“El corazón alegre hermosea el rostro” dice un antiguo proverbio. Pero más allá de este efecto visible, el buen ánimo, el optimismo o las emociones positivas, tienen un comprobado efecto beneficioso para la salud.
Numerosos estudios han revelado en los últimos años que la percepción subjetiva de la salud mejora cuanto más optimistas somos. Pero cada vez más análisis coinciden en señalar que no sólo se trata de una ilusión motivada por nuestro estado ánimo: la felicidad puede ayudarnos a sanar.
ESTUDIO CON NIÑOS ENFERMOS
El último de ellos es el trabajo realizado por la Fundación Pequeño Deseo con la colaboración de la Universidad Complutense de Madrid aplicado a un centenar de niños.
La mecánica del análisis fue sencilla: a cien niños que padecen una enfermedad crónica o de mal pronóstico se les concedió el deseo que más anhelaban –un regalo, un viaje, conocer a su ídolo, etc.–. Los resultados fueron llamativos.
“Tras ver cumplido un deseo, aparecieron en estos niños emociones positivas que funcionaron como un catalizador y que generaron cambios más profundos: una fortaleza personal, un sentimiento de optimismo hacia el mundo, una sensación de felicidad con respecto a sus vidas...», explica la psicóloga Covadonga Chaves, perteneciente al equipo de la Universidad Complutense de Madrid que ha coordinado el estudio.
Cuantificando los resultados, el informe de investigación señala que entre seis y nueve meses después de vivir aquella agradable experiencia, los pequeños
mejoraron en su estado emocional en un 79% de los casos. Pero además, los médicos informaron de alguna mejoría en su estado de salud en el 62% de los menores.
Así, en una escala del 1 al 10, los especialistas estimaron que la influencia del deseo sobre la recuperación física de los menores se situaba en un 5.02.
UNIDAD PSICOSOMÁTICA
El ser humano es una unidad, así el 81% de los pequeños aseguró que, tras vivir la experiencia del deseo concedido, aumentó su espíritu de lucha, mientras que el 97% afirmó que les ha servido para animarse en momentos malos. Además, nueve de cada diez niños aseguraron que aquel estímulo les ayudó a recuperarse físicamente.
“El impacto directo de la felicidad sobre la salud es algo bastante novedoso, pero es evidente que cuando los pacientes se encuentran bien consigo mismos, su salud es mejor. Existe una conexión directa entre las emociones positivas y el estado físico. Influye en el sistema inmune”, dice Chaves.
RELACIÓN CAUSA-EFECTO
Precisamente la semana se ha celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) el primer “Encuentro sobre la Influencia de la Felicidad en el Estado de la Salud”, organizado por el Instituto Coca-Cola de la Felicidad, y en el que han participado científicos, médicos, sociólogos y psicólogos de toda España.
Uno de los participantes, Jesús Sánchez-Martos, catedrático de Educación para la Salud de la Universidad Complutense de Madrid, se refirió a evidencias científicas de que “la felicidad interior es salud”. Un simple análisis de sangre basta para constatar que “aquellas personas que se sienten más felices muestran un mayor índice de hormonas como la serotonina y las dopaminas, así como de endorfinas, creadas en nuestro propio cuerpo y que también aumentan con la práctica de ejercicio físico”, explica el catedrático. Estas son sustancias que nos proporcionan bienestar. “Las endorfinas, por ejemplo, comparten una raíz química similar a la morfina, un derivado del opio que aleja el dolor”, señala.
MEDICINA GRATUITA
La Sociedad Europea de Cardiología analizó los perfiles de 8.000 funcionarios de Reino Unido y estudió sus respuestas en torno a su vida cotidiana, es decir relaciones amorosas, nivel de vida, trabajo, familia, sexo...
La conclusión fue que un estado psicológico positivo supone un 13% menos de probabilidades de sufrir enfermedades cardiacas.
Con todo, esta relación no está del todo asentada en la comunidad científica. “La situación actual parece indicar que no está de moda ser feliz”, dice Sánchez-Martos, quien aboga por la “formación de los médicos en comunicación humana”, una asignatura “que no existe en las facultades”.
“Puede que la felicidad no sea la panacea, pero hay que tener en cuenta que no cuesta dinero”, concluye el catedrático.
Si quieres comentar o