Aunque en muchos medios se siga vendiendo el enfrentamiento entre religión y ciencia, resulta mucho más interesante atender a aquellos estudios científicos que se acercan al fenómeno religioso y gracias a ello van avanzando en el conocimiento del ser humano. Un resumen de algunos de los avances más interesantes han sido publicados en el último número de 2010 de la prestigiosa revista mensual
Monitor on Psychology, editada por la Asociación Americana de Psicología.
En la revista se analiza el fenómeno religioso desde nuevas perspectivas que aportan investigaciones de la última década en neurociencia, psicología, sociología o antropología. La idea central que se extrae es que
la espiritualidad surgiría de procesos cognitivos básicos del ser humano, que tiene una base neuronal y su causa podría ser evolutiva.
BUSCAMOS UN PROPÓSITO
La búsqueda de trascendencia podría estar “escrita” en nuestro cerebro, afirman los expertos. Justin Barret, especialista en este tema de la Universidad de Oxford, explica que sus estudios recopilan datos de diversos procesos básicos que darían lugar a las creencias religiosas. Procesos que hacen que veamos el mundo como si tuviese un diseño intencionado “creado por algo o alguien”.
Una investigación de científicos de la Universidad de Boston mostró cómo
aún en niños pequeños existe esta tendencia a pensar que el mundo ha sido creado con un propósito. Si se le pregunta a los niños “¿por qué existen los ríos?”, una respuesta corriente sería: “para que los peces puedan nadar”. Algo que también concuerda con la capacidad del ser humano de buscar coherencia y orden constantemente en todo tipo de patrones visuales.
Pero, además,
el ser humano parece tener una predisposición innata a creer en lo sobrenatural, explica Barret. En un estudio realizado por el psicólogo, se constató que niños de tan sólo tres años atribuían espontáneamente habilidades sobrenaturales e inmortalidad a “Dios”, incluso sin haber recibido aleccionamiento alguno sobre Dios o la religión.
El psicólogo afirma que lo que se está demostrando es que “nuestra estructura cognitiva básica nos predispone a cierto tipo de pensamientos, a pensar en la pre-vida, en la vida después de la muerte, en dioses, seres invisibles que hacen cosas, es decir, en los temas comunes de las religiones del mundo”.
NEURONAS RELIGIOSAS
Esta predisposición hacia las creencias espirituales o sobrenaturales tiene una base neuronal, señalan las investigaciones más recientes realizadas por neurocientíficos. Según ellos,
la tendencia a la religiosidad se extiende por todos los sistemas del cerebro, y probablemente surja de circuitos neuronales desarrollados para otros fines.
Como ejemplo, en 2009, Jordan Grafman, director de la sección de neurociencia del National Institute of Neurological Disorders and Stroke de Estados Unidos, publicó los resultados de un estudio realizado con tecnología fMRI (exploración de resonancia magnética funcional de la actividad neuronal) que demostraron que
los pensamientos religiosos activan un área del cerebro implicada con la interpretación de las emociones e intenciones de otras personas.
Según los autores del estudio, estos resultados sugieren que cuando la gente piensa en Dios desarrolla un pensamiento similar al que tienen cuando piensan en cualquier figura de autoridad especial, como una madre o un padre.
En todo caso,
estas investigaciones sirven para comprender al ser humano como un todo que integra elementos biológicos, psicológicos, sociales, culturales y espirituales que están conectados entre sí. Según Barrett, a medida que los estudios avanzan, se tiene una mayor comprensión acerca de la naturaleza de la religión y su desarrollo.
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