“Cuando sangra un africano, su sangre es roja, no negra. Y cuando se lastima un latino, su sangre no es marrón, sino roja. Cuando sangra un anglosajón, su sangre es roja y no blanca. Por dentro, todos somos iguales. ¡Somos carne, huesos, sangre y corazón! Somos hermanos y hermanas por ser humanos, todos iguales a los ojos de Dios”. De esta manera explica
Nicky Cruz (en Obsesión del alma) la necesidad de dejar de lado nuestras impresiones de prejuicios y desigualdad, para poder “combatir efectivamente las mentiras de Satanás”. E
xpresa el autor que esas mentiras son las que les dicen a otros: “Eres basura porque eres pobre”, y añade: “La única basura es el mal, y allí es donde hay que pelear la batalla”.
Nicky Cruz
experimentó el “calabozo de la nada” en el que viven los marginados, los pobres, los desesperanzados. “Hay una oscuridad tan hueca, profunda y sin esperanza que lenta, agónicamente asfixia a todo el que envuelve. Es una oscuridad que no conoce significado, una desesperante prisión sin vida. Muchos se han encontrado atrapados en sus garras. Muchos viven día tras día en este calabozo de la nada”, dice el ex jefe de una ganga (pandilla) de los barrios bajos de Nueva York, que conoció a Jesús por medio de la predicación de David Wilkerson.
LA POBREZA, FORTALEZA DE SATANÁS
Cruz le pone nombre a la fortaleza de Satanás en el gueto: pobreza.
“La pobreza puede llevar a la gente a hacer cosas desesperadas, cosas que de otro modo no considerarían. Puede crear un sentimiento de soledad y desesperación como ninguna otra cosa. La sensación de que a nadie le importas, ni siquiera a los que tienes más cerca. La sensación de que la vida te ha abandonado, te ha pasado por alto, te ha dejado por muerto en una alcantarilla sucia y pestilente. La sensación de que estás solo en el mundo y eres totalmente invisible para quienes pasan junto a ti”.
Para quienes no han vivido en esa desesperanza, tal vez resulte imposible llegar a comprenderla.
“La pobreza crea en ti una actitud como ninguna otra cosa. Es una actitud de gueto, una mentalidad que dice: No es justo que tú tengas dinero si yo no tengo y siento hambre. No es justo que comas mientras yo me muero de hambre. Comienzas a mirar a los demás como simples medios para obtener lo que quieres”, expresa el autor del exitoso libro –convertido ya en un clásico cristiano- “¡Corre Nicky!, ¡corre!”.
GUERRA CONTRA EL MAL
Para mantener su fortaleza en las zonas urbanas deprimidas, Satanás alcanza los corazones solitarios y los manipula hasta hacerles perder toda noción de la realidad, todo sentido del bien y del mal.
“La guerra contra el mal debe verse ante todo como una guerra contra la pobreza”, afirma el evangelista. “Debería ser una misión borrar por completo la desesperación del hambre y el miedo y la desesperanza que llena los rincones más pobres del mundo. Liberar cada una de las almas cautivas en la trampa de la soledad y el aislamiento.
Quitar la pobreza que le da a Satanás tanta fuerza, tanto poder y efectividad en los guetos de nuestra cultura”.
Cita Cruz lo que Dios dijo a través de su profeta Isaías (58:6-7): “El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes?”. El autor se pregunta: “¿Cómo podemos seguir cómodamente sentados y apáticos cuando la pobreza es un flagelo tan grande, y cuando Dios nos dice con tanta claridad lo que espera que hagamos al respecto?”. Y enfatiza con otros incómodos interrogantes:
¿Qué hace falta para que la iglesia por fin se levante y diga, a una sola voz: “¡Ya no permitiremos que esto siga pasando!”?
¿Cuánto tiempo más pasará antes de que abramos los ojos y veamos las masas que siguen atrapadas en las cadenas de la esclavitud, las masas esclavizadas por Satanás y cegadas por la desesperación de la pobreza?
Que hayamos permitido que esta situación perdure durante tanto tiempo es “la mayor de las tragedias humanas”, afirma Nicky Cruz.
EL CALABOZO DE LA NADA
Al mirar las zonas urbanas deprimidas, el ex pandillero se ve a sí mismo,
ve dónde estaría si no hubiera sido salvado por Jesús, si nunca hubiera encontrado una esperanza más grande que su desesperación, si nunca hubiera abierto los ojos a las mentiras de Satanás.
Muchos cristianos jamás experimentamos vivir es este calabozo de la nada. “No tienen idea de lo oscuro y solitario que puede ser, ni de cuán desesperado se siente uno en las garras de la desesperanza”, explica Cruz. Y añade: “Miran los barrios bajos de la ciudad y se preguntan por qué la gente hace lo que hace, por qué se quedan allí, cómo pueden ser tan estúpidos. Ven algo que no entienden”.
Él, en cambio, ve la oscuridad que lo mantenía cautivo y lo único que puede pensar es en volver allí “para encender una vela y mostrarles a otros la salida”.
Nicky Cruz deja la teología a los teólogos. Él y su equipo se dedican a llevar amor y misericordia a los que viven en desesperanza.
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