"La mayoría de lo que se ha hecho hasta la fecha para comprender, reducir o regular los efectos negativos de los medios [electrónicos] sobre los niños puede considerarse un fracaso", dice uno de los editoriales publicados en un número especial de 'Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine', dedicado íntegramente a los efectos de los medios de comunicación en la salud y el desarrollo infantiles.
"Teniendo en cuenta la enorme influencia que los medios electrónicos en todas sus formas [televisión, películas, Internet, videojuegos...] tienen sobre las vidas de los niños, es sorprendente lo poco que padres, investigadores y legisladores se han movido a la acción", reclama el comentario, firmado por los expertos en salud infantil de la Universidad de Washington (EEUU) Dimitri Christakis y Frederick Zimmerman.
Las investigaciones publicadas en la revista confirman algunos de los efectos negativos de los medios, como la relación entre las horas ante el televisor y el riesgo de sobrepeso u obesidad (incluso cuando el aparato sólo está encendido, como "ruido de fondo"), la exposición a anuncios con el consiguiente afán consumista o las alteraciones que generan los videojuegos violentos.
"Los medios tienen que ser reconocidos como un gran tema de salud pública en lugar de una serie de esfuerzos comerciales susceptibles de regulación legal, pues se trata de una de las mayores influencias infantiles; se entrecruza con muchos otros asuntos que son críticamente importantes para la salud, como la violencia, la obesidad, el consumo de alcohol y tabaco y las conductas sexuales de riesgo", reclaman los autores del mencionado editorial.
Es necesario, en definitiva, un cambio de actitud, un dejar de 'ver la paja en el ojo ajeno': "Todos coincidimos en que los medios pueden ser malos, pero no para nuestros niños, sólo para los de los demás (...) Estamos preocupados por la ubicuidad de [los medios] pero no queremos renunciar al papel que han adquirido en nuestras vidas", advierten Christakis y Zimmerman.
RIESGOS, PERO TAMBIÉN VENTAJAS
"Ver el consumo infantil de los medios como un asunto de salud pública puede ayudar a cortar la actitud defensiva de los adultos ante este tema", añaden estos especialistas, quienes piden un enfoque más equilibrado.
"El debate actual es demasiado combativo y a menudo poco informado. La televisión y los otros medios deben considerarse algo más que una fuente malvada o meros placeres frívolos; su potencial para enriquecer las vidas de nuestros niños es, de hecho, enorme y esas posibilidades necesitan explorarse y actualizarse. Necesitamos encontrar modos de optimizar el papel de los medios en nuestra sociedad, aprovechando sus atributos positivos y minimizando los negativos", reclaman.
EN BUSCA DE SOLUCIONES
Christakis y Zimmerman también reclaman más investigaciones, en especial acerca de las nuevas formas de comunicación: "La televisión está siendo rápidamente superada por otras tecnologías en la competencia del tiempo de los niños frente a las pantallas. El empleo infantil de Internet, videojuegos, mensajes instantáneos y 'podcasting' [la distribución de archivos de vídeo y audio a través de la red] están sin explorar. Es más, las tecnologías existentes pronto convertirán cada teléfono celular en un televisor en miniatura. Ya fue bastante alarmante [para algunos] que dos tercios de los adolescentes tuviesen televisores en sus dormitorios. Pronto, todos los tendrán en sus bolsillos".
"Demasiados datos acerca de la televisión y los niños están pasados", advierten estos especialistas. También es preciso dar un mensaje claro sobre qué deben hacer los padres ante el problema. "Durante décadas, hemos sabido que un uso excesivo de los medios y la exposición a contenidos problemáticos es negativo para el desarrollo sano de los niños. (...) Sin embargo, las intervenciones evaluadas rigurosamente son escasas. Hay que esforzarse en crear campañas para aumentar la concienciación paterna y proporcionar estrategias simples para reducir el tiempo ante los medios y limitar la exposición a contenidos negativos", reclama un tercer editorial publicado en la revista.
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