“¡Justicia para Trayvon!”. Al son de esta consigna se han manifestado este mediodía miles de personas en más de un centenar de ciudades de Estados Unidos para pedir a la Administración Obama que procese a George Zimmerman por violación de los derechos civiles. Desde que hace justo una semana Zimmerman, un vigilante voluntario, fuera absuelto del homicidio de Trayvon Martin, un joven negro que iba desarmado en el momento en que murió, la indignación y las protestas por el veredicto se han sucedido a lo largo de todo el país.
Los padres de Martin han liderado las marchas de Nueva York y Florida, donde todo comenzó el pasado febrero de 2012. “¡Te apoyamos Trayvon!”, ha asegurado Tracy Martin a la multitud concentrada frente a los tribunales de Miami. El padre del joven llevaba una camiseta con varias fotos de su hijo, una de ellas con una capucha tapándole la cabeza, similar a la que llevaba Trayvon antes de morir y que se ha convertido en un símbolo para los manifestantes.
Casi en el mismo momento, pero a 2.000 kilómetros de distancia, en Nueva York, Sybrina Fulton, la madre del joven, con otra camiseta muy similar, encabezaba la protesta rodeada de Jay Z y Beyoncé Knowles y del pastor protestante Al Sharpton, el responsable de organizar todas las marchas que se han sucedido a lo largo del país. “Trayvon era solo un chico que llevaba caramelos en la mano. Lo que le pasó a él le puede ocurrir a cualquiera de vuestros hijos”, ha dicho Fulton.
Aunque la defensa de Zimmerman asegura que el vigilante disparó en defensa propia, muchos han hecho notar que los prejuicios raciales han sido un factor determinante detrás de la muerte del joven de 17 años.
Las manifestaciones se producen justo un día después de que el
presidente de EE UU, Barack Obama, reconociera que él mismo podría haber sido otro Trayvon Martin hace 35 años, dando, sin embargo, casi por seguro que el Fiscal General, Eric Holder no revisaría al tratarse de un asunto “local” y no federal. Tras conocerse el veredicto, el Departamento de Justicia aseguró que estudiaría el caso para constatar si había alguna posibilidad de procesar de nuevo a Zimmerman a nivel federal.
A lo largo de esta semana, Holder ha ido rebajando esas expectativas tratando de presentar el tema, no tanto como un asunto de trasfondo racial, sino como de un problema relacionado con las leyes de defensa que existen en algunos Estados –semejantes a la que permitió a Zimmerman disparar contra Martin solo por la mera sospecha de que podía llevar un arma- que, en lugar de garantizar mayor protección provocan un aumento de la inseguridad. Obama también criticó ese tipo de normas en su discurso del viernes.
Los manifestantes que se han congregado este mediodía a lo largo de todo EE UU, frente a los tribunales de justicia y los ayuntamientos de las ciudades, han clamado para presionar al Departamento de Justicia para que retome el caso y presente cargos contra Zimmerman. "Es necesario que se abra un debate serio sobre la desigualdad racial en este país", ha señalado el reverendo Sharpton a los medios.
JUAN FRANCISCO MARTÍNEZ (INSTITUTO FULLER)
Juan Francisco Martínez, profesor asociado para diversidad y programas internacionales del Seminario Teológico Fuller en Pasadena, es también director del Centro Latino y profesor asociado de estudios Hispanos y liderazgo pastoral. El es ciudadano norteamericano, pero de origen latino, ya que sus padres son mexicanos.
El
expresa para Protestante Digital, que “el caso cobra mayor importancia en EEUU porque nos obliga a reconocer varios problemas sociales profundos que a todos nos incomodan”.
Por un lado ve “un país donde ser varón negro lo hace a uno sospechoso”; y e
n segundo lugar, dice, “existen muchos estudios que demuestran que el nivel de encarcelamiento cuando un blanco mata a un negro y cuando un negro mata a un blanco en circunstancias similares, son muy diferentes”.
Aunque opina que lo más grave es que “
a pesar de todo ello estos factores no crean el contexto para que las leyes y la aplicación de la justicia cambie”.
Dificulta la situación que “se ha creado una sub-cultura de violencia entre muchos jóvenes de grupos minoritarios, particularmente en contextos urbanos. Entre muchos jóvenes se glorifica la violencia como señal de hombría. También se trata el caer en la cárcel como señal de “madurez”. La música y la cultura popular urbana celebran la violencia física y sexual” reflexiona Martínez.
Esto crea un ambiente de temor entre mucha gente, particularmente de raza blanca, que ha llevado a leyes de “defensa propia” como la de Florida, añade, “
El temor fortalece el deseo de “protegerse” que luego crea la tendencia de crear reacciones contra los “sospechosos”. Y el círculo vicioso parece no romperse.”
Así, surge un marco con perspectivas divididas que “hacen imposible una conversación honesta y profunda que confronte todos los lados del problema. Cada quien ve la culpa y el mal del otro, y minimiza los aspectos del problema que son contrarias a su punto de vista”. El resultado final es que “muchos blancos viven en temor existencial y muchos afro-americanos asumen que nunca habrá justicia en casos cuando un blanco mata a un negro. Y la separación entre las dos perspectivas sigue aumentando”.
Martínez cree que las iglesias cristianas deben “crear puentes entre estas perspectivas encontradas.Urgen cristianos de los dos lados de este debate que puedan reconocer la validez de la perspectiva del otro para que se pueda romper este ciclo”.
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