Albert Einstein murió un 18 de abril, mes que suele ser usado para rendir homenaje a este científico alemán famoso por publicar diversos trabajos considerados como las bases de la física estadística y la mecánica cuántica.

Es mundialmente reconocido por su teoría de la relatividad y fue considerado por muchos como el genio más importante y popular del siglo XX. Sus aportes lo hicieron merecedor de un premio nobel de física y otras distinciones, logros que lo convirtieron en referencia para temas científicos, pero también filosóficos y teológicos.

Sus opiniones sobre Dios resonaron por mucho tiempo y fueron usadas para promover diferentes corrientes de pensamiento, incluyendo el ateísmo, esto debido a que en algunas oportunidades fue un fuerte crítico de la religión organizada.

Algunos filósofos solían recabar con pinza las palabras del Einstein, que, en ocasiones, tenían un tono irreverente. Estas eran usadas como propaganda contra el cristianismo, sin embargo, creyentes curiosos ahondaron más en la vida del científico alemán, descubriendo que, en ciertas ocasiones, más bien tendió puentes entre la religión y la ciencia, aceptando la existencia de "algo" superior e incluso exaltando su obra.

Humildad y enojo

Aunque en algunas oportunidades desestimó las sagradas escrituras, Albert Einstein se mostraba humilde ante su falta de conocimiento. El ministerio cristiano Living Waters dedicó hace años un programa especial sobre las opiniones de este científico para aclarar su posición teológica.

Entre varias citas recabadas por los productores de la serie “Los pasos del Maestro”, se destaca como el Nobel de Física toma distancia del ateísmo: “Lo que me separa de la mayoría de aquellos llamados ateos, es el sentimiento de máxima humildad hacia los secretos y armonías inalcanzables del cosmos”.

Según Einstein “no sabemos nada en absoluto (sobre Dios y el mundo). Todo nuestro conocimiento no es más que el conocimiento de niños de escuela. Posiblemente sabremos más de lo que sabemos ahora. Pero la naturaleza real de las cosas, esa jamás la sabremos, jamás”. 

[photo_footer]Albert Einstein en los años 30./ Wikimedia Commons, dominio público[/photo_footer]

También agregó: “Veo un patrón, pero mi imaginación no puede formar el orden de ese patrón. Veo un reloj, pero no puedo visualizar un relojero. La mente humana no puede concebir las cuatro dimensiones, entonces, como podría concebir a Dios, entonces, como podría concebir a Dios ante quien miles de años y miles de dimensiones son solo uno”.

De hecho, confesó en una oportunidad que le molestaba como sus opiniones eran usadas para sustentar el ateísmo. “En vista de la gran armonía del cosmos del cual yo, con mi mente humana limitada, puedo reconocer que aún hay gente que dice que no hay un Dios. Pero lo que realmente me enoja, es que me citen para apoyar esos puntos de vista”.

Einstein y el cristianismo

Cierta vez, Einstein dijo: “Cuando era niño recibí instrucción tanto en la Biblia como en el Talmud. Soy judío, pero me cautiva la figura luminosa del Nazareno”.

Sobre la existencia histórica de Jesús, el programa resalta lo dicho por el científico: “Sin duda alguna, nadie puede leer los evangelios sin sentir la verdadera presencia de Jesús. Su personalidad late en cada palabra. Ningún mito está lleno de tal vida”.

Albert incluso comentó que no creía poder llamarse panteísta (Sistema filosófico de quienes creen que la totalidad del universo es el único Dios). “El problema presente es demasiado grande para nuestras mentes limitadas. Estamos en la situación de un niño pequeño entrando a una gran biblioteca llena de libros en muchos idiomas”, explicó.

Siguió diciendo: “El niño sabe que alguien tuvo que haber escrito esos libros, no sabe cómo, no puede entender los lenguajes en los cuales fueron escritos. El niño sospecha levemente de un orden misterioso en el que están ordenados, pero no sabe cuál es. Esa, me parece, es la actitud hacia Dios, incluso del ser humano más inteligente. Vemos al universo ordenado de manera maravillosa y obedeciendo ciertas leyes, y, sin embargo, apenas podemos entenderlas”.

[photo_footer]Albert Einstein y Oppenheimer, en 1954./ Wikimedia Commons, dominio público[/photo_footer]

La ciencia sin religión está coja

Al ser marzo el mes de su natalicio y abril el de su muerte, la prensa mundial recuerda en estas fechas los aportes de Einstein, sobre todo, su búsqueda en que la ciencia pueda coexistir con la religión para un enriquecimiento mutuo.

La apreciación es sustentada al recordar la frase de Albert: "la ciencia sin religión está coja; la religión sin ciencia está ciega".

Se asume que era una invitación a la comprensión del universo mediante la ciencia con la profundidad ética de la religión, ya que una, da las herramientas para descifrar los misterios y otra ofrece el asombro y reverencia ante la creación, un asombro promovido por este científico alemán de manera constante.

Lo cierto es que para “fichar” a Einstein en favor del ateísmo o cristianismo, habría que olvidar voluntariamente muchas de sus afirmaciones.

El ministerio Livings Waters reflexiona sobre como el apellido del científico es culturalmente un sinónimo de genio. Al final del programa resaltan que la inteligencia es un don de Dios, y seas o no un "Einstein", ese don debe ser manejado con humildad, porque si no, puede llenarnos de orgullo y alejarnos del Creador.

Concluyen con lo escrito en Proverbios 3:5-6: “Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar”.

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[title]Por un año más[/title]

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