El consumo de alcohol en la adolescencia puede tener serias consecuencias en la vida de los adolescentes. Sobre todo, cuando ésta se llega a convertir en una adicción, algo que es más habitual de lo que se suele pensar.
El pastor Marcos Zapata explica que cuando los adolescentes comienzan a consumir alcohol, empiezan a mostrar signos específicos de su consumo. En muchos casos, los primeros signos de consumo de alcohol son psicológicos. Los síntomas pueden incluir cambios de humor, falta de memoria, ira o depresión, robar, mentir o la falta de interés por el mundo que les rodea.
Los problemas en psicología difieren según la persona, pero los cambios en el comportamiento se ven cuando los adolescentes comienzan a consumir alcohol u otras sustancias adictivas.
De una forma práctica podemos ver ciertos signos que pueden indicar que un adolescente tiene un problema grave con la bebida:
-Evita a la familia o a los amigos.
-Permanece fuera de la escuela, faltar a clases u obtener calificaciones cada vez más bajas.
-Pierde interés en actividades o pasatiempos.
-Sale con un grupo nuevo, frecuentemente de más edad.
-Resacas frecuentes, cansancio constante, confusión, depresión o no recordar dónde estuvo o qué sucedió.
-Se involucra en peleas con los compañeros.
-Discute constantemente con los padres.
El terapeuta afirma que una persona sí puede salir de esta conducta adictiva.
Menciona como clave importante la involucración de la familia y, en el ámbito cristiano, la participación del grupo de jóvenes de la iglesia.
Aporta que para casos más graves,
los centros de rehabilitación cristianos han demostrado a lo largo de estos últimos treinta años ser un recurso imprescindible en los procesos de sanidad y restauración personal y familiar de miles de alcohólicos.
Todo depende de cada caso. Lo importante es que tengamos diversos recursos a los que acudir en función del grado de dependencia, situación personal o social de cada persona que se enfrenta a un tratamiento o período de desintoxicación.
Puntualiza que
se tienen a disposición muchos recursos médicos y sociales a los que pueden acudir en caso de necesidad. “Evidentemente puede ser difícil admitir que para un padre, que su hijo adolescente no controla el consumo de alcohol. A veces, es útil conversar con un asesor escolar, un profesional médico o el pastor. Otros profesionales dedicados a adolescentes que tienen problemas con la bebida pueden encontrarse en hospitales, centros de salud mental, centros de tratamiento del abuso del alcohol o consultorios privados. Alcohólicos Anónimos trabaja con adolescentes que quieren dejar de beber”.
Califica de buenos
los materiales publicados sobre programas de intervención y actividades preventivas del consumo no controlado de alcohol, así que apenas esboza un texto sencillo.
“Creo que las actividades deben apuntar a las siguientes metas:
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Entrenamiento en habilidades sociales y de resolución de conflictos. Es muy importante el desarrollo de este tipo de talleres con nuestros jóvenes.
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Actividades sociales/comunitarias:enseñarles a dar, a servir; esto en nuestras iglesias es más factible que en otros grupos sociales.
-Actividades de intervención familiar:apuntan al desarrollo de actividades de fortalecimiento de las relaciones familiares. Es imprescindible involucrar a la familia en todo este proceso preventivo, ya que no formamos sólo adolescentes, sino familias completas.
-Actividades de vida alternativa: campamentos, campañas, ocio alternativo, retiros espirituales, viajes misioneros…
como iglesias tenemos a nuestra disposición todo un abanico de posibilidades que debemos utilizar como recursos para la educación preventiva del consumo de sustancias adictivas”. Alternativas que Marcos Zapata destaca estratégicamente y con las que finaliza su intervención en esta serie.
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