Antes de hacerse un tatuaje, conviene pensarlo bien y saber que borrar los pigmentos resulta caro y doloroso. Los médicos especialistas en láser han observado en los últimos cinco años un fuerte aumento de demanda para borrar pigmentos de la piel. "Borrarse un tatuaje es mucho más largo, caro y doloroso que hacérselo", advierte Rafael Serena, responsable de la unidad de láser de la clínica Planas.
El precio del tratamiento depende del número de sesiones. En los centros que disponen de la tecnología más adecuada para borrar tatuajes, el precio de cada sesión para un dibujo de tamaño mediano –unos 100 centímetros cuadrados– puede situarse entre 250 y 300 euros. El conjunto del tratamiento, por lo tanto, suele superar los 1.500 euros.
Según los datos de Planas, el número de personas que solicitan que se les borre un tatuaje aumentó un 81% del 2006 al 2010. Esta tendencia al alza coincide con la observada en la clínica Teknon, donde los tratamientos para borrar tatuajes se iniciaron en el 2007.
El número de hombres y de mujeres que se tratan para eliminar tatuajes es similar, según los registros de Planas y de Teknon. Un 52% de la demanda se concentra en la franja de edad de 21 a 30 años y otro 31% en la de 31 a 40.
MOTIVACIONES VARIADAS
En cuanto a las motivaciones para deshacerse del tatuaje, "son muy variadas”, según explica Gabriel Buendía, director del Instituto de Fotomedicina de Teknon.
Una proporción elevada de sus pacientes le piden que les borre tatuajes, no porque no les gusten, sino porque les limita en su profesión. Entre los hombres, predominan los que se presentan a oposiciones a policías, bomberos o soldados, ya que no pueden optar a la plaza si están tatuados. Entre las mujeres, predominan las que tienen profesiones de cara al público, y que solicitan que se les borren tatuajes de zonas visibles como cuello, brazos y tobillos.
"También nos vienen jóvenes que empiezan su carrera como ejecutivos y que, cuando empiezan a vestir con traje y corbata, no se sienten cómodos con un tatuaje", explica Buendía.
Después están las personas que quieren quitarse tatuajes porque no les gustan, o porque no gustan a sus parejas o a sus padres. Abundan los casos de nombres de ex parejas. "Muchas veces vienen con su pareja actual, que suele estar muy seria en la consulta y está interesada por saber detalles del tratamiento, como cuánto tardará en borrarse el nombre o cuánto costará", explica Serena.
SÍMBOLOS PARTICULARES
En otros casos, el tatuaje representa símbolos ideológicos como cruces gamadas, y queda obsoleto cuando una persona modera su ideología o bien llega a un punto en que prefiere ocultarla.
Serena recuerda algunos casos particulares especiales, como el de una joven que acudió para que le borrara un demonio del brazo porque el cura le dijo que no la casaba si no se lo quitaba. O el de otro joven que le pidió que le borrara un escudo del Barça. "Como ve, hay situaciones muy variadas", explica el especialista de la clínica Planas.
Si bien en la mayoría de los casos los afectados desean borrarse tatuajes que se hicieron años atrás y con los que han dejado de sentirse identificados, también también se dan casos de arrepentimientos inmediatos. En Teknon han atendido a varios jóvenes que se han hecho un tatuaje sin que su familia lo supiera y que después se encuentran con un ambiente hostil en casa, explica Eva Ciscar, directora de la Unidad de Láser Cutáneo de la clínica.
También se registran casos de personas que se quieren borrar un tatuaje inmediatamente después de hacérselo, ya que no les ha quedado como esperaban. Y "nadie les ha informado de lo que cuesta quitar un tatuaje", advierte Ciscar.
UN LARGO CAMINO
Un tatuaje no se puede borrar justo después de hacerlo, ya que hay que esperar varios meses para que la tinta se estabilice en la piel antes de empezar a retirarla. Una vez iniciado el tratamiento, no basta con una única sesión para borrarlo. Suelen ser necesarias de seis a diez sesiones que deben espaciarse a intervalos de entre dos y tres meses. Por lo tanto, el tratamiento completo para borrar un tatuaje tiene una duración mínima de un año y puede prolongarse más de dos años.
Si un paciente tiene prisa, según el tatuaje que tenga, se le puede ofrecer un tratamiento más rápido, “pero hay que advertirle que no le quedará igual de bien", explica Rafael Serena.
Gabriel Buendía advierte que "no es un tratamiento agradable". Si bien no es lesivo para la piel, lo cual facilita que pueda recuperar una apariencia normal como si nunca hubiera estado tatuada, el impacto de los pulsos de láser que se utilizan para liberar la tinta del tatuaje provoca una sensación de dolor similar a los latigazos de una goma elástica. "Las sesiones duran entre cinco y veinte minutos", informa Buendía. "Hay gente a la que le cuesta aguantar esta sensación de dolor de manera prolongada".
CUESTIÓN DE COLOR
Los resultados no pueden garantizarse en un 100%. Pasado el dolor, pagado el precio y esperado el año y medio, no siempre queda bien. Depende de las tintas que se hayan utilizado en el tatuaje y de la técnica del tatuador.
En general los pacientes no saben qué pigmentos les inyectaron al hacerles un tatuaje. Y los médicos no pueden adivinarlo hasta que empiezan a borrarlo. "Por esta razón –informa Buendía– no podemos predecir el tiempo que hará falta para borrar un tatuaje hasta que iniciamos el tratamiento".
Los tatuajes de una sola tinta suelen ser más fáciles de borrar que los que tienen combinaciones de colores. Hay algunos colores, como los amarillos, que no se pueden borrar bien con los láseres actuales. Y hay otros que engañan, ya que están hechos con varios pigmentos mezclados y hacen falta varios láseres para borrarlos.
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