Cuando en el año 2007 el empresario puertorriqueño Ignacio Peña decidió trasladarse a Cuba como misionero independiente, dejó en manos de su hija Merari dos tiendas de bijouterie en distintas ciudades de su país. Esta iniciativa comercial debía sostener su ministerio.
Dispuesta a cumplir de la mejor manera la misión encomendada,
Merari decidió renovar la empresa y se centró en los artículos con cristales Swarovski. De esta manera comenzó una etapa de expansión que ha llevado a la compañía Forever Crystals a contar actualmente con siete locales en Puerto Rico y dos en República Dominicana.
En misionero Peña falleció en noviembre del 2011 en Cuba, a consecuencia de un accidente automovilístico. Su hija mantuvo viva la visión y continuó apoyando la obra misionera en diversas partes del mundo, a través de la
Fundación Mies –creada por el pastor
Alfredo Vallellanes y su esposa
Yolanda Cauthorn- y otras iniciativas ministeriales como Operación Niño de Navidad en Puerto Rico.
El concepto de Negocio como Misión (Business as Mission) inspiró a Rebeca, la hija menor del matrimonio Vallellanes, quien comenzó a desarrollar su propio proyecto comercial con una franquicia de Forever Crystals, compañía en la que ya había trabajado como vendedora durante tres años, mientras cursaba la carrera de Psicología.
De esta manera, la joven de 21 años hizo una primera experiencia montando una tienda en la ciudad de Chicago, Estados Unidos. A los seis meses estaba de regreso en Puerto Rico. “No resultó como yo esperaba pero no me arrepiento de haber dado ese paso porque me sirvió de aprendizaje y ahora estoy mejor equipada para abrir un local en mi país”, dice confiada.
PSICOLOGÍA POR CRISTALES
Antes de comenzar con este proyecto, Rebeca deseaba cursar un posgrado en Psicología, pero a pesar del alto promedio logrado en la licenciatura no pudo ingresar al doctorado en ninguna de las universidades que había escogido. “No comprendía lo que estaba sucediendo y oré al Señor pidiéndole que me guiara. En ese momento surgió la posibilidad de acceder a la franquicia y entendí que Dios reorientaba mi vida. Siempre he deseado estar en su voluntad”, afirma.
El movimiento internacional Business as Mission, nacido en Estados Unidos, está impulsando a empresarios de diferentes partes del mundo a destinar un porcentaje de sus ganancias –en general, del 10 al 40%- a la obra misionera. A fines de abril muchos de estos empresarios se reunirán en un congreso a celebrarse en Tailandia, hasta donde viajará Rebeca Vallellanes como representante de Mirari Peña, presidenta de la compañía Forever Crystals. “Desde que era pequeña soñaba con conocer Tailandia y ahora el Señor regala esta oportunidad”, expresa la joven, muy animada. “Espero sumergirme en el tema y conocer cómo desenvolverme mejor con este negocio para apoyar misiones y también dar a conocer la Fundación Mies”, añade.
FUNDACIÓN MIES
Fundación Mies nació hace menos de dos años, luego de que el pastor Alfredo Vallellanes participara en el Congreso de Lausana, donde este tema formó parte del programa.
Los Vallellanes fueron misioneros en Paraguay entre 1990 y 1994 y entre los donantes que sostenían su ministerio estaba un comerciante de Puerto Rico que apoyaba a 40 misioneros en distintos países, con un aporte de 50 dólares a cada uno. Al regresar del campo misionero, ellos decidieron hacer lo mismo y comenzaron a enviar pequeñas ofrendas a varios obreros.
Después de Lausana, comprendieron que debían compartir la visión e invitaron a varios comerciantes y empresarios a ser parte de una fundación. “En el primer año recibimos 42.000 dólares, de los cuales casi 40.000 fueron destinados al campo misionero”, relata Yolanda, actual gerente de relaciones internacionales de Forever Crystals.
Los fondos recaudados por
Fundación Mies llegan periódicamente a Cuba, Pakistán, España, Paraguay, Ecuador, Guatemala, El Salvador y Japón para apoyar proyectos misioneros de distinta índole. La fundación contribuye también con proyectos sociales en Puerto Rico.
“No podemos mirar hacia afuera y olvidarnos de nuestra isla”, comenta Yolanda, mientras ayuda a su hija a clasificar la bijouterie con cristales destinada a su nuevo local, que como todos los de la compañía tendrá, como elemento distintivo, un árbol en miniatura del que cuelgan ´corazones Swarovski´de diferentes colores.
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