Si la crisis financiera de 2008 ya sacudió la forma con la que se había entendido el trabajo hasta entonces, la pandemia ha confirmado que este fenómeno no ha sido algo puntual, sino que se trata más bien de un proceso. Según el último barómetro publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el aspecto laboral es la segunda categoría en la que más población española (35,9%) ha percibido una mayor afectación a causa de la epidemia de la Covid-19. Por encima, incluso, de la salud y la atención sanitaria (32,7%).

La creación de nuevos empleos, no en cuanto a lo numérico sino al tipo de empleo, es uno de los grandes frentes que la pandemia ha puesto de manifiesto que hay que abordar. Por ejemplo, en relación con el debate de la llamada Ley ‘Rider’, que busca regular el formato de repartidor planteado por algunas compañías nuevas para acabar con la figura del ‘falso autónomo’, y que entrará en vigor el próximo mes de agosto. 

Pero también lo es la precariedad. A las puertas del segundo verano en pandemia, el cual se espera que sea más relajado que el primero, la institución Randstad Research prevé que el número de contrataciones crezca un 21% durante la temporada estival. Unos contratos que podrían chocar con el plan del Ministerio de Trabajo, de frenar la temporalidad haciendo, por ejemplo, nulos los despidos de trabajadores temporales.

Sin embargo, si hay algo cuya urgencia ha remarcado la epidemia de la Covid-19 es el desempleo juvenil, que en España se sitúa en el 38% de los menores de 25 años. Todos estos elementos variables de una crisis extendida desde hace años, hacen que no sea posible para la administración y las instituciones aparcar el debate sobre el modelo de trabajo. Y tampoco para la iglesia. 

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Identidad y renovación

Uno de los problemas del concepto general del trabajo tiene que ver con la identidad, según apunta el coordinador nacional de los Grupos Bíblicos de Graduados (GBG), Jaume Llenas, y al mismo tiempo es uno de los aspectos en los que la iglesia puede aportar más. “Es importante entender que la precariedad laboral, en forma de inseguridad permanente en el trabajo, y el desempleo, producen una ruptura en el sentido de identidad de las personas. En nuestro contexto cultural, cuando alguien pregunta: ‘Y tú, ¿qué eres?’, uno acostumbra a responder con la profesión. Eso significa que los desempleados y los jubilados son afectados profundamente en su identidad. Es por ello que la iglesia tiene que trabajar mucho el sentido de nuestra identidad en Cristo. Nosotros tenemos una identidad ‘recibida’. Y porque es recibida, y depende de la decisión del Padre de adoptarnos en Cristo, es imposible que la perdamos”, explica Llenas. “Trabajar una identidad que no se debe a nuestros logros, que pueden perderse, es fundamental para dotar a los cristianos de una identidad firme y sólida”, añade.

[destacate]“Es fundamental trabajar en una identidad que no se debe a nuestros logros para dotar a los cristianos de firmeza y solidez”.[/destacate]Ese “cambio de mentalidad” necesario, para el presidente de la Alianza Evangélica Española (AEE) y pastor de la Iglesia Buenas Noticias de Lugo, Marcos Zapata, tiene que ver con asimilar que “el trabajo es un componente esencial del reino de Dios”, y con enseñar que “todos los creyentes están en misión en su lugar de trabajo” y trabajan “como ciudadanos del reino de Dios”. “Se ha visto el trabajo como un impedimento para que podamos servir a Dios. El ministerio implicaba dejar el trabajo profesional. Hoy integramos el trabajo y el ministerio como un único bloque”, remarca.

Pero tanto Llenas como Zapata señalan a un doble enfoque que, además de renovar la concienciación de las iglesias en cuanto a la necesidad de redefinir el trabajo, también refuerce la identidad familiar como “tejido social para hacer frente a las dificultades”. “Es importante que la iglesia haga un discipulado que fortalezca las familias. En una primera instancia son las familias fuertes las que tienen que dar soporte anímico y económico a aquellos que padecen. Vivimos en una sociedad en la que una gran parte de los matrimonios y parejas de hecho se rompen. Tenemos una sociedad en la que han crecido exponencialmente las familias monoparentales. Es preciso que la iglesia construya familias que son un soporte para situaciones de crisis en todo tipo de aspecto”, dice Llenas.

Además de los discipulados, subraya Zapata, ante la situación actual es necesario combinar la ayuda “a la protección integral de la familia tanto a nivel emocional como económico”. “No puede ser que en nuestras comunidades de fe haya hermanos y hermanas, con familias a su cargo, que no puedan cubrir sus necesidades básicas. Ya no es un asunto de una familia en particular, es un asunto de toda la congregación. Esto también tenemos que pastorearlo”, enfatiza el presidente de la Alianza.

Cómo el concepto de iglesia está vinculado al concepto de trabajo

El planteamiento de la iglesia como elemento que impacta la sociedad, y también la forma que esta tiene de trabajar, cobra una especial necesidad en el contexto de afectación económica actual a causa de la pandemia. En este sentido, Llenas destaca el concepto de comunidad de la iglesia primitiva como ejemplo útil para nuestros días. “De la misma manera en que los cristianos en Jerusalén vendían todo lo que tenían y no había pobres entre ellos, y de la misma manera en que los cristianos de otras partes recogían una ofrenda para los hermanos empobrecidos de Jerusalén, la iglesia es la mayor comunidad de vida que existe en el mundo. La comunidad de la iglesia tiene que actuar como una comunidad del evangelio. Una iglesia que es meramente un salón en el que escuchar mensajes y participar en cultos no tiene nada que aportar, pero una comunidad que es 24 horas al día y siete días a la semana tiene para apoyar a los suyos y para apoyar a aquellos que están cerca en la sociedad alrededor de la comunidad. Huyamos de los modelos de iglesia que no crean comunidad. Hagamos comunidades en las que todo lo que tenemos está puesto al servicio de un Dios que provee abundantemente para aquellos que lo necesitan y que frecuentemente lo hace a través de nosotros”, asegura.

[destacate]“La iglesia es la mayor comunidad de vida que existe en el mundo. Tiene que actuar como comunidad del evangelio. Huyamos de los modelos de iglesia que no crean comunidad”.[/destacate]Zapata identifica cuatro elementos clave para considerar cómo impactar el sector laboral desde la iglesia: la oración, la relación, el hecho de ministrar y la predicación. “La iglesia es una comunidad de fe que se visibiliza y se encarna como una comunidad de hechos, hechos que ayudan a cuidar familias y salvar vidas. Tenemos visión para el día de mañana y tenemos manos y corazón para servir y transformar nuestra realidad hoy mismo”, dice.

Además, contempla la idea de la iglesia como espacio que también sirva para fomentar la creación de empleo y la creatividad laboral. “Las iglesias debemos de cambiar de mentalidad y ser generadoras de nuevas ideas laborales, animar al autoempleo, a la creación de empresas de inserción laboral, a la formación multidisciplinar, de forma que pasemos del antiguo sueño de ser ‘empleados’ para toda la vida, a ser ‘empleables’, es decir, personas que nos adaptamos a la realidad actual de un mercado laboral muy cambiante, para lo que se requieren nuevas habilidades y formación continua”, matiza.

Y para ello, según Llenas, también se debe afectar la visión del trabajo que todavía se mantiene, a veces, en las mismas iglesias, y abogar por la unidad. “Nuestra tendencia a la fragmentación en pequeñas comunidades, a veces aisladas, cargadas con el pago de locales y pastores, nos hace ser mucho más débiles de lo que lo somos en realidad. Si actuáramos como las iglesias del Nuevo Testamento, que reuniéndose en casas distintas se consideraban y actuaban como una sola iglesia, eso nos permitiría responder de forma mucho más efectiva a los desafíos de las situaciones económicas adversas”, reivindica.

[photo_footer]Los jóvenes son uno de los sectores más afectados por el desempleo. / Gabriella Clare Marino, Unsplash CC[/photo_footer]

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Un capítulo aparte dedicado a la juventud

Uno de los espacios en los que se hace más evidente la necesidad de combinar la pastoral con el trabajo es en la juventud. Con España encabezando el desempleo juvenil en la Eurozona, esta área es una de las más urgentes a trabajar en las iglesias. “La situación del desempleo juvenil es, a todas luces, insostenible. Es un problema estructural que hace que la generación mejor preparada de la historia no pueda dar los primeros pasos en el mundo laboral. Además, hay que añadir una crisis habitacional de grandes proporciones, y tenemos una generación que no puede iniciar un proyecto de vida autónomo y sostenible en muchos años. A la vez que esto, también es cierto que los jóvenes mejor preparados están en condiciones más favorables de obtener un empleo. Por ello, la pastoral juvenil tiene que trabajar áreas como la excelencia en la vida, una correcta mayordomía del tiempo y de los recursos, una constante dependencia en Dios que nos lleve a generar confianza en el emprendimiento económico, la visión del trabajo como lugar de ministerio, etc.”, afirma Llenas.

[destacate]“La iglesia no debe ahondar más el mal del desempleo juvenil. No hagamos mal nuestra pastoral con los jóvenes. Ellos también son misioneros en sus contextos”.[/destacate]En este sentido, el coordinador nacional de GBG también también suma la necesidad de que los jóvenes desarrollen una “mentalidad de Reino que les permita ver la realidad desde la perspectiva de Dios, y no solo de la realidad visible, y que les dé resiliencia en los tiempos de mayores dificultades”. “Siempre ha sido difícil vivir como cristiano en un entorno hostil. No es éste el primer tiempo en que los jóvenes cristianos tienen que afrontar dificultades y el Señor ha mostrado su fidelidad a lo largo de los siglos”, añade.

También Zapata pide a las iglesias “no ahondar más en el mal” y “no hacer mal nuestra pastoral”. “Por ejemplo, no hagamos actividades que cuesten dinero y que excluyan a los más necesitados. Hagamos bien el trabajo del liderazgo de jóvenes: apliquemos los principios bíblicos a las necesidades y los desafíos que los jóvenes se están encontrando ya en sus contextos”, explica. 

Para ello, recuerda, es necesario “un discipulado” como herramienta esencial, “que les lleve a integrar la misión de Dios en sus lugares de estudio o de trabajo”. “Ellos también son misioneros en sus institutos, universidades o trabajos”, recalca.

*Publicado originalmente el 10 de junio de 2021.

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