Debido a esta condición, el antiguo dominio español está recorrido por numerosas fallas que acumulan tensión y que periódicamente liberan su energía en forma de corrimientos. En 1989, los habitantes de la región sufrieron un terremoto. Muchos pensaron que habían sobrevivido al Big One. Pero no fue el Grande, sino uno más.
Demasiadas grietas bajo los pies de los californianos. La de Hayward es, por su ubicación, una de las más temidas. Esta falla discurre bajo el asfalto de Oakland, una de las ciudades más pobladas de la bahía de San Francisco. Sobre su cicatriz se apiñan 2,5 millones de habitantes, más otros 4,5 en la vecindad. El sismólogo del Servicio Geológico de los EEUU (USGS), Tom Brocher, afirma que un seísmo de magnitud superior a 7 con su epicentro en las calles de Oakland tendría consecuencias catastróficas. Los cinco últimos grandes movimientos en esta falla se han sucedido en intervalos precisos de 140 años. La peor noticia es que el último acaeció en 1868; la siguiente marca en el calendario cae en 2008.
HAYWARD, LA AMENAZA LATENTE
La falla de Hayward está eclipsada por la más famosa de San Andrés, causante del gran terremoto que pulverizó San Francisco en 1906. Pero recientemente el nombre de la primera ha sonado más alto, desde que los científicos descubrieron que su longitud es mucho mayor de lo sospechado. A mayor recorrido, mayor sacudida. El experto explica que, por su alineamiento con el borde tectónico, esta falla tiene una “orientación más favorable” que la de San Andrés para facilitar el deslizamiento entre placas.
El geofísico del USGS Fred Pollitz ha construido un modelo predictivo que pone números a la amenaza de la falla de Hayward: hasta un 75% de probabilidad de terremoto en los próximos 30 años, lo que eleva el riesgo previo del 62% estimado por el USGS hace cuatro años.
Acostumbrados a convivir con la amenaza del Big One, los californianos guardan kits anti-terremoto en casa. Algunos mitos son desterrados –los marcos de las puertas de las casas modernas no son seguros, es mejor cobijarse bajo una mesa– y se ofrecen instrucciones paso a paso.
LA TIERRA AVISA DÍAS ANTES DE UN TEMBLOR, SI ALGUIEN LA ESCUCHA
La prevención de terremotos es una asignatura pendiente para la ciencia. El sistema más sofisticado de aviso se ha instalado en Japón. Desde octubre funciona allí un dispositivo que detecta el temblor en las capas profundas del subsuelo y dispara una señal que se adelanta escasos segundos a la sacudida en la superficie.
Sin embargo, un profesor emérito de la Universidad de Stanford asegura que los grandes seísmos avisan incluso semanas antes, si alguien puede escucharlos. Antony Fraser-Smith estudiaba las ondas electromagnéticas de frecuencia ultra-baja que se filtran desde el espacio a la atmósfera terrestre, cuando sus aparatos registraron una señal anormalmente poderosa que se prolongó durante 12 días para finalmente escalar a un nivel 20 o 30 veces superior a las medidas habituales. Era el 17 de octubre de 1989 en California. Horas después, el seísmo de Loma Prieta causaba 63 muertos.
Fraser-Smith investigó esta coincidencia, y descubrió que pulsos similares se habían recogido antes de otros tres fuertes temblores. El primer caso se remontaba a 1964: el gran terremoto de Alaska, de 9,2 grados.
Según su creador, el sistema sólo serviría para episodios de magnitud superior a 7, ya que para el resto las ondas atmosféricas de fondo enmascaran el pulso de la Tierra. Pero para los seísmos devastadores, proporcionaría un método sencillo y barato: Fraser-Smith asegura que dos millones de euros bastarían para situar instrumentos en 30 lugares de riesgo.
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