Javier Urra, psicólogo de la Fiscalía de Menores de Madrid, ex Defensor del Menor de esta comunidad autónoma y autor del libro ‘El pequeño dictador. Cuando los padres son las víctimas’, se muestra seguro de que este perfil de muchachos, que generalmente tienen a sus madres como víctimas directas de las agresiones, ejercerán la violencia de género con sus parejas cuando sean adultos.
Subraya que los menores déspotas no son una consecuencia de problemas cromosómicos ni genéticos, ni padecen una enfermedad mental. Son chicos sanos, lo que ocurre es que nadie les ha enseñado a esforzarse y a tener empatía. No se ha sabido educarles.
Su tesis reside en que la mayoría de los padres han sabido educar correctamente a sus hijos. Pero un sector nada desdeñable ha educado mal a una generación de niños cuando tenían cuatro o seis años y ahora esa ola llega como un ‘tsunami’ de niños o adolescentes tiranos.
LÍMITES
Cada vez se presentan más casos de adolescentes que no presentan sentimiento de culpa por sus actitudes negativas. El germen, señala el especialista, reside en la infancia, cuando hay que comenzar a poner ‘límites’. La disciplina, la autoridad y las sanciones son parte de la educación. Lo primero que hay que hacer con un hijo es quererle, dialogar, pero no negociar.
Alude el experto, que en esta sociedad se ha extendido la especie de que hay que dar muchas cosas a los niños, lo que es un error porque el niño piensa que el mundo gira a su alrededor, primero yo y después yo. Con cuatro años puede ya estar convertido en un pequeño tirano. Lo que hace falta es poner normas y decir ‘hasta aquí hemos llegado’.
Claro que, en caso contrario, a los 10, 12 ó 14 años después las consecuencias pueden derivar en un adolescente violento. Urra sostiene que la educación de los padres es la fundamental. La permisividad conduce a que muchos padres digan que no pueden con sus hijos de ocho años o que algunos les tengan miedo cuando son un poco mayores.
UN HÁBITO
¿Y estos menores tienen sentimiento de culpa? Para ellos es un hábito. Saben mentalmente que está mal lo que han hecho, pero no lo sienten así, porque siempre han hecho lo que han querido y no entienden que su madre no se doblegue. “Hay chicos –agrega— a los que el juez dice: ‘te voy a privar de libertad’, y le contestan retándoles: ‘porque lo digas tú’”.
Arguye, además, que los padres no deben volcarse solo en sus hijos, “sino en ser felices con su pareja y a título individual”. Eso sí, ser “constantes y coherentes todos los días” en la educación de sus hijos desde muy pequeños. “Hay que tener criterio. Lo que hay que tener es la capacidad de sancionar con inmediatez y que se cumpla. Si a los tres años tiene que recoger sus juguetes, lo tiene que hacer, y punto”.
Mantiene este experto que los chicos que son conflictivos en el hogar “pueden serlo fuera, pero no necesariamente”. “Hay chicos que parecen muy majos y tienen en casa a una auténtica esclava, que es su madre”. La mayoría de los adolescentes agresores son varones, “aunque también hay chicas”.
EDUCACIÓN ANTE TODO
Es la mayor tragedia que puede existir para unos padres: sentirse vejados o ridiculizados por sus hijos. Hay madres que me han dicho: ‘Sé que mi hijo me va a matar’. “Estos menores no son de psiquiátrico, porque no nacen conflictivos, lo que ocurre es que no hemos sabido educarlos”.
Los perfiles de estos muchachos suelen surgir de hogares donde la figura del padre “está desaparecida” o donde al niño que nace se le considera “el rey, el hombrecito de la casa”. También surge por “separaciones mal llevadas, donde uno de los cónyuges malmete a su hijo contra el ex”. A ello se une que vivimos en una “sociedad hedonista, permisiva”. Y es que hoy en día “no es ya tan fácil ser padres”.
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