente, estoy ‘ok’ con haberlo dejado. ¿Espiritualmente? Para ser honesta, en un minúscula grieta de mi alma aún lo estoy reflexionando”.
REACCIÓN CRISTIANA: ‘HAY RESPUESTAS A ESAS DUDAS’
En los días posteriores a la publicación del post de Buzzfeed, varios blogs y webs han reaccionado al artículo de Jessica Misener. Entre estas respuestas está la de
Kirsty Birkett, profesora del seminario teológico
Oak Hill (Reino Unido), en el blog del seminario, con el post
“Por qué no voy a dejar de ser una cristiana nacida de nuevo”.
“Es triste”, dice Birkett tras leer el artículo. “Creo que hay algunas cosas que podríamos comentar sobre cómo Jessica explica el viaje que le ha llevado a su visión actual: que el Jesús que una vez conoció es básicamente imaginario y que la Biblia no es verdad”.
“No es algo inevitable que un estudio académico de la Biblia en sus lenguas originales te lleve a dudar de su
autenticidad. Simplemente pregunta a los estudiantes y a los profesores aquí [en Oak Hill] o en otras instituciones [doctrinalmente] conservadoras en cualquier otro lugar del mundo”, dice la profesora.
“¿Qué es exactamente lo que le creó problemas a Jessica? Nos quedamos sin saberlo, pero por lo menos hasta donde yo soy consciente, no hay deconstrucciones seculares de las Escrituras que no hayan sido contestadas de forma plausible por eruditos conservadores. Además, ¿cuán objetivamente se enseñaron estas teorías [contra la veracidad de la Biblia] en la institución no secular y no creyente en la que ella estudió?
El Secularismo no es una cosmovisión neutral”.
Sobre el ambiente en el que uno crece y forma su espiritualidad, Birkett comenta: “
No hay duda que el entorno social afecta a una persona. Aquí parece que en ambos casos, tanto como adolescente creyente como siendo una estudiante no creyente, Jessica fue fuertemente influenciada por las ideas de aquellos que había a su alrededor. Rodeada de cristianos convencidos, se convirtió en una cristiana convencida, rodeada por muchos no creyentes escépticos, se convirtió en una no creyente escéptica”.
Tras argumentar que los evangelios no se contradicen y explicar de nuevo en qué consiste la
inspiración de la Biblia (“una autoría dual”: un documento escrito por humanos en la práctica pero que expresa completamente lo que Dios quiere comunicar), la profesora de Oak Hill concluye preguntándose: “
¿Dónde estaba su pastor en todo esto? ¿Su iglesia? ¿Alguien que pudiera tratar sus preguntas de una forma seria? ¿Cuánto llegó a interactuar con literatura académica conservadora? ¿Se le retó alguna vez a leer estos puntos de vista?".
"Nadie cambia sus creencias en un vacío. Hay respuestas genuinas al tipo de dudas que ella expresa. Qué pena que parece que nadie se las mostró.
Y qué pena, además, que el agujero con forma de Dios vuelve a estar ahí en su vida, sin que haya nada que lo pueda llenar”.
Puede leerotra respuesta interesante al artículo de Jessica Misener en este post de Griffin Paul Jackson, donde el autor responde a la objeción del Cristianismo como una “fe infantil”.
Puede leer elartículo original de Jennifer Misener en la página web de Buzzfeed.
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