Se calcula que en 2020 el 10% de la población española tendrá presbiacusia, pérdida de audición por degeneración celular ligada al envejecimiento, a lo que habrá que añadir las producidas por otras causas, entre ellas la exposición al exceso de ruido. Estudios recientes apuntan que si se aplicaran tratamientos preventivos, se retrasarían los síntomas entre 10 y 15 años.
Aparte de la sordera de origen genético, el envejecimiento es una de las principales causas de pérdida auditiva. Pero, por ruido y la velocidad, cada vez hay más sorderas traumáticas.
Pero también hay sorderas por problemas vasculares y efectos adversos de algunos fármacos, como antibióticos y diuréticos. El primer síntoma de la pérdida auditiva aparece como un problema de discriminación de sonidos, que aumenta hasta llegar a la sordera profunda. Hasta ahora esta discapacidad se ha solucionado con audífonos o implantes cocleares, pero las últimas líneas de investigación apuntan nuevas vías.
Los traumas acústicos se tratan hoy con fármacos orales o inyectados, pero hay que administrar altas dosis para que lleguen al oído, produciendo efectos secundarios. Los últimos estudios experimentales han demostrado que la terapia aplicada directamente en el oído, puede frenar la pérdida de audición. Uno de los trabajos indica que la terapia transtimpánica logra una protección de casi el 100% si se aplica justo después del trauma; del 50% si se administra a las seis horas, y del 25% si se da a las 12 horas. El tratamiento también pueden eliminar los pitidos que aparecen después del trauma. Si se aplicaran estas terapias locales cuando el paciente empieza a perder audición, los síntomas se retrasarían entre 10 y 15 años.
Si no se protege la audición con medidas como cascos, ambientes más silenciosos o terapias farmacológicas, la presbiacusia, que ahora empieza a manifestarse a los 65 años, aparecerá a los 35.
Hasta ahora no se ha tenido muy en cuenta la ototoxicidad que producen los medicamentos, pero la situación está cambiando y ahora se plantea encontrar fármacos que tengan la misma eficacia sin toxicidad.
LA REGENERACIÓN CELULAR ES POSIBLE
El equipo dirigido por Pablo Gil-Loyzaga en la Universidad Complutense de Madrid, investiga la posibilidad de regenerar el nervio del oído interno aprovechando la neuroplasticidad, es decir, la capacidad que tiene el sistema nervioso para generar nuevos circuitos neuronales.
Su laboratorio también ha investigado qué ocurre cuando una neurona embrionaria no se activa. Y ha observado in vitro que cuando las neuronas son tratadas con neurotransmisores se producen múltiples contactos entre ellas.
Otro campo de investigación muy prometedor es la regeneración celular. Tras comprobar que todos los animales, a excepción de los mamíferos, son capaces de regenerar sus células ciliadas (las que traducen las ondas sonoras en impulsos nerviosos) de forma espontánea después de un trauma, los investigadores comenzaron a trabajar en la posible regeneración celular con factores de crecimiento y células madre.
Brigitte Malgrange, de la Universidad de Lieja, en Bélgica, trabaja en la identificación de estas células. Por su parte, Allen Ryan, catedrático y director de investigación del departamento de Otorrinolaringología y Cirugía Cervico-facial de la Universidad de California en San Diego (EE UU), investiga en la identificación de sustancias que permitan implantar células madre en el oído y en las técnicas de diferenciación que permitan que una célula madre se convierta en una célula adulta auditiva.
Ryan explicó en un congreso que han tratado de diferenciar las células madre embrionarias en tres tipos de células del oído y han logrado modificarlas de manera que se sitúen en el lugar adecuado y formen parte del tejido que reparar. Y hemos comprobado que si implantamos epitelio vestibular muy embrionario en epitelios previamente dañados, las células implantadas se reconvierten en células sensoriales e incluso llegan a formar cilios.
Estos experimentos demuestran que regeneración auditiva con células madre es posible, pero los investigadores se muestran cautos, saben que se utilizarán como terapia, pero opinan que quizá dentro de dos o tres décadas.
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