El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Examinamos la terapia: su origen, fundamentos y práctica. Psicólogos, terapeutas y consejeros bíblicos dan su perspectiva.
“Que una terapia funcione, no quiere decir que sea válida. Ese es sólo uno de los criterios que debemos tener en cuenta como profesionales”. Esteban Figueirido ejerce como psicólogo en Galicia. Es además pastor en una iglesia evangélica en Vigo. Hace unos años analizó las terapias de constelaciones familiares, que se han popularizado en España en diversos ámbitos, también -como contábamos en el anterior reportaje- en algunos círculos evangélicos.
Ante ello nos preguntamos qué son las constelaciones familiares, de dónde surgen, cómo se aplican estas terapias, para entender el fenómeno y examinarlo desde un punto de vista profesional y pastoral.
UNA TERAPIA CONTROVERSIAL
Sólo con hacer una búsqueda simple en Internet ya se puede ver la discusión que hay en torno a esta terapia. En el mundo académico y profesional no hay un acuerdo acerca de su validez. Sus críticos más acérrimos -entre ellos los grupos escépticos, formados por profesionales de diversos campos- lo consideran una pseudociencia, al nivel de la astrología, la quiromancia o el espiritismo. Argumentan, entre otras cosas, que no se ha realizado ni publicado ningún estudio científico que pruebe su efectividad.
En el ámbito internacional se puede encontrar lugares donde se prohíbe hacer constelaciones a los profesionales de la psicología y la psiquiatría, como en algunas provincias de Argentina. En México, en cambio, hay universidades de psicología que “enseñan constelaciones”. En España no hay una regulación específica al respecto ni una contraindicación expresa ante su uso profesional, aunque desde los círculos escépticos se denuncia cualquier intento de darle “formalidad” por medio de cursos que sean avalados o patrocinados por los Colegios Oficiales o las Universidades. Es habitual encontrar las constelaciones familiares en congresos esotéricos o de ciencias y medicina alternativa.
ORIGEN
Las constelaciones familiares son una terapia que nació en torno a los años 80 bajo la dirección de Bert Hellinger, alemán nacido en 1925 con una variada formación en filosofía, pedagogía y teología. Fue ordenado sacerdote católico, pero dejó sus votos en los años 60 tras vivir en Sudáfrica durante 16 años, donde reconoce haber tenido una fuerte influencia de las tradiciones zulúes y participar en rituales tribales.
Hellinger dio forma a la terapia partiendo de una variadísima amalgama de influencias, que van desde fundamentadas y probadas escuelas psicológicas -como las terapias sistémicas o el psicodrama-, a rituales esotéricos y experiencias personales.
Pronto comprobó que las constelaciones tenían efectos “sorprendentes” en sus pacientes que no se habían logrado con el uso de otras terapias.
UN “ORDEN” ESTABLECIDO
El psicólogo evangélico Esteban Figueirido analizó las constelaciones familiares en 2013, en dos artículos publicados en la revista Edificación Cristiana. Para ello, asistió a algunas sesiones y revisó su fundamento teórico.
Las constelaciones plantean que hay tres “leyes principales”: la primera es la pertenencia, por la que cada miembro de la familia “pertenece” efectivamente a la familia; en segundo lugar, la familia tiene “un orden” jerárquico establecido que debe ser respetado; y en tercer lugar, se establece la ley de la reciprocidad, es decir “la compensación adecuada” por la que las decisiones y actos del pasado tienen influencia en el presente de cada persona.
La constelación familiar pretende por tanto poner “en orden” aquello que esté fuera de lugar, es decir, que atente contra cualquiera de estas reglas. Si estas reglas se han transgredido, es necesario “desenliar los nudos que se han formado en las familias, de generación en generación”. Así, según esta teoría “cada ser humano” traería en sí mismo “toda la información de las vidas que le precedieron, tanto a nivel físico como psíquico”, cita Figueirido a autores que defienden estas terapias.
LA PRÁCTICA
La intervención de constelaciones familiares suele presentarse en sesiones en grupo, aunque también se pueden desarrollar en consulta individual. El formato habitual es el de un grupo reducido de personas dirigidos por un terapeuta, que atiende el caso que presente alguno de los participantes.
El paciente presenta su problema y, con ayuda del terapeuta, se van colocando a algunas personas para que representen diversos papeles. Pueden ser familiares, amigos, o cualquier persona que pudiera tener algún vínculo con la situación presentada o con alguna situación del pasado de la familia del paciente.
“A continuación -explica Esteban Figueirido- la constelación cobra vida de forma que los representantes comienzan a sentir las emociones, miedos y deseos de las personas a quienes representan, sin tener previo conocimiento de las mismas. Poco a poco van saliendo a la luz aquellas leyes que han sido infringidas, ya sea en la actual generación o en generaciones pasadas”. Es decir, la representación puede incluir tanto a personas vivas como fallecidas.
El terapeuta interviene para “guiar” a las personas. A veces les hace repetir frases que busquen sanar o ayudar a entender la situación. Otras veces se deja más libertad para que la constelación se manifieste por sí sola, como defiende su fundador, Hellinger.
Finalmente, se recolocan los elementos de la constelación de forma que “cada cual toma la responsabilidad que le corresponde. Con este trabajo la persona logra observar el origen de sus conflictos. Y no solo ella, sino que se produce un efecto en su sistema familiar, ya que cuando un elemento del sistema se mueve, todos se recolocan a su vez, encontrando un mejor equilibrio”, comenta Figueirido.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO
Pero, ¿cómo se produce esta revelación de elementos? Aunque no siempre los terapeutas siguen a su fundador, Hellinger admitía en una entrevista que buscaba llegar a lo que él definía como “la verdad sistémica” sin saber exactamente qué sucedía durante la terapia. “No puedo explicarlo”, dice Hellinger, “pero es posible ver cómo, en cuanto los participantes de una constelación son situados en relación unos con otros, ya no actúan y sienten como ellos mismos, sino como los miembros de aquella familia que representan. Incluso desarrollan los síntomas físicos de aquellas personas (…) Es decir, se percibe que existe un saber y un sentir inmediatos que sobrepasan en mucho aquello que nos es comunicado exteriormente”.
En la misma entrevista, Hellinger admite que las constelaciones no sólo se utilizan para revisar situaciones del pasado, sino para tomar decisiones de futuro que puedan afectar a negocio, relación de pareja e incluso la salud del paciente. Por ejemplo, cuenta un caso en el que recomendó a una mujer abandonar a su marido e hijos, ante la sorpresa de los participantes.
Para Hellinger durante la constelación se le revela una verdad oculta: “la verdad es algo que el momento me muestra, indicándome la dirección para el próximo paso a dar (…) Me considero una persona que saca a la luz determinadas realidades, siendo éstas realidades las que ayudan y curan, no yo”.
Hellinger apuesta por “vencer el miedo con el amor” adoptando una actitud determinista y fatalista: “Quien es capaz de asentir a la muerte, a la enfermedad, a su propia suerte y a la de los demás, de asentir al final al carácter efímero del mundo, éste ha superado el miedo y gana claridad”.
PROFESIONALES EVANGÉLICOS: MUCHAS RESERVAS
La popularización de estas terapias en el ámbito evangélico despertó preocupación entre pastores y psicólogos evangélicos. En el año 2011 el Grupo de Psicólogos Evangélicos (GPE), formado por varios profesionales de la psicología y la psiquiatría con una diversidad de escuelas y enfoques, realizó un comunicado crítico que cuestionaba la terapia de constelaciones familiares.
El GPE advertía que aunque es una técnica con antecedentes en “teorías, escuelas y modelos de pensamiento bien fundamentados”, debe ser aplicada “por alguien debidamente formado y acreditado (...) no sólo en la técnica en sí, sino con la base necesaria desde la formación en psicología o psiquiatría” respetando “el código deontológico”.
Además consideraban que se fomentaba cierta confusión al usar palabras o frases que “suenan a conceptos bíblicos” que pueden llevar a confusión. “Los órdenes de amor, la energía que fluye, la paz que proviene del Orden, el movimiento del alma...”. Por eso, advertían que es “una práctica de riesgo ya que ocurren ciertas cosas (…) que se escapan de una explicación racional, siendo los mismos profesionales que las aplican [incapaces] de explicar algunas cosas que pasan durante las sesiones”. Asuntos que “dan la impresión de pertenecer al área espiritual [más] que a otra cosa”, exponía el GPE.
El grupo de psicólogos consideraba finalmente la “interferencia” que podría tener con la labor de la iglesia, de “guiar al encuentro con Dios para la resolución de las crisis o luchas espirituales”. Para ellos, las constelaciones llevan más bien “al encuentro con una persona que es protagonista del cambio “milagroso” que tiene lugar durante la constelación familiar”.
Finalmente, el comunicado recomendaba que en caso de usarse la terapia, se pudiera “encajar” en un marco más amplio, evitando “una intervención aislada que podría tener efectos secundarios, volviéndose más perjudicial que terapéutico”.
En el artículo ya citado publicado por Esteban Figueirido dos años después se ampliaba la crítica en un análisis que presentaba tanto desde un punto de vista profesional como bíblico. Figueirido ejerce actualmente como psicólogo clínico y es parte de la junta directiva del GPE.
En el ámbito profesional, Figueirido alertaba que la terapia “no cuenta con explicaciones científicas validadas de los fenómenos que tienen lugar”, fomentan la “dependencia” del guía-terapeuta, echaba en falta “un desarrollo sano y necesario de autocompetencia y autoeficacia del paciente” o “las posibles vulneraciones del código deontológico”, que recomienda en uno de sus artículos tener “prudencia en la aplicación de instrumentos y técnicas” que no estén “suficientemente contrastados, dentro del conocimiento científico vigente”.
ANTE LA BIBLIA
Lidia Martín también es psicóloga y evangélica, y colabora con Protestante Digital en su columna El espejo. Consultada sobre este asunto, explicaba su postura: “Como cristianos que, además, somos psicólogos o trabajamos en ámbitos afines, en una profesión tan humanista como la nuestra, en la que por puro desconocimiento aún se nos sigue confundiendo con cosas tan ajenas a nosotros como lo parapsicológico, y en la que, además, se entrecruzan tantas corrientes distintas de pensamiento, estamos más llamados que nunca a discernir entre lo que podemos y lo que no podemos adoptar a la luz de la Biblia, que es nuestra referencia como cristianos. Este llamado a distinguir no incumbe solo a los profesionales, sino evidentemente también a las personas que acuden a nosotros como pacientes en busca de ayuda”.
La preocupación ante la terapia también se ha dado en el entorno de pastores y consejeros bíblicos. Desde la Asociación Bernabé de Consejeros Cristianos, situada en Cataluña pero con actividad en todo el país, han estudiado los orígenes y la variedad de influencias presentes en la terapia. Sus conclusiones no fueron nada positivas.
“Aunque algunos buscaban un fundamento bíblico para la terapia, lo cierto es que no lo encontramos, más bien vemos lo contrario”, explica Sigrid Py, miembro de la junta directiva de la Asociación. Para ella, durante las constelaciones se tocan “aspectos espirituales” que así como en algunos genera temor, en otros produce un “enganche”. Por eso cree que ciertas personas “lo pudiesen consideran bueno”, al ver ciertos resultados. Y por ello, se une a la advertencia de los psicólogos cristianos y anima a los creyentes a “formarse un criterio bíblico a la hora de examinar lo que hacemos o de lo que participamos”.
Más allá de la eficacia de la terapia, Sigrid Py considera que la misma no es compatible con doctrinas básicas de la fe y la experiencia del cristiano, como la “redención completa y la libertad que tenemos en Cristo (Ro. 81, Gál.5.1, 2 Cor. 5.17, 1 Pe 1.18)”, la inexistencia de “un alma familiar” según las Escrituras, o la mal entendida maldición generacional.
Lidia Martín, por su parte, advierte que los cristianos no deberían dejarse llevar por “el famoso 'si (me) sirve, entonces (me) vale' o 'si resulta eficaz, entonces es válido'. Pero tal y como lo entendemos desde el Grupo de Psicólogos Evangélicos, esto no puede ser así. No, al menos, si pretendemos que los principios bíblicos prevalezcan sobre cualquier corriente psicológica que nos guste o nos resulte atractiva”.
DISCERNIMIENTO
Esteban Figueirido comparte ese llamado al discernimiento. En su artículo advierte de varios “peligros e inquietudes” ante las constelaciones, desde esa perspectiva bíblica.
“Un concepto que me choca es el de Los órdenes del amor”, explica el psicólogo. “Me preocupa el amor definido como “energía anímica esencial” o “energía universal”. Se tiende a explicar la falta de amor por los nudos que atascan el libre fluir del mismo, pero la Palabra nos habla de nuestra naturaleza pecaminosa, del egoísmo (antiamor) que anida en nosotros y de que el amor verdadero viene de Dios y no de la naturaleza humana”.
“Otro concepto que no veo que se pueda sustentar bíblicamente es el del llamado “movimiento del alma”. No encuentro ninguna base bíblica para pensar en un posible “alma familiar”, y me parece interesante tener en cuenta el énfasis bíblico en la trascendencia de la familia espiritual sobre la familia natural, que es la que perdurará, con lazos de eternidad”, añade Figueirido.
También Figueirido cuestiona la idea de la “maldición generacional”, es decir, el hecho de que los pecados de los padres pasen de generación en generación, un concepto que provoca dudas a muchos creyentes al basarse en algunos versículos de la Biblia e ignorar otros.
Advierte además que en las terapias se producen fenómenos que “casi podríamos catalogar de paranormales” al recibir las personas información de formas inexplicables. “Algunos -dice Figueirido- han visto experiencias y planteamientos que atribuyen al ocultismo o espiritismo, pero yo no me atrevo a afirmar algo así. En la práctica de las constelaciones no parece que se de una evocación a los muertos, lo cual estaría condenado bíblicamente (por ej. Levítico 20:26). Según entiendo, no es que se contacte con el que falleció directamente, sino que todo se desarrolla en base a la hipótesis sobre la que se está trabajando como posible causa del problema, añadiendo comentarios y respuestas que hipotéticamente la persona fallecida podría dar, que ayudarían a liberar cargas, a perdonar o ser perdonados, facilitando así la posibilidad de expresarlo hacia el que ha fallecido. Pero entiendo que presenciar esto en una sesión despierte suspicacias”.
LA NECESARIA LABOR PASTORAL
Desde Asociación Bernabé se impulsa la formación de las iglesias en consejería bíblica, un aspecto que “está algo descuidado”, comenta Sigrid Py. “Hay una gran ausencia de ministerio de consejería bien fundado, equilibrado, que no sea sólo exhortación a 'bibliazos', sino de una forma sensible, usando la oración y la palabra de Dios”. Aún en la iglesia a veces se les ignora o solo se les den respuestas fáciles, “del tipo 'confía más en Dios' y poco más”. Esa carencia, opina Sigrid Py, debe atenderse para revertir en “una labor de restauración siguiendo los principios bíblicos”.
La psicóloga Lidia Martín considera finalmente que como terapeutas cristianos “no podemos por menos que animar humildemente a todo creyente y, más aún si es profesional, a que profundice, investigue y saque sus propias conclusiones en estas cosas. Si queremos ser luz, hemos de poder brillar de forma diferente. Al fin y al cabo, el llamado a discernir no es el llamado de unos pocos nada más, sino de todos los creyentes que viven con el deseo de agradar verdaderamente a Dios en el que creen, siguiendo Su voluntad y diferenciando Su voz de otras posibles, pero quizá discutibles, voces”.
A continuación, compartimos algunos recursos más descargables en PDF:
1. Artículo de Esteban Figueirido
3. Comunicado del Grupo de Psicólogos Evangélicos (GPE, 2011)
4. Extracto de entrevista con Bert Hellinger fundador de la terapia
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