La epidemia del ébola en África occidental pone en guardia a los países más poderosos y se intensifican los esfuerzos para detener una posible expansión de la enfermedad. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos recomiendan evitar los viajes a Guinea, Liberia y Sierra Leona por lo que han calificado como “el brote más grande y más complejo de la historia” y que se ha cobrado ya 729 muertos.
Además,
dos misioneros evangélicos estadounidenses infectados con el virus serán repatriados a Estados Unidos para tratar la enfermedad en una zona de alta seguridad en el Emory University Hospital de Atlanta.
Los dos voluntarios, el doctor Kent Brantly y la enfermera Nancy Writebol, se infectaron mientras trabajaban en Liberia. Su situación es estable aunque grave. Con su llegada a Estados Unidos, será la primera vez que personas diagnosticadas con el virus pisen suelo norteamericano. Un tercer estadounidense, el médico Patrick Sawyer, ha muerto ya en Nigeria tras contagiarse en Liberia.
El Ébola es un virus que se encuentra de manera natural en ciertas especies de murciélago que habitan en las zonas boscosas de África.
Desde su identificación en 1976 se han producido 18 brotes en países como la República Democrática del Congo, Gabón, Uganda y Sudán. Tras un periodo de incubación que puede ser de varios días hasta tres semanas, sus primeros síntomas son fiebre alta, dolores musculares, vómitos y diarreas, que pueden evolucionar rápidamente hacia hemorragias internas que, en muchos casos, provocan la muerte del paciente.
La tasa de mortalidad varía del 50 al 90%, siendo la cepa actual la más agresiva de las descubiertas hasta ahora.
Dado que
no existe tratamiento conocido, los médicos hacen frente a este virus tratando de aliviar sus síntomas.
REUNIÓN DE ALTO NIVEL ANTE LA SITUACIÓN
La gravedad de la situación ha llevado a la Organización Mundial de la Salud a mantener hoy mismo una reunión de máximo nivel con representantes de los tres países afectados (Guinea, Sierra Leona y Liberia).
La ha presidido
la directora de la OMS, Margaret Chan, quien en su discurso, tras afirmar que controlar el virus es posible, como se ha hecho otras veces, ha señalado que la situación, en estos momentos es más bien pesimista. "El brote avance más deprisa que nuestros esfuerzos por contenerlo", ha dicho Chan, quien ha asegurado que hay un riesgo cierto de que el ébola llegue a otros países.
También ha señalado que
parte de la solución no es sanitaria, sino social, y ha apuntado que hay familiares de enfermos, que identifican los centros de aislamiento con condenas a muerte, y que, por eso, no notifican los casos y prefieren atenderlos en sus casas, por lo que se ponen en peligros ellos mismos. Además, ha añadido que esto les lleva a desconfiar de los servicios sanitarios estándares, y a acudir a sanadores tradicionales.
Por último ha indicado que
más de 60 de los 729 fallecidos eran personal sanitario, y que entre los infectados hay varios expertos internacionales, "lo que erosiona" la capacidad de respuesta. La reunión concluyó con la promesa de invertir otros 75 millones de euros en la zona.
El próximo 7 de agosto habrá una reunión para revisar la calificación internacional del peligro.
CHINA EN ALERTA
Por su parte,
en China se han impulsado medidas de precaución para detener un potencial brote de ébola en Cantón, capital de la provincia meridional homónima, donde se concentra una de las mayores comunidades inmigrantes africanas del país asiático.
Según informa el diario oficial China Daily, el aeropuerto Baiyun Internacional de la ciudad sureña ha instalado termómetros corporales para controlar la temperatura de todos los pasajeros, y, si ésta supera los 37,5 grados, someterles a un análisis de sangre para detectar el virus. Más de mil personas procedentes de África llegan a ese aeropuerto cada día.
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