Con más de cuatro millones de parados en España, hacerse «funcionario» ha ganado puntos como refugio de millares de españoles -imposibles de cuantificar, dada la cantidad de Administraciones Públicas a las que presentarse- que pelean por un puesto de trabajo seguro, para siempre. Las escuelas de formación para oposiciones ven multiplicar los alumnos y las convocatorias de exámenes acogen a mareas de aspirantes.
El Estado sacó a concurso para 2009 más de 20.500 ofertas de empleo público, frente a las más de 35.000 de 2008 (administrativos, Justicia, Fuerzas Armadas o Cuerpos de Seguridad). A esta oferta hay que añadir todas las plazas de corporaciones locales y autonómicas (la enseñanza y la sanidad están transferidas a las autonomías).
La cuestión es cuánta gente lucha por ellas. Un puñado de ejemplos: hace dos semanas, un total de 22.377 personas se examinaron en la localidad pontevedresa de Silleda para competir por 1.670 plazas en la sanidad pública gallega en distintas categorías y funciones. Y la semana anterior, hasta 9.163 opositores pelearon por 252 plazas de celador.
Las ofertas menguan y los interesados se disparan. «En el cuerpo auxiliar administrativo del Estado había 48.816 solicitudes en 2008 y este han crecido hasta 68.441, mientras que las plazas han disminuido de 1.713 a 1.152. Hoy en día, la gente da mucho valor a la seguridad, se antepone al salario», explica Yolanda Palomo, secretaria general de la Administración del Estado de UGT.
UN EMPLEO SEGURO
Laura Iglesias y Virginia Pizarro no se conocen de nada, viven en municipios distintos y se preparan en centros diferentes. Pero ambas se las tendrán que ver en la última semana de enero para conseguir una de las casi 600 plazas de auxiliar administrativo que ha convocado el Ayuntamiento de Madrid. La cuestión es que, con ellas dos, se han apuntado otros 33.000 candidatos a la misma prueba. Una cuenta rápida: son 55 aspirantes por plaza, aunque una parte importante de los inscritos acaba por no presentarse al examen.
«La sensación de riesgo se percibe lógicamente con mucha más intensidad como consecuencia de la crisis, por eso se busca un empleo seguro. Si esto dura mucho, nos conducirá a una situación paradójica: la generación joven sentirá más aversión a ese riesgo que las maduras, y eso no había ocurrido jamás. Hace falta una reflexión sociológica», opina Ramón Adell, catedrático de Economía y Organización Empresarial de la Universidad de Barcelona.
Cuando uno pierde su empleo, y no encuentra otro, ¿por qué no se plantea montar un negocio? La situación económica en España no lo alienta demasiado. Adell, que además es presidente de la Asociación Española de Directivos, lo ve de la siguiente forma: «El entorno no está facilitando un espíritu emprendedor y, además, aún falta mucho camino que recorrer para que lo haga. Hay que flexibilizar mucho la burocracia para empezar un negocio».
AUMENTO DE OPOSITORES
El número de alumnos matriculados en la escuela Master-D ha crecido un 35% y el 60% de los interesados son mujeres, según Manuel Fandos, directivo de ese centro. España tiene 2,6 millones de personas que trabajan para las Administraciones Públicas (ver cuadro), entre funcionarios, personal laboral y estatutario. El peso de las mujeres en este colectivo crece y seguirá haciéndolo a juzgar por el número de mujeres que prepara oposiciones. «Se accede al sector público de forma objetiva, con un examen igual para todos, sin una entrevista en la que se pueden preguntar aspectos personales, como si se tiene pareja o se tienen hijos», apunta Yolanda Palomo.
Las pruebas a cuerpos superiores (juez o fiscal, por ejemplo), están al margen de la crisis, pero sí crece la fiebre por las oposiciones que requieren menos formación académica. El Cuerpo Nacional de Policía, por ejemplo, ha ofrecido este año 1.949 plazas (un 61% menos), pero las solicitudes suman 58.428, frente a las 52.889 de 2008. Y en las seis primeras convocatorias de las Fuerzas Armadas, de las 11 que hay en todo un año, Defensa ha recibido casi 70.000 solicitudes, cuando en todo 2008 alcanzó 78.575.
«En una oposición te presentas tú con tu esfuerzo, y tu número de horas estudiadas», explica María José Flecha, madrileña de 40 años. Lleva estudiando desde enero de 2009, cuando perdió su trabajo en el departamento de Recursos Humanos de una consultora tecnológica. Se prepara ahora para entrar en el cuerpo de gestión de Justicia y ya ha superado el segundo escalón. El próximo marzo afronta el tercer y último examen, que consiste en 10 preguntas cortas. Detrás, quedan entre 14 y 16 horas de estudio diarias, porque combinó el cuerpo de gestión con otras oposiciones simultáneamente. «Desgasta no tener vida social, pero en una cosa así o te pones en serio o pierdes el tiempo», reflexiona.
Aula Tutor también ha visto crecer su número de alumnos. Uno de sus nuevos fichajes es Beatriz del Barco, de 26 años, que sostiene que «el sector público es el único que siempre cumple con el contrato que firmas el primer día». Está preparándose para entrar en el cuerpo de administración de la Comunidad de Madrid al tiempo que trabaja en una tienda. Ha oído más de una vez las machaconas críticas sobre la eficiencia de los funcionarios: «Pero eso va con las personas, hay vagos en todas partes y también gente muy trabajadora».
MODIFICACIONES NECESARIAS
El Gobierno central mantendrá para 2010 las limitaciones en la incorporación de personal de nuevo ingreso, que no podrá superar el 15% de la tasa de reposición (frente al 30% de 2009), a excepción de servicios como la seguridad, la sanidad, la enseñanza o las instituciones penitenciarias.
Juan Carlos Molero, profesor de Economía especializado en Sector Público de la Universidad de Navarra, opina que en plena crisis, un aumento de contrataciones de funcionarios «podría tener una doble visión: una negativa, pues frena la necesaria austeridad en un gasto público que se dispara; pero otra positiva, pues ayuda a contrarrestar el aumento del paro en la economía privada». En cualquier caso, «aún se debe mejorar mucho en la eficiencia en el trabajo de dichos funcionarios». «Necesitamos que la nómina del funcionario pase a depender, en cierta medida, de su trabajo real, como en la empresa privada», apunta Molero.
El trabajo del opositor requiere cierta fortaleza mental, asumir que el esfuerzo, pese al buen examen que uno pueda hacer, la competencia y la sequía de plazas puede dejar el sacrificio sin frutos. Es lo que le acaba de pasar a M., que prefiere no revelar su nombre. Ha pasado más de un año trabajando y estudiando, levantándose a las cinco de la mañana y sin ver prácticamente a su familia. Y se ha quedado en la segunda fase en una oposición de Justicia. Por delante tiene la convocatoria del próximo año. Luis Fernández, de Aula Tutor, recalca que «hay que aprovechar todo ese trabajo y seguir, presentarse a otras pruebas con el mismo temario». En palabras de un antiguo opositor que tiró la toalla hace años, lo que hace falta «es un trasero de hierro».
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