Este año, el Festival de Cine Fantástico de Sitges se ha asomado a la ficción más cercana a la ciencia contando con la presencia de
Hiroshi Ishiguro. Este japonés de 47 años lidera uno de los principales laboratorios de robótica del mundo, donde ha dado forma a los androides con apariencia humana más creíbles, conocidos como Geminoids.
Dos de las creaciones de su laboratorio de la Universidad de Osaka, el Geminoid H1-2, una copia fiel del propio científico, y el Geminoid F, reproducción de una mujer, son la imagen de la presente edición del Festival de Sitges, dedicado al décimo aniversario de la película
Inteligencia Artificial, de Steven Spielberg.
El científico ofreció una conferencia en la que no sólo discurrió sobre robótica, sino también tocó el campo de la filosofía. Al estilo de
Blade Runner,
Ishiguro se preguntaba si es posible definir lo que es un ser humano.
Antes, Ishiguro explicó que una de las claves de su investigación consiste en analizar y descubrir hasta qué punto es importante que, en una hipotética interacción futura entre humanos y robots, estos se parezcan a personas reales.
El investigador explicó diferentes experimentos realizados, entre ellos uno que desarrolló en una cafetería, donde la mitad de los presentes no se dio cuenta de que el hombre hierático que estaba sentado en una mesa era un robot, operado a distancia por Ishiguro, que le ponía su propia voz.
Son estas nociones de “realidad” que le llevan a afirmar que
llegará el día en que las personas se enamorarán de los androides, cuando éstos sean capaces de reproducir las emociones que caracterizan a la raza humana, como recoge la agencia EFE en una entrevista.
DESCIFRANDO AL SER HUMANO
De momento, los Geminoid interactúan sentados y sólo efectúan movimientos de cabeza, ojos y boca, lo que les limita la expresividad, o los dedos de las manos, y necesitan ser teledirigidos con un portátil, por lo que, pese a su aspecto hiperrealista, no llegan a ser confundidos con humanos.
Para parecer realmente humanos, los androides deberán poder transmitir emociones y sentimientos, un reto al que ya se está enfrentando el equipo de Hiroshi Ishiguro, quien señala:
“Nuestro próximo paso es intentar representar las emociones, la conciencia de los humanos, algo que no se define sólo con determinadas habilidades o cálculos, y que es muy difícil de imitar”.
Ishiguro se muestra confiado en “poder imitar esta clase de conductas humanas mediante los programas informáticos, aunque
primero tenemos que estudiar más qué es la conciencia humana. Una vez que definamos esto, podríamos hacer rápidamente una copia, pero aun no sabemos qué es”.
El científico se define finalmente por un modelo materialista. “Somos un trozo de carne fresca, igual que un bistec o una lonza”, añadió. La pregunta sería qué quedará de la condición humana una vez el cuerpo humano haya sido substituido por la máquina.
ENAMORARSE DE UN ROBOT
La utilidad de los androides con aspecto humano podría ser muy amplia. Desde hacer compañía a personas solas a ayudar a enfermos. Ishiguro está convencido de que la experiencia con los robots será positiva. Y se remite a sus experimentos. En aquellos en los que han reunido a sus Geminoids con humanos, después del encuentro “casi todos admitían que podrían llegar a enamorarse de un robot”.
Este experto en inteligencia artificial
relativiza las cuestiones éticas que se pueden derivar de sus avances tecnológicos e incluso comenta con ironía: “Creo que se podría imitar el enamoramiento, aunque yo todavía estoy buscando qué es el amor verdadero. ¿Usted sabe qué es?”.
UN DESARROLLO IMPARABLE
Esta relativización de lo humano llega a un punto extremo cuando resalta que el coste de un Geminoid es de alrededor de un millón de euros, y que la mayoría de los seguros de vida de las personas no alcanzarían estas cifras.
Más allá de consideraciones éticas o morales, Ishiguro es contundente al indicar que
los robots terminarán por estar presentes en nuestras vidas, porque “no son más que una extensión de los ordenadores”, y que este proceso es imparable. “No podemos detener el desarrollo tecnológico”, afirma.
Y por otra parte, Ishiguro no teme a una mala utilización de los robots. Ante la “percepción negativa” que se tiene de los androides en Europa o Estados Unidos, el científico pone como ejemplo a Japón, donde “los robots son nuestros amigos, y creo que aquí pronto van a verlos del mismo modo, por la cantidad de series animadas japonesas que se difunden”.
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