Equipos de bomberos de la ciudad de Nueva York comenzaron su jornada de trabajo el viernes con la esperanza de encontrar sobrevivientes de la mortal explosión de gas ocurrida el pasado miércoles en el East Harlem, Manhattan.
Al menos ocho personas fueron confirmadas muertas luego de la emergencia, junto a 69 heridos, algunos graves.
Los equipos de rescate buscaron entre los escombros, con los dispositivos de sonido y con cámaras telescópicas para mirar en espacios pequeños.
La explosión del miércoles dejó en ruinas dos edificios de cinco plantas, incluyendo una iglesia hispana que ocupaba la planta baja de uno de ellos. El reverendo Danny Díaz, representante de la Iglesia Evangélica Evangelio de Amor y del Centro de Acción Latino Pastoral, indicó que están "apoyando a la iglesia que perdió a sus feligreses, en este desastre", indicó, pero aseguró que "en medio del dolor, en medio de la oscuridad encuentran la paz y la luz de Cristo".
El predicador aseguró que han estado reunidos en oración durante este viernes y que han brindado su apoyo al pastor Thomas Pérez, titular de la iglesia destruida. Pérez es de avanzada edad, tiene 80 años y se encuentra "muy conmocionado" por lo ocurrido.
BARRIO DE INMIGRANTES
Este barrio neoyorkino fue cuna de la diáspora boricua (como se les llama a los nativos de Puerto Rico) en décadas anteriores, y aunque la tendencia en los últimos años ha sido la emigración a otros estados, todavía viven allí unos 25.000 puertorriqueños.
Al menos dos personas de origen puertoriqueño fallecieron en el derrumbe, según confirmaron las autoridades del Gobierno de Puerto Rico en Nueva York.
Una de estas dos víctimas de la explosión formaba parte del grupo de policías de la Comandancia de Carolina, Puerto Rico, que “arrestaban almas para el Señor”.
Se trata de Griselde A. Camacho Quiñones, de 45 años, una mujer cristiana que emigró a Estados Unidos en el 2005, junto a su hijo que hoy tiene 15 años. El padre del muchacho viajó el pasado jueves a Nueva York para hacerse cargo de él.
TESTIMONIO IMBORRABLE
Griselda Camacho dejo un recuerdo imborrable en sus excompañeros de trabajo. “Nosotros recorrimos toda la Isla uniformados, ‘arrestando’ a la gente para Jesús. Esta muchacha predicaba y daba testimonio de lo que es ser un policía cristiano”, dijo al diario “El Nuevo Dia” de San Juan el exsargento Edwin Quiñones. El y otros policías de la Comandancia de Carolina describieron a Griselda Camacho como una compañera “excelente y servicial”.
Por su parte, la oficial Madeleine Fuentes recordó cómo un día cualquiera Camacho sorprendió a sus compañeros. “Ella –por su cuenta- rotuló todos los ‘ lockers’ (taquillas) con el nombre de cada uno. Así era Griselda, siempre tenía detalles especiales”, dijo.
SU FAMILIA
La ex policía, que actualmente trabajaba como empleada de seguridad en Hunter Collage, decidió emigrar en 2005 desde Puerto Rico buscando mejorar su calidad de vida y la de su hijo. Carmen Rivera, una agente del precinto de Carolina Sur, recordó que en diciembre pasado, Griselda Camacho y su hijo la visitaron. “Me dijeron que estaban muy bien”, afirmó.
El padre del adolescente y exesposo de Camacho, identificado como el agente Jaime Crespo, trabaja en el Cuerpo de Investigaciones Criminales. “El y el único hermano de Griselda viajaron a Estados Unidos apenas conocieron la noticia”, dijo Rivera.
Un primo de Griselda Camacho, Angel Quiñones, quien también trabaja en la Comandancia, dijo que desconocen dónde y cuándo será el funeral.
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