Algunos científicos dicen que su conocimiento revolucionará la psicología como lo hizo el ADN con la biología. Según las últimas investigaciones, las neuronas espejo intervienen de forma fundamental en el proceso de comprender y compadecernos de los demás, o advertirnos de las malas intenciones de alguien que tenemos enfrente.
Para Ricardo Martínez Murillo, científico especializado en la investigación cerebral, las neuronas espejo nos ayudan a ponernos en situación, a entender y comprender al que tenemos en frente.
“Existe una amplia red de estas neuronas que tienen funciones muy importantes como el aprendizaje, la imitación y la sociabilización del individuo”, afirma Martínez Murillo.
Las neuronas espejo se detectaron primero en primates, en investigaciones realizadas por científicos italianos en el año 1996. Los investigadores detectaron cómo se activaban en los macacos actividad cerebral específica cuando observaban a otro simio hacer la misma acción que ellos.
La investigación siguió adelante y sería un equipo de la universidad de California la que detectase esta actividad neuronal en humanos.
Descubrieron cómo se activaban estas neuronas cuando alguien frente a los sujetos se pinchaba con una aguja. Lo interesante es que las neuronas activadas eran las mismas Es decir,
estas neuronas son las que hacen sentir el dolor ajeno como una sensación propia. Las neuronas ayudarían a las personas a “empatizar” con la situación que están presenciando.
INTÉRPRETES DE LO QUE NOS RODEA
Ricardo Martínez Murillo, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), junto con un equipo de neurobiología del Instituto Ramón y Cajal de Madrid (España), investiga desde hace tiempo el comportamiento de este tipo de células.
“Las neuronas espejo son elementos celulares, neuronales, que están localizados en el área promotora frontal y el lóbulo temporal de la corteza cerebral. Cuando un individuo situado enfrente de otro ejecuta una acción que el primero es capaz de hacer, estas neuronas se activan imitando, pero sin llegar a realizar el movimiento o la acción que hace la persona a la que se está observando”, explica el científico.
Ni llegamos a imitar ese movimiento ni la intensidad de la sensación es la misma;
lo que nos llega es parecido al eco de la acción de ese otro individuo, según el experto. Para Martínez Murillo, “en ese momento, estas neuronas se conectan con otras con las que intentan “hablar” para ejecutar la acción, pero esta comunicación no se llega a realizar porque hay mecanismos que la bloquean. Pero el hecho de que estas células se enciendan en el sentido de que detectan ese movimiento, es decir, comprenden la acción, es muy importante desde el punto de vista cognitivo.
La función de estas neuronas es interpretar esa acción, no ejecutarla. Con ellas se interpreta la acción, así como el objetivo y las intenciones”.
Por ello, la función de estas neuronas también es fundamental en nuestro entorno social. “
Resultan muy importantes en el mecanismo de defensa porque, si alguien te va a agredir y tú no lo interpretas, al final lo hace sin que tú te hayas podido defender.
Esas células te ayudan a ponerte en situación, a entender, a comprender al otro, saber cuáles son las intenciones y qué acción está desarrollando la persona próxima”, explica el científico español.
IMPORTANTE AVANCE
Marco Iacoboni, neurocientífico de la Universidad de California (Los Angeles, EE.UU.) afirma que “
las células espejo son radares andantes que permiten la intuición de saber qué hace y qué siente el otro”. El investigador español muestra su acuerdo: “efectivamente, somos unos seres sociales y nos movemos en un campo social. Vivimos acomodándonos a cómo viven los demás y estas neuronas son sociales en el sentido de que nos hacen individuos sociales”.
Vilayanur Ramachandran, director del Centro del Cerebro y Cognición de la Universidad de California (EE.UU.), ha llegado a afirmar que el descubrimiento de las neuronas espejo hará por la Psicología lo que el ADN ha hecho por la Biología. Opinión que comparte el investigador español ya que, según afirma, aportaría datos hasta ahora desconocidos con los que desarrollar técnicas terapéuticas más seguras.
Patologías como el autismo comienzan ahora a entenderse como disfunciones de estos elementos cerebrales. Una de las características del autista es que no entiende de las emociones del otro, por lo que se podrían desarrollar trabajos de investigación en este campo.
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