La campaña electoral norteamericana por la nominación republicana está teniendo un efecto colateral en forma de polémica sobre la posibilidad de cambiar la orientación homosexual.
Todo comenzó como parte de la campaña contra Michelle Bachman, la candidata más próxima al Tea Party, y que actualmente se sitúa como segunda favorita tras Mitt Romney. Su marido, Marcus, psicólogo clínico, ofrece en su consulta terapias para homosexuales que quieren dejar de serlo. Y esto ha desatado las iras del lobby gay.
Pero, lo que parecía malo se ha tornado en bueno, ya que la polémica está permitiendo dar a conocer sus argumentos a los partidarios de esas terapias.
DENUNCIA DE EX GAY
Greg Quinlan, uno de los más activos defensores de los derechos de los ex gays, es uno de los ha hecho público su apoyo a Bachamann, y se pregunta por qué se apoyan las operaciones de cambio de sexo y se intenta prohibir las terapias de cambio de orientación sexual.
Quinlan, presidente de la organización denominada Padres y Amigos de Ex-Gays y Gays (PFOX por sus siglas en inglés), y él mismo ex homosexual, ha dirigido recientemente una carta a la candidata republicana, en la cual hace un repaso de la situación en que se encuentran las personas como él: "Soy ex gay. Y sufro ahora más acoso que cuando lucía con orgullo mi homosexualidad".
Al denunciar el acoso sufrido ante lo que es una decisión puramente personal, Quinlan da razones que provocan el mismo: "Como la existencia de un único ex gay demuestra que el comportamiento homosexual no es innato ni inmutable, el temor del lobby gay a sus antiguos miembros se traduce en calumnias y ataques dirigidos a impedir a los homosexuales ejercer su derecho a la autodeterminación. No pueden soportar que ni un solo homosexual abandone la homosexualidad", explica Quinlan.
PROTECCIÓN LEGAL
Uno de los objetivos de Quinlan y otros grupos similares es que la condición de ex gay reciba el paraguas de protección legal que reciben otras condiciones sexuales.
Ninguna asociación médica prohíbe "el asesoramiento sobre una atracción no deseada por el mismo sexo", y "los homosexuales que no son felices con su condición pueden elegir libremente su tratamiento terapéutico, como cualquier otra persona", recuerdan quienes apoyan las terapias para homosexuales.
Pero el caso es que se les intenta impedir ejercer este derecho. Es por ello que Quinlan reclama a Barack Obama "que apoye a quienes quieren cambiar de orientación sexual como apoya a quienes quieren cambiar de sexo".
Pero hasta ahora las cosas son más bien es al revés. Por ejemplo, durante su campaña presidencial de 2008, estaba prevista la intervención en varios actos de Donnie McClurkin, un cantante negro que le apoyaba para presidente... pero que es un declarado ex gay. En consecuencia, el lobby rosa que rodea al Partido Demócrata eliminó la mayor parte de sus conciertos.
DISCRIMNACIÓN PROBADA
Quinlan denuncia que las campañas de derechos humanos que piden igualdad de derechos para los homosexuales, los niegan a quienes han dejado de serlo. Por ejemplo, han conseguido que el Banco Mundial se niegue a financiar a ONG de ex gays, mientras sí lo hace con las de gays. Para rematar, distintas organizaciones homosexuales de igualdad de derechos han conseguido que no se incluya a los ex gays en las políticas de no discriminación.
Y el colmo, sostiene Quinlan, es que ni siquiera se permita ofertar terapia a quien la pide, por lo que en su opinión la gran pregunta es:
"Si un gay decide que quiere vivir saludablemente como heterosexual, como fue mi caso, ¿tienen los homosexuales derecho a vetar esa decisión?".
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