Así se recoge en la investigación «Valores sociales y drogas, 2010» realizada por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), Obra Social de Caja Madrid y el Plan Nacional sobre Drogas. A pesar de esta afirmación, en el estudio no dejan de descubrirse datos que, en apariencia, sí se antojan muy novedosos.
De los datos de la encuesta masiva, que ha comparado los datos de 2010 con un estudio similar auspiciado también por la FAD en el año 2001, se desprende que los españoles, hoy por hoy, toleran más la eutanasia, el aborto y la pena de muerte que, por ejemplo, fumar en edificios públicos, hacer trampas en exámenes, entrar por «enchufe» a una empresa o tener una aventura fuera del matrimonio.
En concreto, casi el 36% de la población justifica la aplicación de la pena de muerte para delitos muy graves, un porcentaje que una década atrás era de 9 puntos porcentuales menos. El aumento de esta valoración crece en el segmento poblacional más joven (de 15 a 24 años). La investigación, que ha pulsado la opinión de más de 1.200 personas de 15 a 64 años, muestra que seis de cada diez españoles consideran admisible la eutanasia y que el 54% admitiría una total libertad para abortar, 10 puntos más de la admisión que provocan las relaciones homosexuales.
La comparativa es clara en otro punto de la escala de valores: el 20% de los españoles justifica el suicidio, un porcentaje al que no llega ni la justificación por emborracharse en lugares públicos, la modificación genética de los alimentos o engañar en el pago de impuestos (que oscilan de un 10 a un 20% de respuestas favorables).
Analizando estos datos, los responsables del estudio se apresuran a matizar que no tiene fácil explicación que la justificación de la eutanasia sea casi 40 puntos porcentuales mayor que el suicidio. Por ello, apelan al peso de lo «políticamente correcto y lo aprendido en las respuestas», además de en la distancia que se adquiere «entre lo ideal y lo real» cuando se contesta a un sondeo de este tipo. «No resta ni un ápice de significación a la jerarquía de lo que se contesta, pero obliga a una lectura ponderada», establecen desde la FAD.
«VALORES JUVENILES» EXTENDÍENDOSE
En lo referente a los valores «finalistas», el director técnico de la FAD, Eusebio Megías, ha explicado esta mañana en la presentación del trabajo en Madrid que «se ha producido en los últimos años una juvenilización de los valores», es decir, «aquellos valores que antes se criticaban y atribuían a los jóvenes, ahora los están asumiendo personas de todas las edades». Entre estos valores, destacan los convencionales «arriesgarse por cosas nuevas», «vivir sin pensar en el mañana, «tener muchos amigos» o «disponer de mucho tiempo de ocio».
Lo que cada vez encuentra más rechazo entre los españoles son los poderes públicos, hacia quienes se profieren discursos «teñidos por una importante nota de desencanto y pesimismo». «Desconfían profundamente de los poderes públicos y de las acciones comunes», dice el estudio, y contrasta al cien por cien con otro hecho paradójico: ante las dificultades, los españoles necesitan más que nunca apelar a soluciones colectivas y al Estado.
EL INTERÉS POR LA RELIGIÓN SIGUE BAJANDO
Estas notas negativas se repiten hacia el estado económico de los españoles que valoran, pese a la crisis, como «satisfactorio» mayoritariamente. En todo caso, en una escala del 1 al 10, esas expectativas mejoran si se valora el estado de satisfacción con las relaciones familiares, las de amistad y hasta con el trabajo (un 7,26 sobre un 10).
Megías ha señalado que la importancia que los encuestados otorgaron a su interés por las cuestiones religiosas (3, 83 puntos sobre 10 (un 0,64% menos que en el informe precedente) evidencia la «caída libre» que experimenta la religión en la escala de valores de los españoles.
En el apartado de la drogadicción, llama la atención de los expertos que sólo un 9% de los entrevistados considere pernicioso el cánnabis, una proporción que se rebaja hasta el 6% en el caso del alcohol. En el lado opuesto, un 99,2% de los españoles consideran peligrosa la heroína, una droga «estigmatizada».
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