Las situaciones de estrés, las preocupaciones personales, los dolores físicos, la toma de sustancias estimulantes o las circunstancias ambientales pueden complicar el descanso nocturno.
Sabido es que el tradicional recurso de contar ovejas no siempre funciona, por eso los expertos dan una serie de recomendaciones a tener en cuenta: No ir a la cama hasta tener sueño; acostarse como mínimo una hora después de haber cenado y no hacerlo de forma copiosa, evitar el alcohol, la cafeína y el tabaco, realizar ejercicio de manera regular, pero no antes de ir a la cama, y despertase y acostarse todos los días a la misma hora. Quien pueda seguir estos consejos, se sentirán mejor por las mañanas.
MANTENER LA RUTINA
Un estudio publicado en la revista «Sleep» concluye que el mantenimiento de las rutinas diarias reduce el insomnio y mejora la calidad del sueño en los adultos mayores. Los resultados de la investigación señalan que una mayor estabilidad en las rutinas diarias ayuda además a reducir el tiempo para quedarse dormido y conseguir un sueño más eficiente.
Fijar unos mismos horarios y patrones para actividades básicas como ducharse, vestirse y comer se asociaron más fuertemente con la calidad del sueño que la estabilidad en la realización de acciones instrumentales como ir de compras, usar el transporte público y las citas médicas.
Según los autores, la rutina en el estilo de vida se caracteriza por la estabilidad en el tiempo, la frecuencia y duración de las actividades cotidianas como ver televisión o leer un libro. También es posible identificar patrones de regularidad semanal en acciones tales como la limpieza, el ejercicio y los compromisos sociales.
El director de la investigación, Anna Zisberg, profesor asistente en la Universidad israelí de Haifa, señala que los resultados destacan la importancia del desarrollar un estilo de vida basado en la regularidad y estabilidad de las actividades que realizamos como un modo de mantener un buen sueño.
«Nosotros predijimos que habría una relación entre los patrones de actividad de rutina y la calidad del sueño, puesto que en teoría los patrones de sueño y otras actividades de la vida cotidiana están relacionados y sincronizados potencialmente», asegura Zisberg.
¿Y POR CASA CÓMO ANDAMOS?
En cuanto a los españoles, un estudio realizado el año pasado por Asocama revelaba que un 32% de la población se levanta cada mañana cansada y sin energía o con dolores musculares. Un 5,4% de la población padece insomnio, y hasta un 17% tarda más de 30 minutos en dormirse todas las noches.
Los españoles dormimos alrededor de siete horas, algo más los fines de semana. Y la siesta claramente está perdiendo posiciones: un 58,6% de la población no la duerme nunca, y sólo un 16,2% lo hace a diario. También tenemos clara la postura: un 64,7% prefiere dormir de lado, frente al 7,8% y 7,9% que lo hace boca arriba y boca abajo respectivamente.
Y respecto al tamaño de las camas, predominan las de 1,35cm, utilizadas por un 42,1% de la población, seguidas por las de 1,50cm (un 27,8%). El colchón es un gran aliado, no sólo para dormir: el 57,2% lo utiliza además para mantener relaciones sexuales, un 26% para ver la televisión, y un 25% para leer. Curiosamente, hay un 29,6% que sólo lo utiliza para dormir. Y en líneas generales, a los diez años cambiaríamos primero el colchón (un 40,2%), frente al 13% que cambiaría el coche y el 6% que da prioridad a los electrodomésticos.
LOS AMERICANOS DUERMEN MENOS
El último estudio realizado por la Fundación Nacional del Sueño en Estados Unidos revela que los americanos no descansan lo suficiente: sólo 6,5 horas por término medio. Analizando los hábitos de los diferentes grupos étnicos del país para sacar a la luz las diferencias culturales, los autores del estudio han comprobado que duermen solos el 31% de los hispanos, el 41% de los negros, el 21% de los blancos y el 37% de los asiáticos. El hábito de dormir con un animal doméstico es más habitual entre los blancos (14%).
Aproximadamente a un tercio de la población, independientemente de su etnia, le cuesta conciliar el sueño por problemas relacionados con las finanzas, el empleo, las relaciones personales o la salud. Por otra parte, un 20% de los encuestados declaraba usar Internet en la hora previa a acostarse cada noche, un porcentaje que aumentaba mucho en los sujetos asiáticos (51%). Y el hábito de ver la televisión antes de irse a la cama ascendía al 74% en negros, 72% en hispánicos y 64% en blancos.
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