El riesgo aumenta en adolescentes cuando pasan más de tres horas conectados a internet. La comunicación fluida con los padres es clave para detectar el acoso en la red.
Ser o haber sido víctima de acoso escolar, el uso de programas de mensajería instantánea (Whatsapp, Line, Telegram), tener móvil propio, los juegos on line y el uso de internet más de tres horas diarias son factores de riesgo para sufrir ciberacoso severo (cyberbullying) en la adolescencia. Esta es una de las principales conclusiones que ofrece un estudio realizado por investigadores del departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo.
Los autores del trabajo, publicado en el International Journal of Clinical and Health Psychology, llegaron a estos resultados tras aplicar el Cuestionario de Cibervictimización (CIVIC) y el Cuestionario de Factores de Riesgo para la Cibervictimización a 3.180 estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria (ESO), de entre 11 y 19 años, de 16 centros de Asturias.
El objetivo del trabajo, según comenta Alejandra Dobarro, una de las firmantes del artículo, fue analizar la capacidad predictiva de distintos factores a la hora de sufrir cibervictimización, bien ocasional o severa, en adolescentes.
AGRESIONES E INSULTOS EN LA RED
Los científicos chequearon, entre otras, variables sociodemográficas (sexo y edad), psicológicas (autoestima, timidez, ansiedad), educativas (acoso escolar en el aula, formación y apoyo en el centro, rendimiento escolar), familiares (control parental) y tecnológicas (frecuencia de uso de internet y conductas de riesgo).
Investigaciones previas, realizadas por distintos autores, apuntan que entre un 20 y un 50% de los adolescentes son víctimas de agresiones ocasionales a través de medios electrónicos, y entre un 2 y un 7% sufren acoso severo que puede llegar a dañar su salud mental y generar trastornos depresivos e incluso tendencias suicidas.
En Asturias, sin embargo, resultados preliminares obtenidos por este equipo reflejan porcentajes menores de cibervictimización severa. Este término engloba ataques recibidos a través de internet o telefonía móvil que consisten en agresiones verbales o visuales, exclusión social o suplantación de identidad.
Los principales resultados revelan que la edad, el ser víctima de acoso escolar en el aula, las prácticas de riesgo en internet, el uso de redes sociales y programas de mensajería instantánea, y la frecuencia de utilización de la red son factores de riesgo estadísticamente significativos para la cibervictimización tanto ocasional como severa.
Tener alta autoestima, por el contrario, actúa como un factor protector en ambos casos. Por otra parte, poseer móvil propio, jugar on line con otras personas y la frecuencia del uso de internet durante más de tres horas diarias son factores de riesgo de ciberacoso severo, también conocido como cyberbullying.
CONTROL PARENTAL, POCO EFICAZ
Los autores comentan que, cuando se analizan los resultados más al detalle, se obtienen conclusiones curiosas y, en algunos casos, inesperadas. Así, la hipótesis de partida era que el control parental, por citar un ejemplo, podría ser un factor protector. Sin embargo, esta ha sido la única variable de las analizadas en el estudio que no muestra una asociación estadísticamente significativa con el grado de cibervictimización.
El trabajo indica que el control de los padres sobre el uso que sus hijos hacen de internet resulta, a menudo, ineficaz porque los adolescentes pasan tiempo con sus amigos y acceden a otros dispositivos y terminales móviles que escapan a esta supervisión. Además, un excesivo rigor parental puede ser síntoma de falta de confianza y comunicación entre padres e hijos.
Por lo que respecta a los factores de riesgo educativos, los datos revelan que ser víctima de acoso en el aula incrementa las probabilidades de serlo también a través de la red, sobre todo, para el acoso más severo. Los investigadores explican que, con frecuencia, víctima y agresor acuden al mismo centro por lo que concluye que el acoso en el aula y en la red parecen formar parte del mismo fenómeno.
Contrariamente a lo esperado, el estudio indica que las actuaciones de formación y apoyo en el centro educativo no se perciben como efectivas en las situaciones de cibervictimización más graves. En este sentido hay que tener presente que, lamentablemente, cualquiera puede ser víctima de comentarios ofensivos o fotografías retocadas, a pesar de la formación recibida. En cuanto al rendimiento académico, tanto el haber suspendido alguna asignatura como el repetir curso aumentan la probabilidad de cibervictimización severa.
PEOR EN WHATSAPP QUE EN LAS REDES SOCIALES
El trabajo, financiado por la Consejería de Economía y Empleo del Principado, sí confirma otros aspectos que los investigadores esperaban encontrar. Así, la frecuencia de uso y las prácticas de riesgo en internet son considerados factores de riesgo importantes.
Las aplicaciones que conllevan más problemas son los programas de mensajería instantánea, tipo Whatsapp, Line o Telegram, más que las redes sociales. Los autores aportan otro dato cuando menos curioso. Y es que el ciberacoso, tanto ocasional como severo, es más frecuente en quienes navegan por la red más de tres horas los fines de semana.
LA COMUNICACIÓN FLUIDA PADRE-HIJO, CLAVE
Los resultados obtenidos, a juicio de los autores del trabajo, indican que la prevención, detección y tratamiento del acoso a través de internet deberían tener en cuenta aspectos como la educación en valores y la enseñanza de habilidades sociales. Además, los niños y adolescentes tendrían que recibir formación digital para formarlos en las ventajas y riesgos potenciales de los dispositivos electrónicos. Por último, el estudio sugiere también que una mejor comunicación entre padres es hijos es más eficiente que el control parental de internet.
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