influencia de los Hermanos Musulmanes, centenares de imanes se han rebelado en Egipto dispuestos a defender su independencia y la de sus mezquitas.
Este movimiento, surgido en los últimos meses, está compuesto por una amplia gama de grupos con un objetivo común: evitar que los tentáculos de esta hermandad musulmana alcancen a la institución de Al Azhar, la más prestigiosa del islam y considerada por algunos el "Vaticano suní", pese a que esta religión carece de una jerarquía unificada.
Partidarios de la predicación de un islam moderado, estos clérigos consideran que Al Azhar debe quedar al margen de la contienda política y ser la única responsable de los asuntos religiosos del país.
El dilema de diferenciar entre política y religión está muy presente en Egipto desde la revolución, con discusiones sobre si aplicar o no la "sharía" (ley islámica), que vivieron su punto álgido durante las elecciones presidenciales de 2012 y la redacción de la nueva Constitución.
CONTROL CRECIENTE DE LAS MEZQUITAS
Antes de la revolución del 25 de Enero de 2011, las mezquitas eran controladas por la Seguridad del Estado, que arrestaba a los imanes que criticaban al régimen del derrocado Hosni Mubarak. Ahora, tras un corto periodo de libertad, vuelven las purgas contra los desleales a la Hermandad.
Desde su llegada al poder, la cofradía musulmana ha logrado hacerse con una legión de detractores entre los sectores laicos y liberales, que la acusan de querer dominar todos los resortes del poder. Pero quizás no contaba con una rebelión en las filas de los imanes.
Una de las principales críticas de estos es que el Ministerio de Asuntos Religiosos ("Waqf") está controlado por miembros de la Hermandad, desde el ministro Talaat Afifi a los jefes de los departamentos, y sus asesores pertenecen a la corriente salafista.
SEPARACIÓN ISLAM- ESTADO
El joven imán Mohamed Nasr, miembro de Al Azhar y muy activo en las manifestaciones contra los Hermanos Musulmanes, aseguró a Efe que abogan por "la independencia de las instituciones religiosas del Estado y del régimen político".
En este camino, sin embargo, hay obstáculos.
Los jeques partidarios de los Hermanos Musulmanes y de los ultraconservadores salafistas, la segunda fuerza política de Egipto, apoyan la creación de un Estado religioso, denuncia Nasr, quien forma parte del grupo "Miembros de Al Azhar por un Estado civil".
A aquellos que insisten en seguir al pie de la letra los textos religiosos, Nasr les recuerda que estos no se pronunciaron sobre la forma del Estado y que el mismo yerno del profeta Mahoma, Ali, cuarto califa del islam, rechazó recurrir al Corán para solucionar una disputa política.
Para el imán Jalaf Masaud, profesor y coordinador de los predicadores de Al Azhar, el monopolio sobre el Ministerio de Asuntos Religiosos ("Waqf") deriva en "fuertes intentos de las corrientes del islam político por dominar las mezquitas y los sermones de los imanes".
"Estas corrientes (Hermanos Musulmanes y salafistas) usarán cada vez más las mezquitas para cumplir sus intereses políticos", lamentó Masaud, del movimiento "Imanes sin restricciones", cuyo símbolo son unas cadenas partidas por un rayo.
Este veterano clérigo tiene claro las instituciones que deben quedar al margen de la contienda política. Además de Al Azhar, las Fuerzas Armadas, la Policía y el Poder Judicial.
Al Azhar es considerada por la mayoría una institución moderada que rechaza la irrupción de la religión en la política, según el periodista Gamal Fahmi, uno de los fundadores del "Frente de apoyo a Al Azhar", el único integrado principalmente por seglares.
Fahmi justifica la creación de este grupo en el temor al "proyecto fascista" de los Hermanos Musulmanes, que, a su juicio, se aprovechan de la religiosidad de la población en sus campañas políticas.
"Los islamistas desean que Al Azhar sea un arma ideológica en sus manos para cumplir con sus planes de convertir el país en un Estado religioso", agregó.
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