Con una abrumadora mayoría, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el Tratado sobre Comercio de Armas, que por primera vez en la historia pretende regular la venta internacional de armas y así intentar impedir el comercio ilegal que ha armado a países y grupos que no respetan los derechos humanos.
La votación final, efectuada este martes en la sede de la ONU en Nueva York, terminó con
154 votos a favor; tres en contra (Irán, Corea del Norte y Siria) y 23 abstenciones (entre ellas Rusia, China e India y bastantes naciones latinoamericanas).
El Tratado ha sido descrito como “histórico” por diferentes agentes sociales, qu
e han puesto de relevancia el sufrimiento que se ha infligido a los más débiles por medio de armas vendidas a países y grupos que no respetan los derechos humanos, a través de acuerdos comerciales que hasta ahora eran considerados legales, a pesar de su dudosa ética.
“Se lo debemos a los millones - a menudo los más vulnerables de la sociedad - cuyas vidas se han visto ensombrecidas por el comercio internacional, irresponsable, e ilegal de armas”, dijo el embajador australiano Peter Woolcott ante las Naciones Unidas.
Entre los países que se han abstenido se encuentran China y Rusia, que son dos de los países que más ganancia tienen en el comercio de armas. El tratado entrará en vigor el 3 de junio, cuando sea aprobado con la firma de al menos 50 países, algo que se da por descontado tras la votación del martes.
CRÍTICAS DE RUSIA
Llegar a esta “nueva era” –como ha sido definida por los activistas- ha supuesto siete años de negociaciones diplomáticas, más de 10 de campaña por parte de la sociedad civil y superar la frustración del fracaso el pasado jueves de haber logrado una aprobación por unanimidad tras el ‘secuestro’ del proceso por parte de tres naciones que llevaron sus agendas domésticas a la sede de Naciones Unidas en Nueva York al vetar el tratado –las mismas que ayer votaron en contra-.
Tanto el
embajador ruso ante la ONU, Vitaly Churkin, como el cubano, Rodolfo Reyes Rodríguez —cuyo país se abstuvo—,
alegaron para explicar su rechazo la supuesta “ambigüedad” del texto, que por ejemplo no aclara el concepto de genocidio.
Otra de las críticas planteadas por algunos países, entre otros Siria y Nicaragua, es la posibilidad de que el nuevo tratado sea utilizado como un instrumento de presión política contra gobiernos enemigos.
COMPROMISOS ADQUIRIDOS
Al firmar este documento,
cada país asume la obligación de revisar todos los contratos de armamento para garantizar que las armas vendidas no serán utilizadas en países sometidos a embargo, que abusan de los Derechos Humanos y en los que se viola el derecho internacional humanitario.
El tratado
pretende impedir que armas convencionales sean usadas en ataques contra población civil o edificios que alberguen civiles, como colegios y hospitales. El tratado abarca los tanques, los vehículos blindados y aviones de combate, los sistemas de artillería de gran calibre, helicópteros de ataque, barcos de guerra, misiles y lanzamisiles, así como las armas ligeras.
Estados Unidos —principal proveedor de armas del mundo—, dio la bienvenida al tratado. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, declaró que la ONU había aprobado “un pacto fuerte que puede robustecer la seguridad global mientras se protege el derecho soberano de los estados a llevar a cabo un tráfico legítimo de armas”.
La Administración de Barack Obama ha reiterado que el tratado no afectará al uso doméstico de las armas protegido por la Segunda Enmienda de la Constitución americana y, sin embargo, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, siglas en inglés) lo ha criticado con dureza y ha pedido al Senado que impida su ratificación.
Tras 30 años batallando por la paz, Jordi Armadans, director de FundiPau, viajó la semana pasada a Nueva York para asistir a las negociaciones en la ONU. Ayer declaraba que la aprobación del Tratado era “un cambio de era”. “Pasamos de un escenario de descontrol y proliferación de las armas a su regulación global”, ha dicho Armadans. “Es un contundente aviso a traficantes de armas, criminales de guerra y genocidas: con el Tratado lo tendréis muy difícil”, ha finalizado.
Según Anna Macdonald, de Oxfam Internacional, “el Tratado envía un mensaje claro a los traficantes de armas que abastecen a los señores de la guerra y a los dictadores: su tiempo ha acabado. A partir de ahora, ya no podrán operar y armarse con impunidad. El mundo estará observándoles y les pedirá responsabilidades”.
APOYO DE EVANGÉLICOS
Varios organismos evangélicos habían mostrado su apoyo al Tratado. Recientemente se organizó un evento especial de oración en Nueva York para su aprobación, patrocinado por la Asociación Nacional de Evangélicos, la Coalición Nacional Evangélica Latina (NHCLC), La New York Divinity School, El Ejército de Salvación, y la Comisión de Justicia de la Alianza Evangélica Mundial.
En el mismo se recordó a los asistentes que
en la actualidad hay más leyes que rigen la venta internacional de plátanos y iPods que la venta de lanzagranadas y AK-47.
Geoff Tunnicliffe, secretario general de la Alianza Evangélica Mundial (WEA), felicitó “tanto a las Naciones Unidas como a todos los militantes, incluidos los miembros de la WEA que trabajaron durante casi una década para conseguir este importante tratado”.
“Las iglesias y sus miembros presencian el costo humano de la violencia armada ilegal todos los días”, decía un comunicado emitido en julio por la Alianza Evangélica Mundial, el Consejo Mundial de Iglesias, Pax Christi Internacional y Cáritas. “Con miles de personas alrededor del mundo que mueren o resultan heridos en la violencia armada cada día, el trabajo de los gobiernos será juzgado por cuántas vidas ayuda a salvar este tratado”.
Pueden leer el texto del Tratado en este documento (pdf).
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