Frente a la solemnidad de los premios Nobel, la organización estadounidense
Imposible Research reconoce los descubrimientos más curiosos, que este año han sido, entre otros, unos
diamantes extraídos del tequila y un sujetador convertible en una doble máscara antigás.
En su
decimonovena edición, los Ig Nobel, nombre de estos premios, han convertido a unos investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México -Javier Morales, Miguel Apátiga y Víctor Castaño- en vencedores en la categoría de Química por probar que una de sus bebidas más populares, el tequila, vale su peso no en oro, sino en diamantes.
Estos científicos han conseguido obtener del tequila, a través de un proceso químico, microcristales de diamante. Este «brillante» descubrimiento tiene mucho valor, pero no tanta utilidad como el estudio vencedor en la categoría Salud Pública, que realizado por Elena N. Bodnar, Raphael C. Lee y Sandra Marijan en Chicago (Estados Unidos), ha inventado un sostén que, en caso de emergencia, se convierte en una dobla máscara de gas: para su portadora y su posible acompañante.
Imposible Research basa su peculiar reparto de premios, conocido como los anti Nobel, apoyándose en una afirmación de Isaac Asimov: «La frase más emocionante que puedes escuchar en el mundo de la ciencia, la que anuncia los nuevos descubrimientos no es tanto ´Eureka´ como ´qué curioso´».
Curioso es, desde luego, el experimento merecedor del premio Ig Nobel de la Paz, concedido a un grupo de científicos de la Universidad de Berna que han conseguido
demostrar -con casos prácticos- que un golpe en la cabeza con una botella de cerveza vacía es más peligroso que con una llena.
En la categoría de Veterinaria, Catherine Doyuglas y Peter Rowlinson, de la Universidad de Newcastle (Reino Unido), por su parte, han demostrado que
un trato personalizado hacia las vacas puede resultar más rentable: aquéllas que eran llamadas y tratadas por su nombre propio dieron una mayor cantidad de leche que las que recibieron un trato «impersonal».
Y no con animales, sino consigo mismo experimentó cada día durante los últimos sesenta años el premio Ig Nobel de Medicina, Donald L. Unger, de Thousand Oaks (Estados Unidos).
En ese periodo de seis decenios hizo crujir los nudillos de su mano izquierda pero nunca los de su mano derecha y pudo así probar, finalmente, que ese acto cotidiano produce artritis.
El premio de Física también recayó en Estados Unidos, pues la profesora de la Universidad de Cincinnati Katherine K. Whitcome consiguió desvelar, mediante un análisis científico,
el misterio de por qué las mujeres embarazas tienden a perder menos el equilibrio que los hombres o que otras mujeres no embarazadas. Es por su bajo centro de gravedad.
IRONÍAS
Otros premios tienen un carácter, más que sorprendente, irónico. Así, el Ig Nobel de Economía será para los directores, ejecutivos y auditores de cuentas de cuatro bancos islandeses, por
demostrar «que los pequeños bancos pueden transformarse en bancos enormes y viceversa y demostrar que lo mismo se puede aplicar a una economía nacional entera», explican desde Improbable Research.
Asimismo, el premio en la categoría de Matemáticas recae en el presidente del Banco de Reservas de Zimbabue, Gideon Gono,
por emitir recibos desde los 0,01 dólares hasta los 100 billones de dólares, en referencia al desigual reparto de riqueza de su país.
Otro premio cargado de sorna es el de Literatura, otorgado a la Policía de Irlanda por haber puesto más de cincuenta multas de tráfico al «recordman» de las infracciones de tráfico en su país: un hombre que dio el nombre de Prawo Jazdy, palabras que en polaco significan «carné de conducir».
Finalmente, el Ig Nobel de Biología fue a parar a Japón, donde científicos de la Universidad de Sagamihara
demostraron que se puede reducir la masa de los residuos orgánicos generados por un hogar utilizando una bacteria extraída de las heces del oso panda gigante.
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