El científico mexicano Mario Molina, ganador del Premio Nobel de Química 1995, ha asegurado que la probabilidad de una ola de calor extremo se ha incrementado 40 veces en los últimos 50 años.
Durante una conferencia magistral ofrecida en el Senado mexicano, Molina destacó que el cambio de temperatura en el planeta es consecuencia de la modificación de la composición química resultante de las actividades humanas.
El dióxido de carbono se ha disparado desde el siglo XX y actualmente "tenemos 40 por ciento más que en el milenio pasado", añadió Molina, galardonado con el Nobel por su descubrimiento del papel de los clorofluorocarbonos en la degradación de la capa de ozono de la Tierra.
La temperatura del planeta desde la Revolución Industrial ha aumentado cerca de 0,7 grados Celsius, lo que ha ocasionado que se derritan glaciares y se registren eventos extremos como inundaciones, incendios forestales, sequías y ondas de calor, anotó.
En la ponencia, auspiciada por la Comisión de Cambio Climático del Senado, destacó las oleadas de calor y sequías registradas en Oklahoma y Texas, en Estados Unidos, así como en el norte de México en 2011.
SIN MEDIDAS PREVENTIVAS
Por otro lado, indicó que
pese a los esfuerzos de los integrantes la Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, no se han tomado medidas para lograr una reducción de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, principalmente porque EE.UU. y China no han querido ser partícipes.
Agregó que es necesario bajar en esta década en un tercio las emisiones de dióxido de carbono provenientes del uso de combustibles fósiles como gasolina, petróleo y diésel, porque de no hacerlo la temperatura va a subir más y eso sería muy peligroso.
Para ello, abundó, se debe usar la energía más eficientemente, y a la vez mejorar la eficiencia en el transporte; sustituir el carbón por gas natural; capturar y almacenar el carbono, usar las energías eólica, solar y biocombustibles; tener mejores prácticas forestales, y desarrollar tecnologías seguras en materia de energía nuclear.
También consideró urgente establecer un precio a las emisiones de carbono para que el mercado pueda orientarse a otras opciones energéticas, e incrementar la inversión en investigación, desarrollo y demostración de tecnologías avanzadas en energía.
De momento, expresó, las barreras para resolver el cambio climático son de orden político y lo que tiene que hacer la comunidad científica es poner de manifiesto la importancia del problema. "Actuar o no actuar no es cosa de los científicos, sino de la sociedad", puntualizó.
GLACIARES CONVERTIDOS EN BOSQUES
Por otro lado, una nueva investigación predice que el aumento de temperaturas conducirá a un masivo aumento de la cobertura vegetal en el Ártico. En un reciente artículo publicado en Nature Climate Change, los científicos revelan nuevos modelos que proyectan que las áreas boscosas en el Ártico podrían aumentar hasta en un 50 por ciento durante los próximos decenios. Los investigadores también muestran que este reverdecimiento acelerará el calentamiento global a un ritmo mayor de lo esperado.
"Esta redistribución generalizada de la vegetación del Ártico tendría impactos que reverberarán a través del ecosistema global", dijo Richard Pearson, autor principal del estudio y científico investigador en el Museo Americano de Historia Natural para la Biodiversidad y la Conservación.
Además, los investigadores analizaron las respuestas climáticas a estos múltiples cambios ecológicos. Encontraron que un fenómeno llamado el
efecto albedo, basado en la reflectividad de la superficie de la Tierra, tendría el mayor impacto sobre el clima del Ártico.
Cuando el sol llega a la nieve, la mayor parte de la radiación es reflejada de vuelta al espacio. Pero cuando se llega a una zona que es "oscura", o cubierta de árboles o arbustos, más luz solar es absorbida en la zona y la temperatura aumenta. Esto tiene una en cuanto al calentamiento climático: cuanto más vegetación haya, más calentamiento se producirá.
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