Una de las consecuencias más directas del desempleo juvenil que afecta a España es que
la mitad de los jóvenes continúan viviendo en casa de sus padres. No es la situación que desearían, según el 90 %, pero se escudan en que no tienen recursos económicos para poder emanciparse.
Según las estadísticas presentadas por el CIS en el estudio sobre Jóvenes y Vivienda 2010, recientemente hecho público,
el 75% de los que han abandonado el domicilio familiar y ocupan una vivienda en propiedad afrontan hipotecas de entre 20 y 40 años (y de 600 euros mensuales de media). La relación entre desempleo y carestía de la vivienda es clara, aunque esta tardanza en el abandono de la casa paterna obedece también a factores culturales y sociales.
El sondeo aporta algunos datos interesantes sobre la convivencia en el domicilio familiar, que acostumbra ser más confortable de lo que a veces se piensa. Sobre todo si los actuales parámetros y reglas de convivencia y libertad personal se comparan con los que afectaban a las generaciones anteriores.
En este sentido, la encuesta formula una serie de preguntas relativas a las normas de convivencia en el domicilio de los padres que reflejan un confortable universo de tolerancia para la mayoría de los jóvenes.
LIBERTAD CASI PLENA
Así, por ejemplo, la libertad de levantarse a la hora que a uno le venga en gana es algo de lo que disfruta casi el 75% de los jóvenes consultados. Y en lo relativo a la vida social, la posibilidad de reunirse con amigos y amigas en casa de los padres está también al alcance de más del 80% de los jóvenes. Incluso la eventualidad de tomarse unas copas (el sondeo no precisa cuántas) entra dentro de las prerrogativas que casi el 65% de los jóvenes españoles pueden ejercer sin mayor dificultad en el domicilio familiar.
Por lo que respecta a los horarios y a la libertad de entrar y salir de casa cuando a uno le apetezca, el domicilio de los padres aparece como un lugar bien alejado de la normativa de un campo de concentración:
más del 70% de los jóvenes pueden llegar a la hora que quieran e incluso pasar la noche fuera sin ningún tipo de problemas.
Además, pueden decorar su habitación enteramente a su gusto, algo que está al alcance del 90% (y en algunos grupos, de hasta el 100%). Y
esa libre disposición comprende la posibilidad de llevar al novio/novia a casa. Casi un 85% de los jóvenes pueden hacerlo sin dificultad (aunque la encuesta no ofrece mayores detalles sobre el grado de intimidad que incluye ese tipo de encuentros).
Sólo cuando se explicitan las intenciones sexuales y, además, intentan concretarse con un chico o una chica con la que no parece existir una relación estable, surgen las resistencias de los progenitores. Así, sólo un 30% de los consultados podría acostarse con otra persona en el domicilio familiar, mientras que un 60% admite que sus padres no se lo permitirían. Y si lo que se plantea es la eventualidad de “fumarse unos porros”, entonces la tolerancia cae en picado y únicamente uno de cada diez jóvenes podría hacerlo sin problemas.
FACTORES CULTURALES
Es evidente que los jóvenes españoles viven en una atmósfera de tolerancia que hace mucho más cómoda su convivencia con los padres. Sin embargo,
Suecia, Noruega o Finlandia son sociedades aún más tolerantes que la española y únicamente el 7% de los suecos menores de 25 años (o el 23% de los fineses) conviven aún con sus padres, mientras que en España esa cifra se acerca al 55%, según datos de Eurostat. Y si los porcentajes abarcan la franja de edad comprendida entre los 18 y los 34 años, las tasas españolas duplican o triplican las de esos países escandinavos.
Obviamente, los factores culturales han de tener su peso en la conducta de las personas, y de ahí que
la tasa de jóvenes españoles que aún viven con sus padres esté a un nivel semejante o incluso por debajo de las de Italia, Polonia o Portugal, tres países también católicos.
Pero los factores económicos vuelven a reaparecer si se tiene en cuenta que, según un estudio especializado,
la renta máxima tolerable para una persona joven en España se situaría en los 390 euros al mes, muy por debajo de la renta media de vivienda libre, que asciende a los 640 euros.
Eso sí, las tasas de emancipación incluyen un matiz muy revelador: el porcentaje de mujeres jóvenes que han abandonado el domicilio familiar supera en 20 puntos el de los hombres. Y aunque en distinta medida, esta diferencia de comportamiento se registra en todos los países europeos.
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