Luteros del presente

En honor a todos aquellos valientes que lo han dado todo, incluso sus vidas, por hacer llegar el mensaje de las “5 solas” a los sitios más recónditos de este planeta.

31 de Octubre de 1517, un monje agustino llamado Martín Lutero colgó en la puerta de iglesia de Wittenberg, capital del Ducado de Sajonia, las 95 tesis en las que denunciaba las indulgencias del Papado y en las cuales también promulgaba su doctrina de Salvación, que se adquiría únicamente por la Fe.

Este acto, conocido como la Reforma Protestante, marcó la historia. Permitió entender el cristianismo como algo que va más allá de una religiosidad y una liturgia inmovilista. Quitó el velo que nos cegaba la cercanía que Dios nos demuestra a través del libre examen de las escrituras, así como de la directa comunicación con Él a través del Espíritu Santo. Como dice el manifiesto para el Día de la Reforma en Zaragoza, "reveló el mensaje que Dios tenía para el hombre, un mensaje de esperanza, no basado en nuestras fuerzas o posibilidades, sino en la Gracia Divina".

Lo que hizo Lutero, y el resto de reformadores, no fue más que un acto de justicia y amor por las personas propiciado por su ferviente Fe en Dios. Sus acciones salvaron y "dieron un rayo de esperanza a un continente sumergido en oscuridad". Son un ejemplo de fidelidad al Señor, son un ejemplo de entrega por Él.

Me entristece ver como el testimonio de sus vidas, es ampliamente desconocido en la sociedad protestante occidental del siglo XXI y aún más en la juvenil, herederos del legado de llevar el mensaje. Considero que es importante cultivar un saber básico sobre estos héroes de la Fe, por razones culturales, identitarias y por el gran conocimiento que revelan a través de sus vidas sobre la misión de la Iglesia. Creo que también recordar estas etapas de la historia, es honrar la memoria de aquellos que dieron hasta su vida por la libertad religiosa que disfrutamos hoy en día. Es también acordarnos y apoyar en sentimiento y oración a aquellos hermanos, que en pleno siglo XXI, son presos o asesinados por predicar la verdad.

Estoy seguro de que Lutero y los demás reformistas, ante esa situación de crisis social, religiosa, económica, política; se sintieron pequeños, débiles, cansados… pero por eso mismo creo firmemente que este acontecimiento fue un “macromilagro”, pues aunque se sintiesen así, tuvieron Fe; y en esa Fe, Dios se movió de forma que con sus valerosas acciones abrieron las puertas para que un avivamiento fuera derramado en Europa. Ellos entendieron la misión y aceptaron el desafío. Nosotros como Iglesia, producto de ese avivamiento, debemos tener Fe, pues aunque la situación de crisis actual y las circunstancias adversas nos rodeen, disponemos de ejemplos tanto bíblicos como históricos en los que Dios nos demuestra su fidelidad. Tenemos que ser los reformistas que renueven la sociedad europea del siglo XXI.                                       

Debemos ser, los “Luteros” del presente, desde los pequeños actos, cambiaremos la historia.

¡Feliz Día de la Reforma!.