“No sabía qué sucedía y fui a ver si podía echar una mano. No era consciente de que exponía mi vida”. Quien así hablaba era Juan Pablo Urtizberea, el último ´héroe´ de la violencia doméstica, que este mes trataba de evitar, esta vez sin éxito, que una mujer fuese asesinada por su ex pareja en plena calle. Esta semana, mientras Juan Pablo aún se recupera de las heridas sufridas en el lance, la ministra Bibiana Aído anunciaba que le concedían la medalla del mérito de Igualdad.
Antes que él, Jesús Neira o Rafael Eugenio se convirtieron también en ´héroes´ por accidente al tratar de evitar una agresión machista. Pero, ¿qué debe hacer uno cuando se encuentra con un caso de este tipo?
“UN TESTIGO DEBE IMPLICARSE, SIN SER IMPRUDENTE”
Hombres corpulentos, enajenados por la ira y violencia y, algunas veces, armados. Ante estos agresores, es difícil saber qué hacer (o si cabe, si uno puede hacer algo) para evitar la tragedia. Los expertos consultados lo tienen claro: “Lo importante es actuar en todo caso y, dependiendo de las circunstancias, con una contundencia mayor”, dice Miguel Lorente, delegado del Gobierno para la Violencia de Género. “Lo que hay que hacer es intentar evitar un crimen”, resume.
Eso sí, uno no debe actuar impulsivamente. “Un testigo debe implicarse, pero no debe ser imprudente. Si los dos nos ponemos en riesgo, ya somos dos víctimas”, advierte Andrés Martín, psicólogo especializado en violencia machista y coordinador de la Asociación Aspacia para la Convivencia.
“Lo correcto es tratar de ayudar de alguna forma. Si uno no se puede enfrentar al agresor, porque está armado o es muy corpulento, debe pedir ayuda a la Policía y pedir la colaboración del resto de ciudadanos”, recomienda, por su parte, el inspector de Policía que coordina la UPAP (Unidad de Prevención, Asistencia y Protección, dedicada a asistir a víctimas de malos tratos) de Madrid. Así, hace unos meses, en Barcelona, entre Rafael Eugenio y otros transeúntes lograron reducir a Jesús Poncela, que estaba agrediendo con un cuchillo a su ex novia.
¿Y después de pedir ayuda? El psicólogo Martín da algunas pautas: Tomarse uno o dos segundos para observar la situación. Si el agresor está insultando a la mujer, si le está golpeando, si tiene un arma...”. Después, habrá que intentar tranquilizarlo. Eso sí, nunca recriminarle su acción. Aunque algunos maltratadores pueden huir al ser reprendidos, otros actuarán con mayor violencia.
“TRANQUILIZAR AL AGRESOR”
“Hay que tratar de tranquilizar al agresor, no dirigirse a él de forma que se sienta violentado, ni decirle frases agresivas. Que él mismo reconduzca su actitud”, recomienda el inspector de la UPAP. Ni gritos, ni insultos, sino frases tranquilizadoras. “Qué está pasando, puedo ayudar...”, sugiere el psicólogo Martín.
“Siempre ganando tiempo hasta que llegue la ayuda. La clave es conseguir que el agresor preste atención al testigo, para ganar tiempo y que llegue la Policía o, si está agarrando a la mujer, la suelte. Nunca desde la provocación, porque puede volverse contra el testigo o incrementar la violencia con la víctima”, añade el coordinador de Aspacia.
“Teniendo en cuenta que son hombres que están actuando con violencia, que son criminales, cualquier actuación desde fuera la viven como una intromisión, porque ellos creen que están haciendo lo que deben”, advierte Lorente. “Si estamos en un espacio público, estamos hablando de una situación de mucha violencia. En principio, hay que prever que el agresor se vuelva [contra uno]. Siempre hay que ir prevenido para una acción directa, porque con su actuación está mostrando que no teme a las consecuencias”, precisa.
EL MALTRATO NO ES PRIVADO
Así le sucedió a Jesús Neira. El profesor universitario pasó más de ocho meses en el hospital tras ser agredido cuando trató de defender a una mujer. En cualquier caso, su ejemplo y el de otros ´héroes´ también está ayudando a generar una mayor conciencia sobre estos casos. “Hay que romper la sociedad silente con el maltrato”, decía el profesor cuando hace unas semanas recibía la Gran Cruz del Mérito Civil.
Y así parece estar sucediendo. “Se está rompiendo la idea de que es un problema privado y de la pareja”, dice Lorente. “Ahora los maltratadores saben que tienen la reprobación social”, coincide Martín, que desde su fundación trabaja en la rehabilitación de agresores.
Así lo atestigua el inspector de la UPAP: “Han aumentado las llamadas de vecinos, testigos”. Precisamente, el año pasado las denuncias de casos de violencia machista interpuestas por familiares se duplicaron (crecieron un 116%) con respecto a 2007. Las de vecinos y personas del entorno de la víctima aumentaron, por su parte, un 40%.
“Lo importante es intevenir”, resume Martín, “se puede ser héroe sin ser imprudente”.
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